¿Cómo ayudar a una persona con depresión? Solo dos de cada 10 personas con esta condición mental reciben tratamiento. Esta enfermedad es la primera causa de discapacidad en México, pero el país tiene un déficit de especialistas.

Por: Diego Durán

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En medio de una depresión severa, Raquel intentó suicidarse. La joven de 22 años llevaba años sufriendo violencia física y moral. Los agresores: su mamá, el novio de ella y otros familiares.

“Es difícil pensar que ni en mi propia casa me sentía tranquila”, dice.

Jessica vivió una situación similar. Esta joven de 21 años tenía la necesidad de lograr reconocimiento. “Tienes que ser muy exitosa” pensaba una y otra vez. En su mente no existía la posibilidad de fracasar.

“¿Qué pasa cuando llega el fracaso? Se te cae el mundo”, asegura.

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Así como ellas, una de cada 10 personas de entre 18 y 65 años de edad que viven en CDMX padece depresión, según cifras de la Secretaría de Salud capitalina.

La mayoría de personas con esta condición no recibe tratamiento. Apenas dos de cada 10 acuden con un médico.

Esa cifra se duplica en casos graves, como trastorno bipolar tipo I, medicación antipsicótica, intento suicida o en casos en los que se diagnostica un funcionamiento igual o mayor a 40, “que indica un nivel de moderado a grave de discapacidad”, alerta la Secretaría de Salud de CDMX.

Aún quienes sí reciben atención médica tardan años en acudir a consulta.

“El tiempo que transcurre entre que ocurre la enfermedad y se llega a tratamiento es largo, con 15 años en promedio para los trastornos del afecto; 25 años para trastornos del impulso y ansiedad y más de 25 años en promedio entre que aparece el trastorno por abuso de sustancias y se llega a tratamiento”, agregan las autoridades.

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La desinformación es uno de los obstáculos más grandes. “Vemos la atención de la salud mental como un lujo”, indica la doctora en psicología Lourdes Rodríguez, quien reconoce avances en la materia.

“En los últimos años ya se escucha del tema, se dan cifras, se habla de especialistas. Eso antes no sucedía”.

Los puntos de quiebre

Foto: Pixabay.

Antes de su intento de suicidio, Raquel llevaba al menos dos años sin atender su depresión.

“Siempre estaba dormida. Esto me llevó a un desorden alimenticio porque no comía en los horarios que debía y me produjo gastritis”.

Raquel se culpaba por los abusos que vivió a lo largo de su niñez.

“Desde pequeña, mi mamá me abandonó. Vivía con mi papá, pero él siempre trabajaba y mis abuelos me cuidaban. Había momentos en que mis tíos se creían dueños de mi vida, me trataban mal porque yo no tenía alguien que me defendiera”. Con esas palabras, Raquel reconstruye el entorno en el que creció.

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La doctora María de los Ángeles Balderas, psicóloga social del Centro Psicoterapéutico PSIBI, señala que los traumas derivados de hechos violentos generan daños psicológicos.

“La severidad dependerá de la magnitud y del tipo de violencia que se ejerza (emocional, física, sexual o económica) y de las características de la persona violentada”, explica.

A pesar de la violencia de la que era víctima, Raquel no sospechaba que tenía una condición mental. En su familia “jamás se habló de depresión”.

La joven recuerda que uno de sus primos fue el primero en darse cuenta de las crisis que ella tenía. “Gracias a esto, mi papá lo supo y un día me dijo que me llevaría al psicólogo”.

Tras acudir durante un año a terapia, Raquel aprendió a no repetir patrones. “Me di cuenta que tenía que dejar de culparme por lo que había vivido”.

En el caso de Jessica, el punto de quiebre fue diferente. “En 2018 escribía en una revista cultural. Recuerdo que mi editora me autorizó un texto, pasaron dos semanas y no pude trabajar, pensé que era flojera”, recuerda.

Pero la flojera se convirtió en angustia. La joven sufría cuando recibía mails y cuando tenía que enviarlos. “No va a quedar bien”, se decía.

“Pensaba que nada valía la pena ni siquiera bañarme, salir o hablar. Todo el día estaba tirada en la cama. El cuerpo me dolía horrible, también los huesos”.

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La certeza de que Jessica necesitaba tratamiento llegó cuando resolvió un cuestionario: la escala de Hamilton, que sirve para diagnosticar si una persona sufre depresión. El resultado fue alarmante. Presentaba “tendencia a la depresión”. Tenía que ir al médico.

Aunque el resultado era contundente, Jessica lo dejó pasar. “¿Cómo voy a ir al médico a decir ‘creo que tengo depresión’?”, se preguntaba.

De acuerdo con la doctora Rodríguez, las personas que tienen dudas como las de Jessica enfrentan a un viejo enemigo del acceso a la salud mental: el estigma.

“La gente no quiere proyectar una imagen de vulnerabilidad. Se cree erróneamente que una persona debería ser autosuficiente para resolver sus problemas”, afirma.

Rodríguez explica que las condiciones mentales están relacionadas con el miedo. “Al escuchar la palabra depresión, evocamos la imagen temerosa del manicomio, la bata blanca y la camisa de fuerza”.

Luego de recibir ayuda de un especialista y de investigar sobre su condición mental, Jessica pudo recuperarse y encontró una forma de “enfrentar sus pensamientos negativos y llevar la vida más relajada”.

Aún así, platicar sobre depresión con su familia fue difícil. “Mi mamá preguntó: ‘¿qué te pasó para que tuvieras depresión?’”. Jessica respondió tajante: “no se trata de una enfermedad terminal”.

Al hablar sobre cómo ayudar a una persona con depresión, los especialistas señalan que el tiempo es determinante, puesto que hay casos en los que se llega al suicidio.

Datos de la Secretaría de Salud federal establecen que el suicidio es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 19 años. En la CDMX, la Fiscalía General de Justicia (FGJ) tiene 997 carpetas de investigación por suicidio desde 2019 a octubre de 2020.

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Cómo atendemos la salud mental

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Foto: Pixabay.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) establecen que la depresión ya es la primera causa de discapacidad en México y la segunda a nivel mundial.

No obstante,México enfrenta este problema con un déficit de especialistas.

“Los psiquiatras somos raros, no en el concepto de extrañeza, sino de frecuencia”, señala el doctor Jeremy Bernardo Cruz Islas, de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, adscrito al programa de salud mental en la Clínica Especializada Condesa.

El especialista indica que hay 4 mil 600 psiquiatras en el país, cuando se necesitan mínimo 6 mil 500, según estadísticas de la OMS.

De total de psiquiatras, mil 400 trabajan en el servicio público y seis de cada 10 están en CDMX, Estado de México, Jalisco y Nuevo León, reportóEl Economista,en abril de 2019.

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La falta de especialistas no es el único factor en contra. El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria señaló que México asignó en promedio 2.1% del presupuesto de la Secretaría de Salud Federal a la salud mental de 2013 a 2020.

En la CDMX se disponen mil 51 millones de pesos para la atención psiquiátrica, según el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en su análisis por unidad responsable.

Ante este panorama, la doctora Rodríguez pide incorporar a psicólogos en la consulta externa, es decir, incluir las condiciones mentales en el sistema de atención preventiva, curativa o rehabilitadora de las unidades de salud.

María de los Ángeles Balderas coincide y habla de “distribuir el presupuesto hacia el acceso a la información para el público” y en campañas para “concientizar a la población que la salud mental es un derecho”.

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¿Cómo ayudar a una persona con depresión?

depresión en CDMX
Foto: Pixabay.

Los casos de Raquel y Jessica muestran que informarse sobre cómo ayudar a una persona con depresión es imprescindible.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, el primer paso es identificarlos “cambios en el estado de ánimo” de una persona.

Los especialistas señalan que los síntomas de la depresión son varios:

  • Sensación de tristeza o vacío
  • Desórdenes alimenticios, es decir, comer en exceso o casi no alimentarse
  • Tener problemas para conciliar el sueño, dormir de más o sufrir insomnio constante
  • Estar apático, sentirse fatigado o con poca energía
  • Experimentar sensaciones de culpa, impotencia e inutilidad
  • No poder concentrarse ni recordar cosas o hechos
  • Pensar constantemente en la muerte o en el suicidio.

Una persona que experimenta ese tipo de sensaciones durante unas dos semanas puede estar en la primera etapa de la depresión.

Si detectas que tú, un familiar, amigo o una persona cercana presenta esos síntomas, es recomendable buscar ayuda médica.

En este proceso es importante sostener una comunicación afectiva.

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Con el objetivo de que la población sepa cómo ayudar a una persona con depresión, autoridades federales, de la UNAM y de otras instituciones publicaron el cuestionario para detectar riesgos a la salud mental, que puedes consultar en este link.

Además, existe la Línea de Confianza e Impulso Ciudadano, que brinda atención gratuita para atender casos de depresión.

Otra opción sobre cómo ayudar a una persona con depresión es La línea de la vida, 800-911-2000, en la que brindan consejos y apoyo a personas que tienen alguna condición mental.

#HazPatria y cuídate mucho, chilango.

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