El pasado 4 de mayo, Ignacio Casillas salió de su casa hacia el trabajo en punto de las 5:30 de la mañana. Abordó un taxi y luego de avanzar unos metros, él y el conductor comenzaron a platicar del tema de actualidad: la pandemia. En cuanto Ignacio se identificó como médico, el conductor lo miró a través del retrovisor, frenó en seco el automóvil y le pidió que descendiera de la unidad. Esa mañana y solo por el hecho de ser internista, Ignacio sufrió diversas agresiones por covid-19.
Hasta el 28 de abril, dos meses después de que se registró el primer caso de coronavirus en México, la Secretaría de Gobernación había registrado al menos 47 agresiones por covid-19 en contra de personal médico en 22 entidades. Unos días después, el caso de Ignacio se sumó a la cifra de ataques que dicha dependencia no ha actualizado.
Aunque todos los días luchan contra el nuevo coronavirus, los profesionales de la salud, así como los sobrevivientes de esa enfermedad, son víctimas de agresiones en la calle, el transporte e incluso hasta en sus casas. Los ataques van desde insultos hasta golpes y humillaciones.
Así son las agresiones por covid-19
—Con todo respeto, caballero, bájese de mi carro, no quiero exponer a mi familia, dijo el el taxista.
—Llegaré tarde, y por aquí no pasan más taxis, replicó Ignacio, en un intento por ablandar la postura del chofer, quien quería bajar a su pasajero en una de las colonias más inseguras de la capital, la Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, en la alcaldía Iztapalapa.
—Te bajas o te bajo, cabrón. ¡No estoy bromeando!, respondió el taxista en un tono más fuerte, mientras activaba el freno de mano y abría la puerta para dirigirse hacia el pasajero. “Me vale si te asaltan, no quiero morir por traer el virus en mi coche”, insistió el chofer.
Ignacio se quedó paralizado, al ver cómo en cuestión de segundos el conductor había enfurecido. En medio de la oscuridad que reinaba en las estrechas calles de la colonia Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, algunos vecinos salieron de sus casas y se unieron al taxista para forzar al médico a bajar del vehículo. Le revisaron su mochila y se llevaron sus cosas de valor. “¡Hay que matarlo!”, “¡trae el pinche virus!”, gritaba la gente.
A lo lejos se escuchó la sirena de una patrulla. Los vecinos corrieron de regreso hacia sus casas y el taxista se perdió entre los callejones. Ignacio quedó tirado en la banqueta. “Cuando reaccioné, corrí hacia la avenida más grande. No sé cómo obtuve fuerzas, pero corrí sin parar. Al encontrarme con la patrulla, ya era de día. Los policías me dijeron que fuéramos a levantar la denuncia al Ministerio Público, pero tuve miedo de que supieran dónde vivo y se fueran contra mi familia”, recuerda Ignacio.
La enfermera Martha Rojas vivió una situación similar a la de Ignacio. La noche del 6 de mayo, cuando se dirigía a su casa en Ecatepec, Estado de México, lo único en que Martha podía pensar era en descansar un poco, después de caminar entre los pasillos del Hospital La Raza, atendiendo a pacientes con covid-19. Sin embargo, los pasajeros de la combi donde ella venía se percataron que Martha llevaba puesto su uniforme de enfermera y le pidieron que se bajara de la unidad para que no los contagiara.
“¿Cómo se atreve a subirse así a la combi? ¿Qué no sabe que el virus se queda en la ropa, en los zapatos?”, “¡no sea imprudente, señora, usted trae el contagio!”, “bájela, chofer, o todos vamos a morir aquí”, gritaban los demás pasajeros de la combi.
Con tal de no escuchar las agresiones, la enfermera accedió a bajarse de la unidad de transporte público, sin importar que cargaba una mochila pesada en la que llevaba sus cosas de valor. La mujer caminó al menos un kilómetro hasta que por fin pudo abordar un taxi. Eran casi las 12 de la noche y por miedo a ser discriminada de nuevo, Martha descartó la posibilidad de abordar una combi o camión, arriesgando la vida al andar sola en uno de los municipios con más feminicidios en el país.
“Nosotros podemos salvar sus vidas”
Ante las agresiones por covid-19 registradas tan solo en abril, la titular de la División de Programas de Enfermería en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Fabiana Maribel Zepeda Arias, también conocida como la Jefa Fabiana, pidió poner un alto a la violencia.
“Estamos dejando nuestra vida en las unidades hospitalarias, y esto no es gratuito. Todos los días decidimos ser lo que somos. (…) Nosotros podemos salvar sus vidas, ayúdennos, por favor, a cuidarlos y para eso necesitamos que ustedes nos cuiden, necesitamos aprender y necesitamos la mayor solidaridad en estos momentos en el que más se requiere que estemos juntos como mexicanos”, dijo la Jefa Fabiana en la conferencia de salud el 21 de abril.
Las agresiones por covid-19 en México llamaron la atención de autoridades nacionales y de organizaciones internacionales. El pasado 22 de abril, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) emitió un comunicado para condenar los ataques cometidos en el país.
“El Sistema de Naciones Unidas en México lamenta y condena las agresiones hacia el personal de salud y cualquier expresión de odio, intolerancia, estigmatización y discriminación en contra de quienes hoy están en la primera línea de respuesta a la pandemia. El valor y compromiso de quienes no dudan en ponerse en riesgo las 24 horas del día merece nuestro respeto y más grande admiración”, señaló la organización.
Además, la ONU alentó a los gobiernos federal y estatales a tomar “medidas urgentes para garantizar la salud física y mental del personal sanitario y asegurar la atención de las necesidades inmediatas de las mujeres que trabajan en este sector”, quienes representan 79% de las personas que se dedican a la enfermería y 39% del personal médico en México.
Pero esta situación no sólo ha ocurrido en México, sino que también se han registrado agresiones por covid-19 en países de América Latina, como Brasil, Argentina y Colombia, de acuerdo con medios locales, al igual que en la India.
Pacientes también son víctimas de ataques
Ocho días después de haber dado negativo en la prueba de covid-19 y luego de dos meses de padecer la enfermedad, Arely Melo se encontraba regando sus plantas en un pasillo afuera de su departamento. Apenas se distrajo un instante para sacar la basura, cuando uno de sus vecinos salió a rociar sanitizante en los espacios donde ella había estado segundos antes.
“Se escuchó como si lo echara al aire, al pasillo, literal. Esto me molestó bastante, pero después me pareció demasiado absurdo (…) El virus no permanece en el aire, ya lo dijo la OMS. El miedo y la ignorancia son males que enferman más que el propio virus. Este acto no se justifica por nada. Es como decir que por miedo están rociando cloro a los pacientes o al personal de salud”, señala Arely, en entrevista con Chilango.
La agresión contra Arely ocurrió días después de que el mismo vecino había felicitado a la joven por haber vencido a la enfermedad. Durante esa charla, ella le aclaró que su organismo ya no tenía la carga viral suficiente para contagiar a alguien. No obstante, el vecino insistió en desinfectar, sin considerar que estaba incurriendo en un acto de discriminación, como las agresiones por covid-19 relatadas al inicio de este reportaje.
Arely considera que esta situación es un sinsentido, ya que los pacientes recuperados, además de sufrir semanas de aislamiento y hospitalización, todavía deben sufrir la discriminación y el rechazo de la gente. “Ya sufrimos mientras teníamos el virus y ahora sufrir la desinformación y la ignorancia de las personas no es justo”, comenta.
“Fue muy desagradable pasar dos meses aislada protegiéndome y protegiendo a mi comunidad, porque yo pude salir así, al fin y al cabo ya tenía el virus, pero si yo hubiera salido en mis primeros días de síntomas, pensando que era gripa, yo los hubiera contagiado (a sus vecinos y amigos), pero lo que hice fue aislarme cinco días antes de empezar con síntomas porque yo venía de un viaje al extranjero”, concluye Arely.
Loïc Jaeger, director de la organización internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) en México, explicó en entrevista con Chilango que los responsables de las agresiones por covid-19 son una minoría; sin embargo, dijo, este tipo de violencia no solo afecta a médicos y enfermeros. “Hemos visto que esta discriminación se ha extendido, en algunos lugares, a personas enfermas o a grupos vulnerables, como por ejemplo los migrantes. Esto es algo que se puede ver mucho más en América Central”.
Ante las agresiones por covid-19, MSF creó los hashtags #DosisDeHumanidad y #FuerzaEquipoMédico para dignificar a las personas que están sufriendo agresiones por covid-19. El objetivo de la organización es apoyar a través de un mensaje o una foto en redes sociales en la que se forme un corazón con las manos, como signo de cariño y solidaridad. Posteriormente las muestras recibidas se publicarán para que el personal médico y los pacientes sepan que “juntos somos más fuertes”, explica Loïc Jaeger.
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