Las aulas se quedaron vacías desde el pasado 23 de marzo pasado con el fin de evitar contagios de COVID-19. Un mes después, iniciaron las clases en línea de la SEP, las cuales han avanzado a diferente ritmo, debido a la desigualdad y a problemas como la falta de herramientas digitales.
En punto de las 9:00 horas, Guadalupe y sus dos hijos, quienes cursan primero y segundo de primaria, tienen que estar listos frente al televisor, con cuadernos y lápices en mano, para tomar sus clases a distancia.
En la televisión, las clases de los hijos de Guadalupe acaban una hora después, a las 10:00 de la mañana, pero terminar todas sus actividades escolares les tomará gran parte del día. ¿Por qué? Además de hacer las actividades que les indican en la pantalla, los dos menores tienen que hacer las tareas adicionales que les mandaron de su escuela, pues sus maestras buscan que no se retrasen en sus clases.
“Estamos desde la mañana y hasta las 11:00 de la noche con la tarea y a veces no acabamos porque yo sigo trabajando. Es difícil trabajar y hacer tantísima tarea. Si antes hacían en la escuela cuatro actividades diarias, ahorita están dejando que hagan 10 o más al día”, explica Guadalupe y añade que sus pequeños han dejado de lado su tiempo de juego, pues siempre tienen algo que hacer de la escuela.
Pero la situación no se vive igual en todos los hogares.
Clases en línea de la SEP: ¿cómo se viven?
Al determinarse que la Jornada de Sana Distancia se mantendrá, por lo menos, hasta el 30 de mayo próximo, se decidió volver a clases el pasado 20 de abril, tal como se tenía planeado desde el principio. Sin embargo, el regreso a clases no fue presencial, sino a través de un programa en línea.
El problema es que no todos los 28 millones de estudiantes de educación básica y media superior cuentan con acceso a Internet o a electricidad. El Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) estima que 56.4% de los hogares mexicanos cuentan con Internet, ya sea a través de una conexión fija o móvil.
Respecto a los hogares que sí tienen computadora, la cifra disminuyó de 44.9% en 2015 a 44.3% en 2019. Si bien en 92.5% de las casas se cuenta con televisor, no significa que todos los estudiantes cuenten con las herramientas necesarias para estudiar y aprender, sin contar que hay hogares que aún no cuentan con electricidad.
“Además, poco se ha hablado de que es posible que estén confinados con madres y padres, que deben balancear las labores del hogar, el trabajo a distancia y actuar como maestros de sus hijos, complicando que sean supervisados y orientados durante las clases en línea de la SEP. Aunado a que existen familias que tienen más de un niño en casa, que necesitará herramientas digitales y atención extra, dificultando el aprendizaje y desarrollo de los infantes”, detalla Jimena Cándado, directora general de Fundación Reintegra.
Los maestros son una pieza fundamental en todo este proceso y muchos de ellos han hecho lo posible por mantener al corriente a sus alumnos. Por ejemplo Ayla, habitante de la capital, explicó en entrevista con Chilango que la profesora de su hijo, quien va en preescolar, se ha mantenido al tanto todo el tiempo.
“Tenemos buena comunicación con la maestra. Las actividades que nos envía van de acuerdo con sus aprendizajes en el aula y se comunica con nosotros vía correo electrónico o WhatsApp, siempre resolviendo nuestras dudas y nosotros mandamos evidencia de que realmente se está trabajando”, explica.
De acuerdo con datos de la SEP, 75% de los profesores mantienen constante comunicación con sus alumnos.
Esteban Moctezuma, titular de la SEP, detalló que el ciclo escolar 2019-2020 llevaba un avance de 73% hasta marzo, cuando se decidió suspender las clases ante la pandemia por COVID-19.
Hasta el 4 de mayo se habían integrado 11 millones 111 mil 458 estudiantes a la plataforma Google para Educación. Además se han realizado cuatro seminarios en línea con más de dos millones de participantes entre docentes, madres y padres de familia a fin de capacitarlos en educación a distancia.
Para los estudiantes que viven en lugares incomunicados, la CONAFE entregó más de 300 mil paquetes de material escolar lo que representa 99.7% de la población objetivo.
En cada escuela se vive distinto
Nayeli y sus dos hijos, quienes asisten a una primaria privada, viven en el Estado de México. Desde que terminó Semana Santa, sus profesores les han enviado tarea vía correo electrónico, y ellos deben subir los trabajos una plataforma en línea, mientras esperan que a partir de este lunes 11 de mayo arranque un programa para realizar clases en línea.
“Está un poquito pesado, porque son temas que no han visto bien, lo que no le entienden tengo que investigar para poder explicarles. También es complicado hacer mis labores en la casa y ayudarles a ellos, pero organizándome bien salgo bien librada”, explica Nayeli.
Al ser cuestionado al respecto, Manuel Gil Antón, investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, señala que es necesario que los alumnos cuenten con una guía de estudio para aprovechar mejor las clases en línea de la SEP, ya que los padres no siempre tienen disponibilidad o conocimientos para asesorar a sus hijos. “En 40% de los hogares, los alumnos tienen un nivel educativo superior al de sus padres. Entonces, cuando requieren preguntar algo, se topan con un padre o una madre que está dispuesto a ayudarles, pero no tiene esos conocimientos”, dijo.
En tanto el sobrino de Alfredo, que acude a una primaria particular en la CDMX, recibió asistencia por parte de sus profesores por videollamada desde el inicio y hasta le imparten su clase de educación física, promoviendo que realice actividad en casa.
Marco Fernández, investigador del Tec de Monterrey y de México Evalúa, explicó en entrevista con Reforma que los que corren el peligro del abandono escolar son justo los niños que viven en comunidades rurales o en aquellos que no tienen acceso a este tipo de tecnologías.