¿Ya tienen el regalo para su mami? Que si la licuadora, que si la batidora, que si la tostadora, que si la aspiradora… ¿No les alcanza? Bueno, hay sartenes baratos. Todo para la cocina y el hogar —claro, los ámbitos supuestamente exclusivos de las mujeres— está en descuento en el súper. Si no es el caso y pueden gastar más, pues compren una prenda linda para su señora madre en las tiendas departamentales cuyas supuestas ofertas se basan en el slogan: Mayo tiene un solo día, el tuyo.
¿Y si se acabó la quincena? No le hace, pueden ir a visitarla, comer lo que obviamente ella prepare y, como regalo, ofrecerse a lavar los trastes para que la “reina de la casa” descanse “en su día”. ¿No tienen tiempo para ella? No le hace, envíen la típica imagen con rosas rosas y la frase “Dios no podía estar en todas partes a la vez y por eso creó a las madres” al chat familiar y compartir el video de “Señora, señora”, una joya musical de Denise de Kalafe quien canta con mucho orgullo: A ti que me diste tu vida, tu amor y tu espacio / A ti que cargaste en tu vientre dolor y cansancio / A ti que peleaste con uñas y dientes / Valiente en tu casa y en cualquier lugar. Es lo mínimo que pueden hacer, ¿no?
El Día de la madre es, como nos lo meten en la cabeza, una celebración a la maternidad, los lazos maternales, la influencia de la figura materna en la sociedad… Este rollo, en nuestro país, tiene menos de 100 años de antigüedad. Y, como —casi— siempre, no fue nuestra idea. La importamos de Estados Unidos. Ann Marie Reeves Jarvis, a mediados del siglo XIX, empezó a organizar Clubes de Trabajo de Madres en Virginia Occidental (uno de los estados más pobres de Estados Unidos), donde se discutían temas relacionados con enfermedades, como la tuberculosis, y la mortalidad infantil. Su hija, también llamada Ann Marie, igualmente luchó por el reconocimiento del trabajo de las madres. Es así que el Día de la madre fue instaurado oficialmente en 1911. En 1914, el presidente Woodrow Wilson lanzó el decreto de que la celebración sería el segundo domingo de mayo. Después se comercializó… La culpa fue de Hallmark que empezó a hacer tarjetas cursis para venderlas. —Ojo: no hay espacio suficiente para hablar de los antecedentes de celebraciones antiguas a la figura de la madre como el culto a Cibeles.
Álvaro Obregón tuvo la increíble idea de traer el Día de la madre a México. El 13 de abril de 1922, Excélsior “propuso el 10 de mayo como la fecha para festejar a las madres mexicanas” y para el 1 de mayo propuso una lista de regalos ideales para las madres como “un corset confortable” (fuente: Excélsior).
Además, esta brillantísima idea del “homenaje al amor y ternura” estuvo respaldada por “el Papa Pío XI”. El periódico hizo celebraciones anuales hasta 1968. Este acercamiento conservador al rol de la mujer como un ser que solamente sirve para procrear perdura hasta nuestro días. No es gratuito que el logo del IMSS sea una mujer arropando a un bebé. En el gobierno de Lázaro Cárdenas se buscó convertir el 10 de mayo en una “fiesta patriótica” pero siguió una celebración digna santoral católico en pro de la Virgen María, casi casi. Han habido muchos intentos posteriores de impulsar la figura, no solamente de la madre, sino de la mujer como un ser activo que contribuye a la sociedad pero el camino ha sido arduo y espinoso.
Si quieren saber un poco más acerca de la historia de esta fecha en México, pueden leer este texto de Marta Lamas que precisamente señala que “las propuestas feministas quedan enterradas bajo la avalancha propagandística que exalta la maternidad tradicional: prolífica, sacrificada y heroica”. Y no solamente en ese entonces, sino hasta la fecha estamos luchando por exterminar esa idea machista de las madres).
Entonces, ¿qué podemos regalar este Día de las Madres? Sería padrísimo que las mujeres que están excavando la tierra a lo largo del país pudieran saber en dónde están realmente sus hijos desaparecidos. Estaría “de poca madre” que se respetaran nuestros derechos y se hiciera algo para terminar de una vez por todas la precarización del mercado laboral femenino. Lo ideal es que se dejara de denigrar a la “mamá luchona” o evitaramos ensalzar a la “madrecita santa abnegada” que debe soportar todo tipo de abusos.
Ojalá el aborto fuera legal y gratuito para que no hubiera tantísimas adolescentes embarazadas, como acaba de señalar un informe la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el cual coloca a México en primer lugar en embarazo adolescente. Que se respete si alguien no quiere ser madre pues no es nuestra misión en la vida. O bueno pues que los que estamos inmersos en este maldito capitalismo “tuviéramos tantita madre” y dejáramos de ser tan patriarcales y sexistas, porque en serio que parecemos salidos de esta canción de Chente Fernández (el mismo que rechazó un trasplante de hígado porque, dice, temía fuera de gay o drogadicto).
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