Briseida Jiménez es la única mujer entre los ocho estudiantes con mejor promedio que egresaron de la Universidad de la Policía este año. Conoce técnicas de defensa y puede someter a cualquier persona en caso de ser necesario; sin embargo, admite que ser policía y sus habilidades no le quitan el miedo que siente cuando camina por una calle oscura.
De lunes a viernes, durante la madrugada, Briseida, una mujer de apenas 1.60 de estatura, sale de su casa en Chalco, Estado de México, hacia las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Ciudadana en Iztapalapa, donde toma clases de equitación, como parte de su formación como la mejor alumna de la Policía de CDMX.
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Su trayecto por la zona oriente del Valle de México es complicado. Más allá de abordar un par de transportes públicos para llegar a su destino, la joven debe circular por un tramo de la autopista México-Puebla cuando el sol aún no se asoma.
No es cosa menor. Esa autopista es considerada por las autoridades como una de las zonas más peligrosas entre la CDMX y el Estado de México. Todos los días, los pasajeros conviven con el miedo de ser asaltados.
Una vez que libra el trayecto en transporte público, Briseida tiene el desafío de caminar por las calles. Para superar la desconfianza, diseñó un plan de defensa: desde que sale de casa lleva un juego de llaves en la mano. Si un extraño intenta atacarla, ella reaccionará de inmediato buscando golpear a su agresor en la entrepierna.
Sabe que en una situación así tiene que actuar rápido. Sin pensarlo demasiado. Reaccionar en segundos le dará la posibilidad de escapar y no quedar en desventaja ante su agresor. Hay que sobrellevar el miedo. Briseida es policía, pero vive en un país, donde 10 mujeres son asesinadas cada día.
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Briseida Jiménez y su estirpe policial
Los ojos de Briseida Jiménez brillan cuando habla de caballos. Cuando tenía 6 años aprendió a montar y ahora a sus 20, tras ser la mejor alumna de la Policía de CDMX, se va a unir a la Montada, un cuerpo élite de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC).
Antes de incorporarse a este agrupamiento, Briseida tuvo un desempeño destacado en la Universidad de la Policía (Unipol), donde se graduó con promedio de 9.5, lo que la convirtió en la mejor alumna y la octava mejor estudiante de entre 450 agentes.
Su deseo de ser policía de CDMX no es casualidad. Sus dos hermanos también son agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina. Desde hace 15 años, su hermana mayor es policía de tránsito; su otro hermano trabaja en las cámaras del C5 desde hace una década.
Ellos fueron quienes animaron a Briseida a estudiar en la Unipol e integrarse a la SSC.
Pese a su estirpe policial, el ingreso no fue fácil. Cada año, 20 mil personas aspiran a ingresar a la Universidad de la Policía, pero menos de 4 mil se gradúan y, de ese número, apenas el 30% son mujeres.
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Quienes son aceptados en la Unipol, estudian durante seis meses los protocolos reglamentos y manuales. Las siguientes ocho semanas salen a campo a practicar.
Luego de concluir su preparación, vino la graduación. Briseida Jiménez y otras ocho de sus compañeras se animaron a entrar a la Policía Montada. En ese agrupamiento hay 134 mujeres y 592 hombres.
La mayoría de compañeras de Briseida ni pensó en integrarse a la Policía Montada por la responsabilidad de cuidar al animal, asearlo y tolerar el potente olor del estiércol. Trabajos extra que no tienen pago adicional.
Por eso, ser parte de ese agrupamiento requiere un tipo de personalidad especial. Un agente de la Policía Montada de CDMX debe amar a los animales y, adicionalmente, ser capaz de controlar sus emociones y las reacciones del caballo, asegura Joel Pichardo, coordinador de la Unipol.
Briseida Jiménez reúne esas características. Por eso ahora trabaja con Urbano Acevedo, el encargado de las Caballerizas de la SSC, quien acumula 28 años de servicio.
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Como parte de su preparación, la mejor alumna de la policía de la CDMX practicará con Meneses, un caballo de raza Appendix, que tiene unos 12 años en la corporación.
El día que la joven y el caballo se conocen, ella le acaricia la cara, lo abraza, le pide permiso para trabajar con él. “Vamos a echarle ganas” le susurra al oído en un intento porque Meneses se familiarice con ella y coopere con los ejercicios.
Urbano espera a que la pareja se reporte lista. Luego da indicaciones a la joven sobre la posición de los pies y cómo gritarle al caballo para que acate las órdenes.
Ella obedece y entonces empieza su rutina que dura por lo menos dos horas.
Primero hace que el caballo trote suavemente. Después le pide que vaya más rápido. Meneses obedece. Si hay que caminar, camina; si hay que galopar, acelera.
La mayor dificultad para un jinete es que el animal se detenga con un grito contundente. Aunque la relación de Briseida Jiménez con Meneses lleva apenas unas horas, ellos se entienden como un par de viejos camaradas. Cuando ella da la orden, él se detiene sin reparo.
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El futuro que le espera a la mejor alumna de la Policía de CDMX
Como parte de la Policía Montada de CDMX, Briseida tendrá como funciones principales: evitar los asentamientos irregulares, la tala de árboles y procurar la seguridad pública en las zonas ecológicas.
Además, será parte del grupo antimotín en las manifestaciones, sean pacíficas o no.
Pese a que aún no ha participado en una protesta, Briseida asegura que siente algo de temor. “Sí me da miedo, pero trato de controlarme y relajarme. Quizá suene absurdo, pero trato de ir de la mano de Dios. Si voy bien emocionalmente, no va a pasar nada. Si voy mal, si voy preocupada, voy a atraer lo negativo”, dice.
Sobre las protestas feministas, la joven admite tener sentimientos encontrados. Sabe que más de 10 mexicanas son asesinadas cada día en el país; sin embargo, asegura que si ella tiene la posibilidad de proteger a las mujeres, espera que la respuesta sea la misma. “A ellas las esperan en casa y a nosotros también”, señala.
A pesar de que registra un desempeño brillante hasta ahora, Briseida Jiménez tiene un miedo latente: perder su trabajo “y dejar de hacer lo que me gusta“.
Más allá de los temores que enfrenta como mujer y policía, Briseida confiesa sus dos deseos: que los mexicanos vuelvan a confiar en la policía y que ella y todas las mujeres puedan caminar sin cargar unas llaves para defenderse en caso de un ataque.