Con el cierre de un par de burger joints al sur de la ciudad, regresamos al páramo hamburguesero al que estuvimos acostumbrados durante muchos años. Sin las honrosas excepciones de L’Encanto de Lola, Eloise y la Hamburbifería, hay poca oferta buena de nuestro platillo favorito por estos rumbos. Sin embargo, desde los 70 tenemos un ejemplo de consistencia, buen gusto y buena calidad en una hamburguesa: la de Cluny.
Esta burger sigue siendo un secreto más o menos bien guardado (se sabe que en este rincón francés hay buenas crepas, ensaladas y gran panadería, pero pocos saben de la existencia de “Le Burger”).
Le Burger es sobria y sencilla. No necesita más que sus 200 gramos de carne “importada y seleccionada”, pan horneado ahí mismo, queso, a elegir entre Gruyère, amarillo o Gouda, y una selección de mostazas y cátsup artesanal para acompañar.
Tarda un poco en llegar a la mesa pero la espera lo vale. A la primera mordida sabrás por qué es una burger clásica que se ha mantenido como una que nunca falla.
Pan, queso y carne. Simple. Lechuga, jitomate, cebolla y pepinillos vienen a parte por si quieres añadir pero en realidad no es necesario. Su Majestad la carne está perfecta: bien amalgamada, de buen sabor (saladita pero no demasiado), buena proporción de grasa y llevada al término solicitado (para mí, ¾). A primera impresión parece panosa porque el brioche es grande, pero a inspección rigurosa uno ve cómo el pattie embona perfectamente en el bollo.
Es deliciosa. Mejor sin mostaza ni cátsup, para saborearla al natural. Sabe a gloria. Se sirve con papas fritas, lo cuál se agradece.
Quizá su único pecado es que el sabor es más afrancesado, pero eso no es un defecto, es un estilo que Cluny ha perfeccionado a lo largo de cuatro décadas.
En estos tiempos de cambio nada reconforta más que regresar a un clásico que ya sabemos que nos hará felices.
Cluny
Dónde: Av. de la Paz #57, local 2 y 3, Col. San Angel
Cuánto: $251 en promedio
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