🎶 El panadero con el pan 🎶 ¿Por qué es adictivo el pan de dulce? ¿Qué pasa en tu cerebro cuando pruebas estos manjares?
Las antiguas civilizaciones florecieron en gran medida por sus habilidades para producir, almacenar y distribuir los cereales.
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El pancito está elaborado con este grupo de alimentos, como el maíz, el arroz, el trigo, entre otros.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en los países en desarrollo, los cereales suministran el 70% o más del consumo energético de la población.
Entonces, el pan podría considerarse como un sustento clave en la dieta de las personas.
Sin embargo, cuando se combinan ciertas sustancias, el alimento puede convertirse en algo dañino.
“La combinación de harinas refinadas, azúcares (en su mayoría azúcares simples) y grasas, produce un alimento alto en sabor y es precisamente lo que nos va a provocar un placer muy grande al comer el pan dulce”, explicó la Nutrióloga, Paulina Alvarez a Chilango.
De acuerdo con la especialista, el pan dulce se considera un alimento con alta palatibilidad.
Esto quiere decir que es demasiado agradable para el paladar.
Por lo tanto, con una pequeña cantidad que pruebes, causará una explosión de sabor en tu boca.
“Esos sabores fuertes a nivel cerebral, nos causan esa sensación de placer inmediato, euforia y gusto. Se va convirtiendo en algo que queremos repetir siempre. Entre más lo consumimos, se va creando esa incapacidad de dejarlo”, aseguró.
De hecho, la nutrióloga indica que hay estudios sobre el gluten, que también es un componente clave en el pan, en el que se analiza si hay reacción en el sistema nervioso muy similar a lo que provoca una droga o un opioide.
Otros factores que determinan que el pan dulce sea tan sabroso, es la cuestión sensorial al verlo, olerlo y tocarlo.
También el aspecto conductual y social influye en esa “necesidad” de comer el pan dulce.
Debido a que el gusto por este alimento viene desde casa, porque desde pequeños ya existe esa costumbre de comerlo en el desayuno o en la cena.
“Empieza a volverse para nosotros algo tan normal, tal cual como un hábito y como cualquier hábito que vamos construyendo por mucho tiempo, intentar dejarlo de un día a otro no es fácil”, explicó Alvarez.
Pero ojo, antes de que te lances por una dona deliciosa o una oreja bien crujiente, la especialista recomienda que pongas mucha atención a la cantidad y tipo de pan que comes.
La razón es que una pieza promedio de pan aporta alrededor de unas 200 o 250 calorías.
Mientras que la cantidad de azúcar por pieza puede variar según el tipo de pan.
Es decir, dependerá si tiene relleno, glaseado, hojaldre o con corteza dulce, pero se estima que equivale de entre 4 a 6 cucharaditas de azúcar.
En el caso de la grasa, una dona cubierta de chocolate puede proporcionar hasta 4 cucharadas de aceite. ¡Aguas!
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¡Aiuuda! ¿Cómo dejar de comer el pan dulce?
“No se trata de poner al pan dulce como un villano, esa restricción, inconscientemente, me va a generar más deseo de comerlo”, afirma la nutrióloga Paulina Alvarez.
¿Cómo te sientes? Es importante que cuides de tus emociones, porque ese “bajón” te puede llevar a comer de más.
La necesidad de comer pan dulce se puede ir modificando gradualmente, para evitar comerlo todos los días.
Recuerda que en exceso puede desencadenar padecimientos o enfermedades.
Paulina sugiere empezar por elegir el tipo de pan.
Entre menos ingredientes extra tenga, como chantilly o chocolate, y sea más natural, será mejor.
En caso de que comas pan de empaque, es importante que cheques la lista de ingredientes.
“Debemos revisar la etiqueta, entre más larga sea la lista de ingredientes es más perjudicial, de preferencia que no sean más de 5 ingredientes y que no tenga azúcares añadidos”, puntualizó.
Luego puedes bajar la cantidad que consumes, por ejemplo, si te comes dos piezas de pan al día, puedes disminuir a una pieza.
“Hay que disfrutar el pan de dulce, pero sobre todo no hay que verlo como parte esencial de nuestra alimentación. Es muy rico, y eso no se puede negar, pero esto es cuestión de aprender a encontrar ese balance en nuestra alimentación”, finalizó.
Nutrióloga Paulina Alvarez
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