El año en que nací, 1985, se empezó a especificar de manera más detallada el tipo y la causa de un deceso en los certificados de defunción. De esta manera se realizó la primera sistematización de los registros de defunciones femeninas con presunción de homicidio. Las denominadas Estadísticas Vitales de Mortalidad de la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía contienen muertes violentas de mujeres en las que se consigna presunción de accidente, suicidio u homicidio. En el caso de lo último, la ley obliga que un presunto homicidio sea investigado para descartarlo o, de plano, confirmarlo. Lo cual no sucede en un país como el nuestro en el que esclarecer un asesinato es una excepción y no la regla (para mayor información, los invito a leer “Matar en México: impunidad garantizada”).
El informe Feminicidio en México. Aproximación, tendencias y cambios, 1985-2009 señala que “por el clima de inseguridad que afecta a buena parte de la República, han repuntado los asesinatos de mujeres”. Han pasado diez años y seguimos igual o peor. Antes de que empiecen con sus lágrimas de onvre y griten que “a los hombres también nos están matando” o “hay hombricidios”, les recuerdo que en un cuarto de siglo, de 1985 a 2009, “los asesinatos de mujeres no disminuyeron su incidencia al ritmo en que lo hicieron los de varones, los que en 20 años se redujeron a casi la mitad. Para el año 2001, la caída de estos últimos era equivalente a 36% del valor de 1985. Los homicidios de mujeres, en cambio, se mantuvieron prácticamente constantes entre 1988 y 1993. Registraron un alza entre 1994 y 1998 y descendieron después del año 2000”.
Hasta ahí todo parecía mejorar, pero a partir de 2007 los feminicidios superaron nuevamente a los homicidios de varones. Y para 2017 hubo 1,297 feminicidios. El Observatorio de Feminicidios, en ese entonces, señaló que cada cuatro horas es asesinada una mujer en el país.
Se declaró que el 2017 fue el peor año para ser mujer y, en 2018, ONU Mujeres confirmó que 9 mujeres estaban siendo asesinadas al día (en tanto que al menos 6 de cada 10 mujeres mexicanas ha enfrentado un incidente de violencia y 41.3% de las mujeres ha sido víctima de violencia sexual). Pero como estamos en México y nos encanta aplicar la de #GanandoComoSiempre, resulta que este año, 2019, ya alcanzamos la cifra de diez mujeres asesinadas diariamente. Lo dice Amnistía Internacional, que apenas lanzó campaña #JuntasHastaLaVida en la que se denuncia que, según datos del INEGI, de enero a febrero de este año fueron asesinadas 568 mujeres y solamente 147 de estos homicidios están siendo investigados como feminicidios. Y también en América Latina somos el país con más feminicidios.
Niñas, adolescentes, mujeres jóvenes, mujeres adultas, ancianas… No importa la edad que tengamos, todas las mujeres podemos ser víctimas de un crimen que es invisibilizado en la sociedad, cuya característica principal es la enorme dosis de violencia ejercida contra nosotras y nuestros cuerpos.
Hace unos meses escribí lo siguiente: “Y sigo viva, todavía. Viva por suerte, fortuna, destino o azar, pues nueve mujeres son asesinadas cada día en nuestro país”. Hoy reescribo este enunciado: “Y sigo viva, todavía. Viva por suerte, fortuna, destino o azar, pues diez mujeres son asesinadas cada día en nuestro país. Seguimos con nuestras exigencias de justicia ante las omisiones del Estado: queremos que se prevenga, se atienda, se sancione, se erradique toda acción que vulnere nuestros derechos humanos y atente contra nuestra vida. Queremos igualdad de género, ¿acaso es mucho pedir? Queremos un país donde nosotras, las mujeres, no tengamos que ser valientes, sino libres”.
Ni una más, Ni una menos, Vivas nos queremos
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