Durante el siglo XX hubo varias nevadas en la Ciudad de México, así que es muy probable que un día de estos nos toque ver que las calles de la capital se cubran de blanco: la última de ellas fue el 11 de enero de 1967, así que tus abuelos se deben de acordar. Ese año hubo una gran helada en todo el país y en el Zócalo, la nieve alcanzó los 5 centímetros de espesor. Pero hagamos un recuento de lo que pasó ese día:
Las nevadas comenzaron el 9 de enero al norte del país y el 10 y 11 ya habían llegado al centro de la capital. Monterrey sufrió uno de sus peores días, los vuelos se suspendieron y muchas personas quedaron incomunicadas. En el DF también nos fue mal: en algunas localidades del Ajusco como La Cima y Parres, la nieve alcanzó los 60 centímetros de altura.
Los periódicos sacaron lo mejor de sus repertorios poéticos para esa ocasión: el Excélsior apuntaba que “como si formaran una cortina de fino tul, infinidad de copos de nieve cayeron sobre la capital”. Otros ponían fotografías de Reforma cubierta de nieve con el pie: “Los copos de nieve cayeron suavemente sobre la Ciudad de México. Poco a poco se formó el albo manto que cubrió a la gran capital y que constituyó un espectáculo nuevo para muchísimos capitalinos que no habían visto en su ciudad el maravilloso paisaje níveo” ¡esas eran descripciones!
Recogimos algunos testimonios de ese día. La señora Rosalba Arenas, de 64 años recuerda perfectamente esta nevada: “La verdad es que nadie tenía ropa para ese clima. Tenía 17 años, estaba estudiando y me puse un suéter poco abrigador: nunca imaginé el frío en la calle. Sentí que se me congelaban la nariz y las manos, como agujas en la piel. En ese entonces iba de Mixcoac a Tacubaya y toda la gente iba igual que yo: algunas mujeres traían rebozos y mascadas tapándose la cara porque no se usaban tanto las bufandas. El transporte en esa zona trabajaba con regularidad aunque, claro, algunos autos no arrancaban. A decir verdad, yo recuerdo otra nevada más intensa aunque pocos se acuerdan de ella, más o menos por el año 57″.
Por su parte el señor Luis Gutiérrez vivió esa nevada en la colonia de los Doctores: “Yo tenía nueve años. El frío de la noche anterior fue insoportable, pero cuando desperté mi mamá me avisó que el patio estaba cubierto de nieve. No lo podíamos creer. Me acuerdo perfectamente que mi papá me puso varias capas de ropa: dos calcetas, dos pantalones, playeras, suéter y uno de sus abrigos. Sólo así me dejó salir a la calle; caminamos por la calle de Vértiz hacia el centro y en todas las casas se veía jugar a los niños. Mucha gente ni siquiera fue a trabajar y ni lo necesitaban: todos estaban felices. Eran otros tiempos”.
Pero no todo fue dicha y felicidad: ese día también se desbordó el Río de los Remedios causando que varias colonias de la delegación Gustavo A. Madero quedaran inundadas. La carretera a Cuernavaca permaneció cerrada por más de 12 horas y el presidente Gustavo Díaz Ordaz tuvo que implementar un programa de emergencia con ayuda del ejército. A los capitalinos no les importó mucho porque se la pasaron aventando bolas de nieve al que pasara, pero lo cierto es que hubo cortes de luz y de teléfono. Se calcula que ese día murieron entre 15 y 25 personas debido a la hipotermia. El periódico La Prensa dice que un automovilista se enojó de que le aventaran bolas de nieve a su parabrisas y sacó una pistola.
Sin embargo no fue la peor nevada: el 11 de febrero de 1907, en los albores de la revolución cayó la nevada más fuerte. Trece años después, en 1920 cayó otra y hay registros de una nevada menor en 1969 cuando el termómetro bajó a los -4 grados centígrados. Hoy nos preguntamos si la ciudad está preparada para una nevada