En otra entrega más de nuestras Historias de taxi, una lectora de Chilango nos dice cómo descubrió el engaño de su taxista.
Luego de abordar el taxi, en los alrededores del Metro Revolución, Fanny Rivera se percató de dos cosas: el vehículo circulaba más lento de lo normal y el taxímetro marcaba una tarifa diferente, como si lo hubiera tomado en un sitio.
“Al subirme vi el taxímetro y vi que era de sitio, inmediatamente le dije que si no tenía la tarifa normal y el conductor me respondió que no me preocupara, que iba a descontarme todo, pero que lo disculpara, que no me bajara porque necesitaba el pasaje”, relata Fanny.
Tras aceptar las condiciones, la pasajera observó que el conductor, un hombre de la tercera edad, lucía una apariencia sucia.
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Ya rumbo al destino, el conductor comenzó a platicar con ella. “Empezó diciéndome ‘¿qué cree señorita?’, yo le contesté: ‘¡Dígame!’. Me dijo llorando que lo habían asaltado”.
El taxista relató que minutos antes había sido asaltado en la gasolinera que se encuentra sobre la Ribera de San Cosme. Ahí, un hombre y una mujer con un bebé se subieron para pedirle que los llevara urgentemente a un hospital, porque el niño estaba muy grave de salud.
Antes de llegar al hospital, dijo el taxista, los pasajeros lo habían obligado a entrar “a una calle fea”, le pidieron que detuviera la unidad y lo asaltaron. Incluso, contó el taxista, le habían pegado para quitarle su celular y todo lo que había ganado ese día.
Después de contar el supuesto asalto, el conductor le relató a la joven que “había trabajado durante toda la noche, por que su esposa tenía cáncer terminal y necesitaba unos medicamentos”, recuerda Fanny.
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“Yo sentí feo, porque mi abuelita había fallecido de cáncer, y el señor siguió llorando y yo le di palabras de aliento”, recuerda Fanny.
En medio de la plática, el celular del conductor comenzó a sonar. El taxista detuvo el vehículo y comenzó a llorar desconsolado, tras recibir una llamada en la que supuestamente le decían que su esposa ya había fallecido. “Él decía al teléfono: ‘¡No te preocupes, hijo, yo sacaré para el funeral!’”.
En ese momento, Fanny no se dio cuenta de que, según el relato del taxista, le habían robado el celular durante el asalto del que supuestamente había sido víctima. Afligida por la historia, la mujer le dio el pésame y ofreció que la dejara en ese lugar; sin embargo, el taxista rechazó la propuesta porque “tenía que seguir trabajando”.
“Llegamos a mi destino y le di todo lo que traía que eran como $300, más los $50 que marcó el taxímetro. Obvio no le pedí que descontara nada, a pesar de saber que un taxi me cobra exageradamente $30 por ese trayecto. En fin, lo hice con todo mi corazón y llegando a casa lloré, porque me había dolido el dolor ajeno”, menciona Fanny a Chilango.
Dos meses después de esa experiencia, Fanny volvió a abordar un taxi. Esta vez en la avenida Benjamín Franklin, y fue en ese momento, cuando la joven se enteró que habia sido víctima de una estafa, pues el taxista era el mismo que la había llevado a su casa desde el Metro Revolución.
“El mismo llanto, la misma llamada, el mismo taxímetro, todo idéntico a la vez pasada, lo reconocí cuando vi el taxímetro y le hice mención de eso y cuando de inmediato me hizo la misma pregunta: ‘¿Qué cree señorita?’”, relata la joven.
Fanny decidió bajar antes de llegar a su casa, y pagarle la tarifa exacta. “Me bajé del taxi y le dije en la ventana: ‘¡Cámbiele a la historia cuando me vuelva a subir a su taxi, porque esa ya me la sé!, ¡pobre de su esposa!, ¿cuántas veces la ha matado?’. Él solo me vio y se rio”.
Al recordar los hechos, la joven reconoce que lo que le dio coraje fue que el sujeto haya jugado con sus sentimientos y sus recuerdos de dolor, por lo que espera jamás volverlo a ver.
¿A ti, te ha pasado un engaño, algo macabro o te ha tocado un taxista muy rifado? Comparte tu caso en nuestras historias de taxi al correo cp@chilango.com.
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