La “Limusina Naranja” tiene muchos rincones y secretos dentro de sus instalaciones que, por las prisas o las misma vicisitudes de la vida, muchas veces pasamos desapercibidos. Un ejemplo es la zona arqueológica del Metro de la CDMX, una de las más visitadas de toda la capital y en donde está la pirámide de Ehécatl.
¡Seguro la has visto alguna vez en uno de tus trayectos! La puedes encontrar en el transbordo entre la Línea 1 (rosa) y la 2 (azul) de Pino Suárez. De hecho, de ahí surge la inspiración del característico ícono para distinguir la estación.
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¿Cuándo la encontró el Metro?
A finales de la década de los 60, cuando todavía seguía la construcción de la primera línea del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, se encontraron los vestigios de un extenso centro ceremonial mexica. En aquel momento hubo mucha polémica debido a que las obras no se detuvieron pese al hallazgo.
El área se exploró entre 1967 y 1970 bajo la coordinación de los arqueólogos Jordi Gussinyer y Raúl Arana. Originalmente constaba de un patio de grandes proporciones, escalinatas en tres de sus lados, así como varios adoratorios colocados al centro.
Esta zona arqueológica tenía cuartos habitacionales conectados entre sí por pasos exteriores, canales y muros, que constituían un corredor de acceso de la calzada de Iztapalapa hasta Tenochtitlan.
La pirámide de Ehécatl tiene dimensiones de 10.70 metros por 7.60 metros por lado y 3.70 metros de altura. Este adoratorio, que data del año 1400 a 1521 d.C, cuenta con cuatro etapas constructivas, es de base circular y en su parte superior debió ir colocada la imagen de la deidad.
El hallazgo de la pirámide del Metro
Cuando el Metro descubrió esta pirámide encontraron en su interior una escultura conocida como “La monita”, que había sido colocada como una ofrenda para el Dios del viento. Se trata de la representación de un mono (ozomatli) policromado en rojo y negro.
Esta curiosa escultura porta una máscara bucal del Dios del viento Ehécatl. A su torso lo rodean dos serpientes: una enroscada en su base y otra que se convierte en la cola del primate.
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¿Quién es Ehécatl?
El arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez cuenta que Ehécatl es una de las manifestaciones de Quetzalcóatl como deidad del viento. Las culturas prehispánicas lo representaban por medio de una imagen humana masculina, con máscara roja de ave con pico sobresaliente, ocasionalmente con colmillos y barba escasa.
Una de las misiones encomendadas a este dios fue ser precursor de la lluvia. Su imponente soplo barría los cielos, los campos y los caminos, dejándolos listos para recibir el beneficio de la lluvia y por consecuencia, la fertilidad de la tierra.
Así como sigue sucediendo en la capital del país, este Dios hacía sentir su presencia con fuertes vientos que causaban temor en las casas, en los bosques y en la selva, a la vez que derribaba árboles y causaba grandes tolvaneras.
Como advocación de Quetzalcóatl, se le hacía fiesta en la veintena Etzalcualiztli. Ésta era presidida por sacerdotes y devotos a quienes se les llamaba quequetzalcoa, que se distinguían por llevar consigo adornos de la deidad.
Una zona arqueológica muy visitada
No todo es el Templo Mayor. Esta zona arqueológica del Metro, que podría pasar desapercibida por lxs usuarixs, es una de las más visitadas que tiene la Ciudad de México. Por lo menos dos millones de personas la visitan al año.
Aunque, claro, la pirámide de Ehécatl recibe una “ayudadita” de que esté dentro de la estación Pino Suárez. Tan sólo en 2022, según cifras del Metro, el transbordo registró la entrada de un millón 940 mil 398 personas por la Línea 1, así como 940 mil 552 por la Línea 2.
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