Cuando el futuro no alcance: hi-nrg de colección
Jaime Ruelas es el ilustrador del high energy en México. Desde Tlatelolco, sus carteles impulsaron toda una cultura futurista que nutrió a una generación.
Por: Carlos Acuña
Jaime Ruelas es el ilustrador del high energy en México, casi de manera oficial. Originario de Tlaltelolco, sus carteles crearon toda una cultura futurista que puso a volar a una generación entera.
El astronauta miraba hacia Eje Central. Recuerdo sus manos intentando alcanzar un disco vinil que flotaba en gravedad cero. El cartel estaba pegado sobre un poste de luz y anunciaba una fiesta de música disco en el Centro de Convenciones Tlatelolco. Tal vez fue el dibujo minucioso, la estética futurista de los años ochenta o el diseño limpio que lo hacía destacar entre los otros afiches, el caso es que años después aún recuerdo a detalle aquel dibujo visto casi al vuelo.
–¡Ese es el efecto que yo busco! Lo he contado varias veces: cada que se organizaba un evento y se distribuían los flyers, el suelo quedaba tapizado con ellos. Mi único objetivo era que no los tiraran, que se los llevaran consigo.
Quien habla –este sujeto de anteojos redondos, vestido de negro y sudadera guinda– es Jaime Ruelas. Diseñador, Ruelas es el ilustrador del High Energy en México más representativo de éxicoM. Su trabajo lo conoce cualquiera que haya crecido en el Distrito Federal de los años ochenta al ritmo de Living on Video de Trans X o Shoot your Shot de Divine. Dibujos suyos aparecen todavía en algún muro de la zona centro de la ciudad, cuando se aproxima algún evento sonidero. Vikingos gigantes que destrozan el Palacio de los Deportes, tráilers de 26 ruedas descargando bocinas monumentales, naves espaciales que aterrizan sobre la Torre Latino desplegando enormes bafles y plataformas de baile: Equipos de Luz y Sonido.
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Derivados de los sonideros tropicales, los Equipos de Luz y Sonido fueron la respuesta cultural a una época. En 1982 el país vivía un estado de alarma: el peso caía en picada mientras la deuda crecía. Y ante la imposibilidad de acceder a discotecas como La Jirafa en Satélite o 747 en la Zona Rosa, la mayoría de los jóvenes de clase media buscaba cualquier forma de escapar del aburrimiento y la incertidumbre.
–Nosotros éramos la perrada, el populacho –explica Ruelas–. El high energy surgió porque queríamos repetir la experiencia de una discotequepero de forma barata: para todos. Hoy yo veo a muchos chavos sucumbir ante los precios de los grandes festivales, no veo una escena propia, barata, para todos, como fue la nuestra.
El rumor se esparció por doquier: en la unidad Nonoalco Tlatelololco, dentro del auditorio del Deportivo Antonio Caso, se organizaban fiestas con luces estroboscópicas, música nueva, ambientazo. Los DJ’s eran Jaime y un amigo suyo, Apolinar Silva. Era el inicio del Sonido Polymarch y de un extraño ritmo nuevo, a medio camino entre el disco y la música electrónica. El high energy estaba por convertirse en una fiebre.
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–Empezó a llegar muchísima gente –recuerda Ruelas–, cuando vieron que la convocatoria era demasiada ya no nos prestaron el auditorio: tenían miedo de sus instalaciones. Entonces nacieron las discotecas móviles. Nos inspiramos en los sonideros tropicales pero después se convirtió en algo completamente distinto, con ballets futuristas en vivo, a veces muy bien producidos.
Entonces estudiante de diseño gráfico, fanático del diseño industrial y de las naves espaciales de Moebius, de las mujeres biomecánicas dibujadas por Hajime Sorayama y los vikingos de Frank Frazetta, Ruelas comenzó a diseñar y a dibujar flyers y carteles que encajaran con la estética futurista de la música. Ruelas estaba por convertirse en el ilustrador del high energy oficial del Distrito Federal. Le dio la espalda a la música para concentrarse en la tinta, el estilógrafo, los logotipos. Su estilo minucioso y lleno de carácter pronto atrajo coleccionistas: había quien rescataba sus originales de la imprentas y atesoraba los carteles como joyas.
–Yo no supe mucho de aquella época –se disculpa Ruelas–, sobre todo del ‘82 al ’83 yo me la pasé encerrado en mi casa. Tenía demasiado trabajo: dibujaba un cartel para cada noche. Nunca pensé que se convertirían en objetos de culto: no había esa pretensión. Hay quien me refiere que mis ilustraciones fueron algo fundamental para consolidar todo aquel movimiento. Pero yo me enteré mucho después.
Era la época de los sonideros: Kong, Soundset, el Patrick Miller o Winners se presentaban en cualquier recinto disponible, los fanáticos del género empezaron a imitar a los personajes de Ruelas y se vestían como vikingos cyborg’s, punk futuristas. El ilustrador del High Energy había creado un movimiento. «En el mundo del disco, del high energy y el techno, la gráfica es lo mismo que el sistema de sonido al que representa: un objeto de culto, un concepto, un mito, una gesta», apunta Mariana Delgado en el blog Gráfica Sonidera.
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–Yo intentaba vivir la historia que dibujaba –explica Ruelas desde su departamento, todavía en Tlatelolco–. Si había una nave aterrizando sobre Bellas Artes, esa nave tenía que estar llena de detalles que la hicieran coherente: quería que la gente se imaginara cómo funcionaba, que viera a multitudes de monitos chiquitos a lo lejos señalándola. Todavía hay personas que me dicen: «yo en la fiesta casi casi veía los camiones de 30 llantas descargando el equipo». Era mi objetivo: hacerlos alucinar. Todos jugábamos a estar dentro de ese viaje.
En Jaime Ruelas, ilustrando el high energy, la diseñadora Itzel Sáenz enumera las razones por las cuales el trabajo de Ruelas fue tan emblemático. El ilustrador del High Energy haía dado bení el clavo: su calidad técnica, además de la manera en que recrea las ciudades y elementos urbanos que todos conocemos, creaba una ciudad paralela, embellecida con una utopía estética. Lo más importante sin embargo, lo que hace que sus diseños sigan vigentes aún hoy, es su potencial para crear una identidad colectiva, a ras de calle, aunque representara estrellas y naves espaciales.