Los retos de la enseñanza chilanga

Por Colaboración Texto: Lucía Díaz Ilustración: Mariana Roldán

Mediante los puntos de vista de tres estudiantes en los niveles básico, medio y superior, exploramos los cambios que vive esta ciudad desde sus aulas.

Texto: Lucía Díaz

Ilustraciones: Mariana Roldán

Acceder a la mejor educación en la ciudad de México sigue siendo un privilegio y un símbolo de estatus. Sin embargo, la generación del lenguaje incluyente parece poner en jaque a un sistema que, pese a tecnologizarse, sigue teniendo rasgos conservadores. En el ámbito privado continúa prevaleciendo una educación colonialista, mientras que en la pública persisten las tensiones sociales. A pesar de ello, las y los chilangos siguen peleando por acceder a una educación profesional, aunque menos del 35% de quienes ingresan logran titularse. 

Estas son las historias de tres estudiantes, de diferentes contextos socioeconómicos y distintos niveles educativos, que nos permiten hacer una instantánea del momento por el que pasa la educación en México: los retos que enfrentamos, las lagunas pendientes por llenar, y también las cosas que vamos haciendo bien.

Julián

Entró a una escuela primaria ubicada en el sur de la Ciudad de México, tenía seis años y un diagnóstico de neurodiversidad. Esa fue la razón principal para que sus padres lo llevaran a un colegio inglés con un sistema abierto, inclusivo y liberal. Desde su ingreso tiene como apoyo una terapia emocional, y aunque han disminuido sus angustias, es un niño con hipersensibilidad que suele sentirse intimidado por estudiantes más grandes. Los temas como la guerra en Ucrania, Palestina y lxs niñxs sin hogar también suelen estresarle. Para evitar que esto incremente, las maestras han limitado el acceso de Julián a internet, diariamente cuenta solo con 15 minutos para usar la tablet y teléfonos celulares.

Ilustración: Chilango/Mariana Roldán

También recibe una educación sexual con la finalidad de que pueda conocer su cuerpo, crecer sin tabús y prevenirle de abusos desde temprana edad.  Dos niñes han cambiado de sexo y Julián les llama por sus nuevos nombres y pronombres como el resto. La aceptación de niñes trans ha sido más fácil para Julián que para las madres y los padres de familia. Sin embargo, la escuela ha hecho un esfuerzo para que la mentalidad cambie, y la última medida ha sido modificar el “día de las madres” por el “día de la familia”, pues varixs niñxs provienen de familias homoparentales. 

El papel sigue siendo el medio principal para hacer los trabajos de la escuela. Julián usa cuadernos y trabaja con lápices, colores y gomas como un niño hace 30 años. Sus materias son Ciencias, Arte, Matemáticas, Español, Sexualidad, Literatura, Educación Física y Música. Todas las materias las lleva en inglés y sus docentes son jóvenes provenientes de diversos países como Sudáfrica, Egipto, Brasil. 

La diversidad racial y religiosa es una de las cosas que más ha atraído a sus padres, quienes consideran que tener maestros extranjeros incentiva su curiosidad por otras culturas. Julián habla en perfecto inglés con sus maestrxs, pero se comunica con sus amistades y padres en español, su lengua nativa. Estudiar bajo un sistema inglés no le ha apartado de su interés por la cultura mexicana, pero ha sido su madre quien le ha contado sobre mitología mexica y maya en casa. Aunque la escuela está validada por la SEP, Julián no utiliza sus libros, salvo lo mínimo requerido.

El 80% de sus compañerxs son mexicanxs blancxs, aunque hay una importante población de familias indias y brasileñas mestizas. Pese a que su escuela ofrece muchas becas a sus estudiantes, no hay ningunx de origen indígena. Aunque entre los valores de la escuela están el respeto y la inclusión, sus padres no saben del todo si es un lugar libre de discriminación. Las cuotas que pagan son considerablemente altas, ambos tienen empresas propias y trabajan durante el día repartiéndose las labores de casa. Sin embargo, es a su madre a quien más buscan lxs docentes, asumiendo que es ella quien está dedicada a la crianza. 

Julián aún no ha visto ningún caso de acoso o violencia en la escuela. Los pleitos a golpes o de ciberbulling han ocurrido solo en la secundaria, cuando niñxs de otras escuelas privadas entran al colegio e irrumpen en la normalidad de esta burbuja privilegiada. Julián, a diferencia de sus compañeros, se lleva mejor con niñas, su mejor amiga se llama Tatiana, lxs dos son penosxs, usan lentes y juegan futbol juntxs. Todxs lxs niñxs llevan las prendas que desean, los estereotipos de género son evitados, y algo que se celebra es la autenticidad. En esta escuela no hay tareas, solo les dejan leer dos libros por semana y les recomiendan salir de casa y exponer a lxs niñxs al mundo.

Santiago

Cumplió 13 años mientras cursaba el primer año de secundaria en una escuela privada en Santa Fe. De lunes a viernes se levanta a las seis de la mañana y es su mamá quien le prepara el desayuno y lo lleva a la escuela en coche. 

La escuela de Santiago le exige llevar uniforme, aunque nadie le ha explicado aún por qué. Consiste en unos pants deportivos y, para cuando salgan fuera de la escuela, pantalones grises y una polo, un traje con saco y corbata. “Nos dijeron que sirve para distinguirnos cuando salimos de excursión”, comenta. La explicación sin embargo parece no convencerle: “solo hemos salido una vez al año y fue al Teletón”, añade, “es incómodo llevarlo, no permiten expresarte ni decidir cómo quieres vestirte”.

La pandemia dejó varias lagunas en su generación, les cuesta más trabajo concentrarse y tener orden y limpieza. En lo que más sufren él y sus compañerxs es en Matemáticas y cuando necesita ayuda a quien recurre es a su mamá, “si ella no sabe resolver los ejercicios, busco a mi abuela” aunque este año fue necesario contratar a un maestro particular. Sin embargo, las notas no parecen preocuparle, tampoco entiende para qué sirven, “supongo que es para llenar la boleta y que no se quede vacía”. Lo que más extraña de la pandemia es la libertad de moverse, tomar descansos y estudiar sin tener que pasar sentado ocho horas diarias en un banco. 

En su mochila hay cuadernos, un estuche, libros, escuadras y una tableta. Sus padres acaban de darle un teléfono celular, pero no lo lleva a la escuela. Algunxs de sus colegas lo usan en clase para buscar cosas en internet o chatear, pero Santiago prefiere comunicarse con ellxs directamente.

Ilustración: Chilango/Mariana Roldán

El sistema educativo de su escuela mezcla la educación análoga con la digital. Su salón se compone de bancos, un pizarrón y un proyector. La maestra tiene en su escritorio una computadora, y le hace llegar las tareas y calificaciones a su email. Santiago, sin embargo, no suele pasar tiempo en la computadora, “tengo una en casa que comparto con mi hermana, pero nunca la uso”. Santiago aún prefiere escribir y dibujar en papel, “es mucho más fácil”, cuenta. Sus exámenes son en papel, de respuestas u opción múltiple con la presencia de sus profes.  Cuando le pregunto sobre Chat GPT, su tono cambia un poco, “sí lo he usado, pero no para exámenes, solo para las tareas”. Ningún docente le ha reprendido por eso, “no creo que se hayan dado cuenta”, añade. 

Aunque sus padres invierten una elevada cantidad de dinero en su educación, Santiago comenta que si pudiera cambiar algo sería bajar el nivel de exigencia. Algunxs profes piden demasiado, como la de Inglés. La de Santiago es una generación intolerante al regaño, que puede pedir explicaciones a sus profes sobre sus calificaciones, e incluso convencerles para subirlas. Jamás le han castigado ni humillado en clase y asegura confiar en sus maestrxs, quienes considera que intentan ayudarle y generar un clima de respeto en clase. No obstante, la escuela no parece un lugar libre de conflicto y bullying “hay niñxs que se han peleado a golpes, tuvimos que separarlos para que no se lastimaran”, comenta.

El otro tema que parece ser complicado es la relación con las niñas, cada año lleva un taller de sexualidad donde se habla de géneros, orientación sexual y como cuidarse. Sin embargo, los prejuicios parecen seguir presentes. Santiago define el machismo como “creerse más capaces que las mujeres y pensar solo en los hombres”. Cuando le pregunto si algunos compañeros son machistas me afirma con seguridad que ninguno. “El problema son ellas, son groseras y prepotentes”, concluye.

Gilda

Estudia a distancia el octavo semestre de Arquitectura en la UNAM. Toda su familia ha estudiado ahí y nunca hubo otra posibilidad más que esa. Su trayecto por la educación pública comenzó en la educación primaria y continuó hasta el bachillerato en el CCH. Su pase a la universidad fue directo: “te piden solo tener un promedio de 8 para entrar a Arquitectura”. 

La colegiatura de la UNAM es un pago de 25 centavos el semestre. Consciente de su privilegio, Gilda comenta: “siempre intento dar un poco más para que haya papel en los baños y tener más equipo en clase”. Gilda describe su facultad como un patrimonio de la humanidad. Se compone de varios edificios con murales y cada salón es diferente. La facultad recibe a 7000 estudiantes por la mañana y 7000 por la tarde. Todos los años cambian los talleres y el grupo de estudiantes. Tras cuatro años de tomar clases ahí, Gilda comenta haber tenido relación cercana solo con un total de 10 estudiantes, el resto son solo caras conocidas.

La arquitectura es un medio muy misógino, asegura. Su educación no ha estado exenta de esto y en su facultad ha habido varios paros feministas. “Hay profesores muy machistas, uno le dijo a una compañera que dejara la carrera y se fuera a coser, nadie en el salón dijo nada, ni yo”. El respeto que se le tiene a lxs docentes es muy fuerte. El bullying en la facultad no se manifiesta tanto entre estudiantes sino con lxs docentes. “Pueden ser humillantes, te rayan las maquetas o se suben en ellas para romperlas, pero esto está totalmente normalizado en el gremio. Te hacen sentir vergüenza del error y hay que vencer ese miedo lo antes posible”.

Ilustración: Chilango/Mariana Roldán

Su educación comenzó siendo análoga, durante el primer año aprendió a dibujar y proyectar en papel sobre los restiradores del salón. Los salones cuentan con pizarrones y proyector. Uno de los requisitos que te piden es liberar inglés, aunque su uso en la carrera es casi nulo. La transición a los programas digitales no fue complicada: “lo difícil para mí fue poder escribir, me di cuenta de que no podía hacerlo”.  Gilda recuerda que una maestra de teoría les prohibió usar computadoras en clase: “todos teníamos que escribir en un cuaderno que ella después revisaba, también nos pidió escribir un ensayo y muy pocos pudieron lograrlo”.

El acceso a recursos es desigual, pero la universidad hace un esfuerzo por acortar esas brechas. “Yo llego en trasporte público y hago una hora en llegar, los fresas llegan en coche”, comenta. Pese a los contrastes, Gilda asegura que no había tensión entre las y los alumnos, “hay quien viene de Neza o de las afueras, uno trajo su computadora de escritorio a la escuela, y me pareció muy digno”. 

Gilda recuerda que ese alumno desertó unos semestres después. La UNAM hace su parte para que estos casos se acaben, recientemente aplicó un programa de becas para que todo el alumnado contara con computadoras portátiles y tabletas, también hay una beca alimenticia. Las diferencias económicas en la facultad son las mismas que se pueden ver en el país. “Aquí también hay nepobabies, vienen de familias de arquitectos reconocidos o son hijxs de empresarixs, son totalmente distinguibles” comenta. 

Las diferencias también se notan en la conducta hacia algunas mujeres, algunos profesores tratan mejor a las chicas atractivas. Sobre el acoso en clase me responde que sí ha habido casos, aunque no tan escandalosos como en otras universidades. Pero lo más complicado de estudiar Arquitectura en la UNAM es la competencia y la prepotencia, “hay una tendencia a sentirse chingonxs, aunque la mayoría estemos aquí por el pase directo”.

Ilustración: Chilango/Mariana Roldán

DESBLOQUEA TU POTENCIAL AL MÁXIMO: 

Consejos para un regreso a clases lleno de logros

CORTESÍA DE PENGUIN RANDOM HOUSE

El verano se despide y es hora de darle la bienvenida a las clases. ¿Listx para la acción? Sabemos que es algo nuevo, pero no estarás solx. Aquí nuestros consejos para que este año escolar sea épico, inolvidable y un rotundo éxito.

ORGANIZA TU ESPACIO DE ESTUDIO 

Busca un sitio tranquilo, con buena luz y sin distracciones para entrar en modo zen. 

  • Prepárate para la batalla: libros, cuadernos, plumas, colores, ¡ármate de todo lo que necesites para conquistar el conocimiento! 
  • Orden para el éxito: recuerda siempre que un espacio limpio y ordenado te ayudará a concentrarte mejor y optimizar tu energía. ¡Adiós, caos!

EL TIEMPO, TU MAYOR TESORO 

  • Sé realista cuando determines tu horario de estudio, no solo tomes en cuenta tus clases, sino otras actividades, responsabilidades (pasear a tu mascota, por ejemplo) y tiempo libre para crear un mapa que puedas seguir sin abrumarte. 
  • Asigna tiempo a cada materia: siempre más tiempo para los temas y materias que te cuestan más; agenda repasos y tareas desde el momento en que te las asignen. 
  • ¡Toma descansos obligatorios! Detente, respira, estira tus brazos y ejercita las manos después de una sesión intensa. Levántate y muévete un poco para evitar la fatiga. Te recomendamos la técnica Pomodoro, que permite administrar el tiempo de forma eficiente según prioridades, ciclos de concentración y distracción.

¿ABURRIMIENTO? ¿QUÉ ES ESO? 

  • Si te enfrentas a libros enormes, siempre toma notas, subraya ideas importantes, haz resúmenes y ¡no pierdas el hilo! 
  • Sigue a Penguin Random House en redes sociales para que estés siempre bien informado y nunca te falte inspiración. 
  • Para memorizar muchos datos aislados, intenta la mnemotécnica, técnica de asociar información entre sí a través de palabras, objetos o imágenes de formas creativas e inesperadas. Ejemplo: La Muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Mnemotecnia: CLARA.

Catalina: mujer hermosa y misteriosa, el amor perdido de Artemio. Lorenzo Herrera: amigo de la infancia de Artemio que se convierte en su rival. Artemio Cruz: protagonista, hombre poderoso y ambicioso que busca redimirse antes de morir. Revolución Mexicana: contexto histórico en el que se desarrolla la historia. Amor: tema central de la novela.

Así, la mnemotecnia “CLARA” nos ayuda a recordar cinco datos importantes de la obra: los personajes principales, los temas centrales y el contexto histórico. Al asociar cada letra con un dato, podemos crear una imagen mental que facilite la memorización.

¡NO TENGAS MIEDO DE PEDIR AYUDA! 

  • Profesorxs, compañerxs, hermanxs mayores y sus amigxs ya pasaron por lo que estás pasando, ¡no dudes en pedirles ayuda! 
  • Horas extras, asesorías y talleres gratuitos están a tu disposición. Busca si en bibliotecas cercanas a ti se ofrecen servicios de refuerzo en materias específicas. ¿Te fue súper en matemáticas? Brinda tu tiempo y experiencia en ello, arma un grupo de tutoría en intercambio con algún compañero experto en, por ejemplo, Historia.
  • ¡Recuerda! El regreso a clases puede ser  abrumador, pero podrás dominarlo con algo de organización, estrategias de estudio, técnicas creativas y hábitos saludables. Toma este reto como una oportunidad para superar obstáculos y hacer comunidad alrededor del conocimiento.

EQUILIBRA CUERPO Y MENTE

  • Duerme lo suficiente: 7-8 horas por noche en una postura relajada, a temperatura templada. 
  • Consume tus tres comidas y un snack mientras estudias. Aléjate del azúcar, ya que picos de glucosa pueden ser muy contraproducentes y provocarte cansancio, fatiga mental, y dificultad para concentrarte. 
  • Tu arma más definitiva contra el estrés es el ejercicio; no lo dejes de lado y valora cómo despeja tu cabeza, pulmones y corazón. Tus hobbies y tiempo con la familia también son vitales.
Ilustración: Chilango/Mariana Roldán
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