Migrantes haitianos con licenciatura chambean de chalanes en CDMX para no vivir en la calle

Migrantes haitianos con títulos universitarios en derecho, administración o informática sobreviven en CDMX trabajando como ayudantes en negocios de comida, en vidrierías o en mercados por salarios que ni siquiera les permiten pagar una vivienda por sí mismos. Hasta…

Migrantes haitianos con títulos universitarios en derecho, administración o informática sobreviven en CDMX trabajando como ayudantes en negocios de comida, en vidrierías o en mercados por salarios que ni siquiera les permiten pagar una vivienda por sí mismos.

Hasta ocho personas tienen que juntarse para solventar la renta de pequeños departamentos además de su comida y gastos diarios. Esto en el mejor de los casos, pues quienes no logran conseguir trabajo, se ven obligados a vivir en la calle ante la falta de albergues públicos.

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Bajos ingresos y hacinación… pero mejor que en Haití

En colonias de alcaldías periféricas de CDMX, donde las rentas son más accesibles, se observan comunidades establecidas de migrantes haitianos que trabajan y realizan sus compras en negocios locales.

Migrantes haitianos realizan compras en la colonia Selene de CDMX. / Foto: Edgar Ulises Segura

Uno de ellos es Ricardo, de 29 años, quien entró a México por Chiapas el 17 de septiembre de 2023 y lleva casi dos meses viviendo en la colonia Selene, de la alcaldía Tláhuac.

En entrevista con Chilango, Ricardo relató que habita junto con su familia de ocho personas un departamento ubicado en una pequeña vecindad.

Pese a contar con dos títulos universitarios, uno en Administración y el otro en Derecho, el único trabajo que pudo conseguir fue como ayudante en una marisquería. Al respecto, cuenta que el salario que recibe no es suficiente para pagar su renta y demás gastos; todos los integrantes de su familia tienen que trabajar para solventar el alquiler. Pese a su bajo ingreso y las condiciones de hacinamiento, asegura que en México vive mejor que en Haití.

“Yo salí de Haití por la inseguridad y porque no hay trabajo. En Haití no encontraba trabajo, y aquí en menos de dos meses ya encontré trabajo”, comentó.

Caso similar es el de Luco, quien huyó de Haití debido a la violencia. Familiares suyos fueron asesinados y otros perdieron su casa a manos de grupos criminales. Él decidió salir de su país a través de República Dominicana. Pasó por Chile, Colombia y otros países hasta llegar a Chiapas y luego, a CDMX. Con estudios universitarios en Informática, aquí trabaja como ayudante en una vidriería.

A diferencia de Ricardo, quien eventualmente planea seguir su camino hacia Estados Unidos, Luco no descarta la idea de quedarse en México. “El plan es vivir bien, el lugar no importa”, comenta sobre su panorama a futuro, y agradece a Iván, el dueño de la vidriería donde trabaja desde hace mes y medio.

Migrantes haitianos en CDMX
Foto: Edgar Ulises Segura

El idioma es la principal barrera

El común denominador en Ricardo y Luco es que ambos hablan español. Ricardo es autodidacta: al llegar a México comenzó a usar el traductor para comunicarse con otras personas. Así fue aprendiendo a hablar español. Luco, por su parte, aprendió español cuando estudiaba. Sin embargo, explica que la principal barrera para los migrantes haitianos en CDMX es el idioma.

Junto a Luco, Mervile es otro migrante haitiano que trabaja en la vidriería de Iván, ubicada en la colonia Miguel Hidalgo de Tláhuac, es Mervile. Pero a diferencia de Luco, Mervile no habla español, sino únicamente creole, idioma oficial de Haití que combina el francés con lenguas africanas.

Migrantes haitianos en CDMX
Iván, quien emplea a Luco y Mervile, da trabajo a migrantes y les enseña el oficio en su vidriería. / Foto: Edgar Ulises Segura

Luco ayuda a Mervile a aprender el oficio en la vidriería y le traduce las indicaciones de Iván. Sin embargo, no todos los haitianos tienen la fortuna de tener a alguien que les ayude a entender el español. Eso dificulta su integración y también el trato que reciben.

“La gente mexicana es muy amable”, opina Luco. “Pero es normal que cuando no entiendes un idioma te desesperes con las otras personas”, agrega. También considera que en general recibe un buen trato por parte de los mexicanos. No obstante, reconoce que las personas de la tercera edad suelen tener más prejuicios y conductas discriminatorias.

La barrera del idioma es tal que sin hablar español se complica conseguir trabajo. Y sin trabajo, es casi imposible pagar una vivienda. No hablar español casi equivale a tener que vivir en la calle.

Así, mientras algunos migrantes haitianos se integran a la vida cotidiana en las colonias de CDMX, otros viven marginados en casas de campaña, como en la avenida Heberto Castillo, en Tláhuac.

Cerca de 500 migrantes viven en casas de campaña sobre las banquetas de la avenida Heberto Castillo, en Tláhuac / Foto: Edgar Ulises Segura

Migrantes haitianos, entre la migración y la marginación

La avenida Heberto Castillo se ubica a un costado del Bosque de Tláhuac, donde hasta hace algunas semanas había un albergue para migrantes. De acuerdo con datos de las propias autoridades de CDMX, en el albergue con capacidad para 180 personas llegó a haber una sobrepoblación de hasta cuatro mil migrantes.

Sin embargo, el albergue cerró sus puertas. Lejos de continuar su camino hacia el norte, como pretendían las autoridades federales y capitalinas, los migrantes permanecen en la calle, afuera de lo que algunas vez fue el refugio, viviendo en casas de campaña.

Con una lona en español, la Comar anuncia a los migrantes que ya no hay albergue en Tláhuac
Con una lona en español, la Comar anuncia a los migrantes que ya no hay albergue en Tláhuac. / Foto: Edgar Ulises Segura

El 12 de diciembre de 2023, en conferencia de prensa, el jefe de Gobierno, Martí Batres, reconoció que el cierre en el albergue de Tláhuac ha ocasionado quejas de vecinos debido a la obstrucción de la vía pública y a la generación de basura y desechos. Sin profundizar en los motivos del cierre del albergue, explicó que el plan es que los migrantes sigan su camino:

“En coordinación con las autoridades federales se está buscando, por un lado, que se dé esta atención humanitaria, pero también por otra parte facilitar que las personas migrantes puedan seguir su ruta hacia la frontera norte. O aquellas que se van a establecer en el país, que lo hagan en aquellas regiones donde se está requiriendo ampliamente fuerza de trabajo para grandes obras, que no es el caso de la Ciudad de México”, dijo.

No obstante, esto está lejos de ocurrir. La avenida Heberto Castillo se ha convertido en un campamento de migrantes en la vía pública. En un recorrido por la zona, Chilango constató que repartidas sobre ambas banquetas de la avenida hay más de 150 casas de campaña donde lxs migrantes pasan frío, cocinan y comen en la vía pública y carecen de sanitarios o lugares para asearse. Las casas de campaña también se comparten, por lo que el número de personas que viven en esta zona es cercano a 500. Algunas de las casas están hechas con lonas de propaganda electoral de alcaldes, diputados o aspirantes a candidaturas en 2024.

Así luce la avenida Heberto Castillo / Foto: Edgar Ulises Segura

En noviembre, antes del cierre del albergue, la alcaldesa de Tláhuac, Berenice Hernández, se pronunció a favor del cierre del albergue y pidió que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) atendiera a lxs migrantes en otro sitio. Pero lejos de irse, las y los migrantes comenzaron a establecerse en las comunidades alrededor de donde alguna vez estuvo el albergue.

Por ejemplo, Luco y Mervile ahora viven en la colonia Miguel Hidalgo, donde estaba el albergue de Tláhuac. Por otro lado, en San Luis Tlaxialtemalco, Xochimilco, también se instaló en su momento un albergue que ya no opera. Muy cerca de ahí, en Tulyehualco, migrantes trabajan en comercios locales. Por ejemplo, un joven que habla perfecto español atiende un puesto de plátano en el tianguis.

Migrantes haitianos trabajando en CDMX
Foto: Edgar Ulises Segura

También en Tulyehualco, una chica que solo sabe lo necesario del idioma para ofrecer sus productos y dar cambio a lxs clientes se dedica a vender papas fritas.

Migrantes haitianos trabajando en CDMX
Foto: Edgar Ulises Segura

WiFi de CDMX, conexión de personas migrantes haitianas con su país

Sin importar si viven en la calle o rentan algún departamento, los datos móviles son un lujo que muy pocos migrantes haitianos se pueden dar. Para ellos, la conexión con su país es el WiFi público de CDMX.

Migrantes haitianos usan el WiFi público de CDMX
Migrantes haitianos usan el WiFi público de CDMX / Foto: Edgar Ulises Segura

En los puntos con conexión de WiFi es posible observar a las personas migrantes enviando y recibiendo mensajes de sus familiares en Haití.

Foto: Edgar Ulises Segura

Otros como Ricardo, también tienen familiares en Estados Unidos, lo cual les permite vivir un poco mejor. A través de tiendas como Elektra y Coppel cobran depósitos que les envían sus familiares en el vecino del norte. Por ello, afuera de las sucursales se observan largas filas. También reciben ropa.

Si bien estos apoyos ayudan a su economía, en la mayoría de los casos no resuelven del todo problemas de acceso a la vivienda y alimentación, situación propiciada en parte por la falta de albergues públicos. Los que existen son de la sociedad civil y no se dan abasto ante una crisis humanitaria que parece no tener respuesta del Estado.

Migrante haitiana vende papas fritas en mercado de Tulyehualco, Xochimilco. / Foto: Edgar Ulises Segura

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