La leyenda de La Llorona es una de las más conocidas en México por su fascinante historia y su cercanía con nuestro pueblo. Seguramente alguna vez hemos escuchado que algún familiar o amistad hasta pudo escuchar el lamento tan conocido: “Ay, mis hijos”.
En el imaginario de este popular fantasma podemos ver a una mujer, vestida de blanco, que aparece cerca de las corrientes o caudales de agua. Sin embargo, pocos conocen el origen de la historia que por generaciones ha aterrorizado a nuestro país.
Por ello, en Chilango platicamos con Veka Duncan, historiadora del arte, que recientemente publicó el libro Luis y Caro vs los Fantasmas de la Ciudad, para que nos platicara el origen de la leyenda de La Llorona y su relación con la CDMX.
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El origen de la leyenda de La Llorona
No todos saben que el origen de la leyenda de La Llorona es prehispánico. Veka Duncan señala que se cree que este fantasma está relacionado con Cihuacóatl o Tonantzin, diosa madre y de la fertilidad para los mexicas, cultura que fundó México-Tenochtitlan, hoy la Ciudad de México.
El mito de esta deidad cuenta que, para crearnos, molió los huesos de los antiguos habitantes de la tierra hasta hacerlos polvo. De estos restos creó a los nuevos seres humanos, que hasta nuestros tiempos dominan el mundo.
La leyenda de La Llorona también, contó la historiadora, está relacionada con las cihuateteo, mujeres que murieron durante el parto y que eran consideradas como guerreras. Cihuacóatl es la encargada de proteger sus almas en un inframundo que ella misma domina y a los cuatro años las deja volver a la tierra para aterrorizar a los vivos.
Veka Duncan pone de ejemplo que Cihuacóatl, para asustar a las mujeres, colocaba en los caminos una cuna y, cuando ellas se asomaban, veían un cuchillo en vez de a un bebé. En cambio, las cihuateteo tenían la capacidad de enfermar a los niños.
La leyenda de La Llorona y la Conquista
La también especialista en la historia del Centro Histórico de la CDMX señala que es muy importante saber este contexto para entender la leyenda de La Llorona. La razón es porque, en las crónicas españolas, los conquistadores colocan a la Cihuacóatl como una diosa que llora por sus hijos.
Uno de los grandes ejemplos son las crónicas de la Historia general de las cosas de Nueva España, donde el fray Bernardino Sahagún pone a la deidad como uno de los presagios funestos que le avisaron a Moctezuma que su imperio iba a terminar, incluso antes de la llegada de Hernán Cortés.
“Uno de esos presagios era el espíritu de una mujer que salía del lago de Texcoco (dónde se fundó la ahora CDMX) que recorría las calles por la noche y lloraba por sus hijos. La interpretación de esto es que Cihuacóatl, la diosa madre, llora por los mexicas porque sabía que su tiempo se iba a acabar”, expresó en entrevista Veka Duncan.
En su relato, el franciscano menciona que el sexto presagio funesto, historia que le contaron sus informantes, estaba esta mujer llorando y gritando: “‘¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!’ Y a veces decía: ‘Hijitos míos ¿a dónde os llevaré?’”.
La Colonia y la consolidación de la leyenda
En la época de la Colonia es dónde se consolida la leyenda de La Llorona. Cronistas como Luis González Obregón o José María Marroqui cuentan una versión en la que este fantasma aparecía en el Zócalo, del ahora Centro Histórico de la CDMX, para asustar a los habitantes de la Nueva España.
Duncan menciona que el espíritu se hincaba en la plaza, mirando hacia el oriente (por dónde llegaron los españoles) y lloraba por sus hijos. Los hombres que la intentaban seguir eran llevados hasta el lago y ahí desaparecía la mujer sin dejar rastro alguno.
“Es interesante. Vemos que el vínculo con el agua también presentan estas otras versiones, sólo que la del presagio funesto sale del lago, mientras que La Llorona de la Colonia se mente en el lago al terminar su lamento”, detalló.
“Otro dato es que en esta versión se hinca el oriente. No hay que olvidar que los conquistadores llegaron del oriente, llegaron de Veracruz. Es muy interesante que esté relacionado con la Conquista”, agregó.
Explica que en esta época ya comienzan a cambiar los rasgos de La Llorona como ahora la conocemos con el vestido blanco. Ya se alejan de la vestimenta tradicional de Cihuacóatl y las cihuateteo, dónde aparecen con el rostro pintado mitad negro y mitad rojo.
“Los relatos hablan del mestizaje, del sincretismo. Es hibridación de la cultura europea con la cultura prehispánica. Por eso a partir de La Colonia la encontramos con las características de los fantasmas europeos, con el velo, con el vestido blanco, pero sigue presente esta idea de que llora por sus hijos”, expuso.
Las otras versiones de la leyenda de La Llorona
Desde entonces la leyenda de La Llorona se ha ido deformando hasta la que hoy circula de boca en boca por las calles de México como la versión de un despecho que terminó con el asesinato de sus hijos, de que ella misma ahogó a sus niños o que dejó a sus retoños cerca de un río y este los mató.
Uno más es la leyenda de La Cegua, relacionada también con la diosa Cihuacóatl y que circula por varias partes de latinoamérica. En este relato, el fantasma es una mujer hermosa que se le aparece a borrachos y taxistas. Los seduce para poder atraerlos. Cuando se acercan a ella, levanta su velo y cambia su rostro por la cabeza de un caballo.
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