¿Cómo sabes que es momento de dar el siguiente paso con tu pareja? El amor en la pandemia también la ha pasado mal. Ayer te contamos las historias de Julieta y Lucía, quienes cortaron con sus parejas pero siguen viviendo con ellos. Ahora te presentamos a Camila* y Daniel*, Pamela* y Eduardo*, quienes han visto frustrados sus sueños por la emergencia sanitaria.

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Camila y Daniel llevan 10 años de novios. Ahora se aman más que cuando empezaron a andar. Aún así, ella tuvo que devolver el vestido de novia que habían comprado. No tuvo otra opción. La crisis sanitaria por covid-19 obligó a la pareja a poner en pausa su anhelo de casarse.

Los planes de boda comenzaron la tarde del 15 de junio del año pasado, cuando Daniel y su novia estaban acostados en el pasto de uno de los jardines de Ciudad Universitaria.

—Amor, ya es hora, ¿no? —preguntó Daniel, sin decir más.

—¿Ya es hora de qué? —respondió Camila y le dio un beso tronado en la mejilla.

—De casarnos, ¿de qué más? —dijo él.

—Estás loco, Dani, ya no fumes—se burló ella.

—Vamos a casarnos el próximo año. Es hora de vivir juntos —contestó él y le mostró el anillo. “¿Quieres casarte conmigo?”, preguntó.

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Aquella tarde, la pareja de recién graduados como doctores en Filosofía festejó el final de sus clases y la promesa de amor eterno, sin saber que sus planes y sus ahorros de los próximos 10 meses se esfumarían, debido al nuevo coronavirus.

Amor en la pandemia: perdimos 100 mil pesos y vendimos el anillo

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Fotos: Leonardo Pérez.

Con tal de cumplir sus planes, Camilia y Daniel echaron mano de sus ahorros y solicitaron un crédito bancario de 100 mil pesos. En ese entonces, cada uno percibía 10 mil pesos mensuales, como parte de la beca de posgrado de la UNAM, la cual dejaron de recibir en marzo pasado.

La pareja gastó 65 mil pesos en el enganche de su nueva casa, mientras que el resto fue para pagar los preparativos de la fiesta.

El problema fue que la emergencia sanitaria por covid-19 detuvo en seco sus planes y les hizo perder parte del dinero que gastaron en la renta del salón de fiestas.

—Señor Daniel, lo siento mucho, pero no haremos devoluciones, al menos no en los próximos 6 meses— sentenció por teléfono el dueño del salón de fiestas que habían contratado.

—No sea cabrón, necesito el dinero— se quejó Daniel.

Tras la negativa, Daniel levantó una denuncia ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco); sin embargo, la investigación está suspendida hasta nuevo aviso por la crisis de salud.

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Una semana después de que el dueño del salón de fiestas les negó la devolución del dinero, Camila contactó al propietario del departamento para pedir que les regresaran lo invertido. La respuesta fue casi idéntica: “En este momento no podemos regresarle su dinero ni permitirles mudarse por riesgo de contagio”.

Sin ahorros y sin un ingreso fijo, la única solución que encontraron fue vender el anillo de compromiso y regresar el vestido. Para su fortuna, el dinero que invirtieron en el ajuar de la novia sí lo pudieron rescatar.

“Ya no sabíamos qué hacer. Él se metió de chofer y yo vendí algunos cuentos. En ese momento ni siquiera nos veíamos, solo hablábamos por teléfono y sabíamos que, aunque no estuviéramos juntos, estábamos conectados, tratando de sobrevivir y ahorrando un poco para seguir con nuestros proyectos”, recuerda Camila.

Tras la pesadilla que fue devolver el vestido y vender el anillo, la pareja sí cumplió uno de sus sueños y el pasado 27 de junio pasado se volvieron a ver. El encuentro fue en las puertas del departamento que compraron.

“La suerte estaba echada. La primera vez que lo vi fue en una clase de Letras. Yo no llevaba dinero y él me invitó el desayuno, el resto es historia, pero fue ahí cuando supe que pasara lo que pasara estaríamos juntos”, asegura Camila.

Tras mudarse, la pareja confiesa que ya no quieren casarse sino vivir juntos y tener una hija.

Sólo llévame a cualquier lugar

Fotos: Leonardo Pérez.

Desde hace meses, Pamela, de 29 años, y Eduardo, de 36, tenían la inquietud de vivir juntos y tener un espacio para ellos, por lo que buscaron y visitaron varios departamentos hasta el 21 de marzo, cuando encontraron uno que los convenció en la colonia San Pedro Xalpa, en Azcapotzalco.

Luego de encontrar casa, Pamela y Eduardo compraron muebles, vajillas, batería, vasos y todo lo necesario para acondicionar su nidito de amor en la pandemia. Sus planes marcaban que se mudarían a principios de abril.

Sin embargo, la mudanza nunca se realizó. El 30 de marzo, el gobierno federal decretó la emergencia sanitaria en México. Pamela y Eduardo tuvieron que encerrarse cada quien en su casa con sus padres sin saber cuándo podrían cumplir su meta.

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Para afrontar el confinamiento y sentirse cerca, Pamela y Eduardo hicieron videollamadas. “Jugamos baraja, vemos películas al mismo tiempo, las criticamos. También nos desahogamos del trabajo, y hasta peleamos. Romper la rutina es nuestro secreto”, confiesa Eduardo, quien siente que su relación se ha hecho más fuerte que antes.

De acuerdo con la psicóloga especialista en terapia de pareja, Paulina López Benítez, las videollamadas y otras plataformas ayudan a mantener sana una relación a distancia, reducen la ansiedad y sustituyen, de alguna manera, el contacto personal.

Después de tres meses, la pareja se volvió a ver el pasado 4 de julio, cuando retomaron la búsqueda de departamento.

En este tiempo, Eduardo no ha dejado de cantar “Anywhere”, de Rita Ora, cuya letra dice: “Sólo llévame a cualquier lugar, a cualquier lugar”.

Al hablar del amor en la pandemia —especialmente de los casos de Camila y Daniel, Pamela y Eduardo— la especialista Paulina López señala que ha sido una oportunidad para que las parejas se conozcan mejor y puedan corregir los errores que tienen, para entender que el chiste es encontrar soluciones juntos.

“Lo mejor de todo es mantener la esperanza y la motivación de irse a vivir juntos, seguir planeando actividades, para que el amor no acabe, porque cuando alguien se desmotiva o se frustra es cuando las relaciones ya no tienen sentido”, dice la especialista en terapia de pareja.

* Los nombres fueron cambiados para proteger su identidad.

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