Aquelarre Violeta: la lucha feminista desde las aulas
Aquelarre Violeta son 14 mujeres estudiantes de las carreras de Antropología, Sociología y Comunicación con un objetivo: sentirse seguras en la escuela.
Por: Diana Delgado Cabañez
En los pasillos hay consignas contra la violencia: reclaman sanciones contra profesores y alumnos acusados de acoso, exigen justicia a las autoridades, piden un alto a los pactos de silencio.
Dentro de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM hay tres colectivas feministas; una de ellas, la más joven, es Aquelarre Violeta, formada por 14 estudiantes de las carreras de Antropología, Sociología y Comunicación con un mismo objetivo: sentirse seguras en la escuela.
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Se asumen como radicales, cubren sus rostros, rayan paredes y gritan. Están cansadas de que, aunque sea una Facultad en la que las carreras tienen hasta 70% de mujeres, siempre se priorice la opinión de los hombres. Se dicen hartas de que en los baños haya botones de emergencia, porque algunas de sus compañeras han sido atacadas sexualmente y de que, pese a las denuncias, profesores y alumnos agresores sigan acudiendo a clases sin que nada ocurra.
“Hay miedo y enojo porque te sabes vulnerable, sabes que es fácil que si sales a la calle te pase algo o que tengas que luchar por tu vida. Y aquí en la escuela sientes que tampoco es tu lugar (…), hay agresiones y las sanciones no funcionan, no sirven, no son suficientes; a veces ni siquiera sancionan a los maestros ni compañeros. No les pasa nada”, detalla la colectiva, que por seguridad de sus integrantes, prefiere hablar a nombre de todas.
Esta agrupación se formó poco a poco. Antes de ser Aquelarre Violeta, dos mujeres jóvenes se juntaron para gestionar talleres feministas dentro de la Facultad y, conforme se fueron sumando compañeras, se dieron cuenta de que necesitaban un espacio más formal para tomar acciones conjuntas.
“Teníamos talleres de poesía, de rap y canto con temática feminista y el 8 de marzo (de 2019) hubo un paro y queríamos hacer una intervención en Rectoría, pero teníamos que convocar a nombre de alguien y fue cuando se nos ocurrió que ya éramos un montón. Somos amigas, nos conocemos bien y nos convertimos en una colectiva. Hicimos nuestras redes sociales para no poner en riesgo a ninguna de las compañeras y empezamos a enviar comunicados desde ahí. Incluso participamos en el paro estudiantil separatista de noviembre”, cuentan.
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Aquelarre Violeta: ir contra la violencia institucional
Las del Aquelarre Violeta explican que la violencia de género en la UNAM está naturalizada y que el manejo de las denuncias de acoso y violación en la Facultad es equivocado, pues enfrentan desde la inacción del personal de vigilancia, que les digan que no hay gente suficiente para atender o darle seguimiento a los casos, hasta que, incluso, junten al agresor y a la víctima para “pedirse disculpas”.
En entrevista con Chilango, narraron que, en un diálogo con la directora, Angélica Cuéllar, y otras colectivas, lograron se firmara la creación de talleres de concientización para los profesores y los estudiantes, una materia de tronco común con perspectiva de género y que dejaran intactas las pintas que hicieron durante el paro separatista y la toma de instalaciones.
“No sé si con esto haya cambiado algo, porque tampoco tenemos el poder de cambiar las cosas y, en realidad, no nos corresponde a nosotras. Esto es una institución y a nivel institucional se están quedando muy pobres los esfuerzos que está haciendo tanto la Facultad como la Universidad”, acusan las alumnas organizadas.
“La UNAM tiene formación desde la secundaria y ¿de verdad no pueden implementar una perspectiva de género?, ¿no pueden educar a sus alumnos para que reconozcan que hay una violencia real hacia las mujeres, que las atraviesa y que no es normal? Solo están formando máquinas de trabajar y ya”.
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Al preguntarles las razones por las que hacen pintas, argumentaron que se trata de la apropiación de los espacios de los que normalmente las mujeres no son parte, son excluidas o violentadas. Además de que, al no funcionar las vías legales y jurídicas, han buscado otros mecanismos de denuncia que tengan un impacto en la vida pública y ahí entran el grafiti y las protestas.
“Los monumentos (y edificios) representan un contexto y un momento histórico específico, pero hay que simbolizarlos de otra manera, resignificarlos y decir ‘ahora esta es la realidad, esto representa otro momento de la historia actual’”, explican.
Además de las protestas, Aquelarre Violeta sigue organizando talleres autogestivos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en temas como defensa personal, inglés con perspectiva de género y para explorar la sexualidad. Su idea es replicar estos cursos en preparatorias, Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) y en escuelas fuera de la UNAM, como los Colegios de Bachilleres y los Conalep, además de motivar a las mujeres de estos espacios a que se organicen.
“No queremos dejarlo en un círculo privilegiado de la UNAM, sino llevarlo a otras chicas, que se den cuenta de que hay otra forma de hacer las cosas y que sepan que estamos ahí para ellas, que está bien sentirse incómodas por cómo las atraviesa la violencia en sus vidas, que está bien que lo piensen así y que reaccionen”.
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De Chile al Zócalo de la CDMX
El viernes 29 de noviembre de 2019 esperaban menos de 30 personas. La idea de presentar el performance “Un violador en tu camino” –que Las Tesis viralizaron en Chile– en el Zócalo de la CDMX surgió en una charla entre las integrantes de la colectiva, después de ver el video y la invitación a replicarlo en los diferentes territorios.
Lanzaron una convocatoria a través de la página de Aquelarre Violeta y, como el paro en la FCPyS estaba reciente, había muchas personas pendientes de la actividad de sus redes, por lo que la publicación empezó a compartirse y, al ver el éxito, otras agrupaciones se sumaron a la difusión a través de Facebook y otras redes sociales.
“Ese día llegamos a ensayar a la Alameda porque le cambiamos la letra a la canción para adaptarla a México. Cuando llegamos había 20 chicas esperándonos y ya con eso nos habíamos sorprendido porque rebasamos la meta, pero después empezaron a llegar muchos grupos y cuando íbamos hacia el Zócalo parecíamos una manifestación. Fue una muestra de todo lo que podemos hacer juntas”, cuentan.
Según datos oficiales, la protesta convocó cerca de 3 mil mujeres que bailaron y cantaron tres veces “Un violador en tu camino”. Algunas llegaron individualmente; otras, en grupos de amigas y unas más llevaron a sus hijas pequeñas. Todas presentes para alzar la voz.