Antes de convertirse en ícono mundial de la Navidad, la flor de nochebuena tuvo varios usos y significados a lo largo de su historia.
Pero ¿sabías que se trata de una flor 100% mexicana? De acuerdo con una investigación de Laura Trejo, bióloga de la UNAM, la nochebuena es originaria de Mesoamérica. Antes de ser llevada de forma artificial por el hombre a distintas partes del mundo, solo se daba en el territorio comprendido entre Sinaloa y Guatemala, a lo largo de la Costa del Pacífico.
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Originalmente los pueblos originarios la usaban para teñir textiles y pieles. También le daban usos medicinales e incluso rituales. De hecho, su significado original tenía más que ver con la guerra que con las noches de paz y de amor.
Entonces ¿cómo se convirtió la flor de nochebuena en símbolo de la Navidad?
Nezahualcóyotl, un personaje clave en la historia de la flor de nochebuena
Según datos de la Secretaría de Cultura, fue Nezahualcóyotl, señor de Texcoco, quien trajo la flor de nochebuena al centro del país.
La flor se daba únicamente en la costa del Pacífico. Sin embargo, fue el llamado rey poeta quien creó el primer jardín botánico del que se tiene registro en territorio mexicano. Y para ello, mandó traer varias especies de plantas desde lugares muy lejanos.
Para los aztecas, lo que hoy conocemos como flor de nochebuena se llamaba Cuetlaxóchitl, que significa “flor que se marchita”.
La flor de nochebuena y su relación con el Huitzilopochtli, dios de la guerra
Artículos históricos del Gobierno de México indican que nuestros antepasados asociaban a la flor de nochebuena con la sangre y la guerra. Por ello, se utilizaba en distintos rituales relacionados con los guerreros:
“Para los aztecas su color rojo simbolizaba la sangre de los sacrificios que ofrendaban al sol para renovar sus fuerzas”.
De acuerdo con la secretaría de Cultura, la Cuetlaxóchitl se colocaba en los altares de los guerreros caídos en el cumplimiento de su deber durante las batallas y conflictos bélicos.
Asimismo, “esta flor ritual se empleaba en varias celebraciones del amplio calendario festivo, sobre todo en la fiesta llamada Tlaxochimaco, del noveno mes, dedicada a Huitzilopochtli, el dios de la guerra“.
Otros usos que le daban los aztecas era medicinal. Su consumo aumentaba la producción de leche materna. Asimismo, se empleaba para teñir textiles y su color rojo estaba asociado con el poder, según se desprende del escrito Historia de las cosas de la Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún.
De flor de guerra a flor de Navidad
Pero para los aztecas, la nochebuena no solo era una flor asociada a la muerte de los guerreros, sino también a su renacimiento. “Se pensaba que regresaban a la tierra a libar de la miel de esta planta, por eso se colocaba en los altares dedicados a los guerreros muertos en cumplimiento de su deber”, indica la Secretaría de Cultura. Este es uno de los motivos por el que, durante la época de la colonia, los frailes comenzaron a colocar esta flor en los nacimientos previo a la celebración de la Navidad.
El objetivo era evangelizar a los pueblos prehispánicos. Y los evangelizadores encontraron en la nochebuena un elemento ideal. La investigadora de la UNAM Laura Trejo apunta a que fueron los frailes franciscanos de Taxco, Guerrero, los primeros en introducir la flor de nochebuena en los festejos de la Navidad Católica.
La globalización de la nochebuena
La historia de la flor de nochebuena volvió a dar un giro en el siglo XIX gracias a Joel R. Poinsett. De hecho, la importancia de este personaje es tal que la Euphorbia Pulcherrima, nombre científico que recibió la Cuetlaxóchitl, se conoce en varias partes del mundo como Poinsettia en honor a Joel.
Poinsett llegó a México en 1825 como Enviado Extraordinario y Ministro ante México por parte del Gobierno de Estados Unidos. Pero más allá de su labor política, este personaje también se dedicó a la botánica, pues era miembro de la Sociedad Científica Americana.
La nochebuena llamó la atención de Poinsett, por lo que decidió enviar esquejes (tallos en macetas) al Jardín Botánico de Bartram, en Filadelfia. En 1929 la Jardín Bartam presentó la ‘poinsettia’ en una exposición de plantas, llamando la atención de floricultores europeos, que la llevaron también al viejo continente.
Otro personaje clave en la historia de la flor de nochebuena fue Albert Ecke:
“A principios del siglo XX llega a California Albert Ecke, un migrante alemán, que la cultiva de forma masiva, crea una gran cantidad de variedades, mediante la innovación genética, y hace el gran negocio de la floricultura estadounidense. Desde entonces la Poinsettia es fuertemente asociada con Estados Unidos y las fiestas de fin de año”, detalla el artículo de la UNAM.
De modo que la flor de nochebuena fue resignificada por los españoles y globalizada por los estadounidenses. Pero es una flor mexicana.
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