Cuatro estaciones en el Mercado de Jamaica parte I | 100 lugares donde comprar plantas en la CDMX

El mercado vivo de Jamaica El Mercado de Jamaica es un ser vivo. Tan vivo como las flores, frutas, verduras y legumbres que encontrarás en sus pasillos. Tan vivo como los miles de locataries que se esfuerzan diariamente para…

El mercado vivo de Jamaica

El Mercado de Jamaica es un ser vivo. Tan vivo como las flores, frutas, verduras y legumbres que encontrarás en sus pasillos. Tan vivo como los miles de locataries que se esfuerzan diariamente para que tu casa luzca bonita, con todo tipo de flores, el año entero.

Este mercado también es un sobreviviente que con el paso de los siglos ha mutado de forma: un monstruo imbatible que ha peleado y resistido una garita, un entubamiento, un incendio, un terremoto y hasta una pandemia.

Aquí una extensa radiografía del monstruo amigable de las flores, las romerías, las fiestas y la alegría, pero también de los despojos, los conflictos y los abusos. A pesar de todo, siempre ha sabido levantarse de las cenizas gracias a las imbatibles células que recorren su cuerpo: les locataries.

La primavera: el idílico pasado lacustre del Mercado de Jamaica

Margarita Ortega Bartolo lleva 50 años vendiendo en el mercado de Jamaica. Llegó aquí por amor a su esposo, con quien se casó hace 45. Poco a poco, ese amor se hizo extensivo al mercado de Jamaica (su segunda casa) y a sus compañeres locataries (su segunda familia).

En la época idílica en que todavía corrían canales de agua transparente por la Ciudad de México, la suegra de Margarita vino de Miahuatlán, Puebla y comenzó a vender frutas y legumbres en el antecedente del mercado actual.

Ese peregrinar se llevaba a cabo desde la época prehispánica hasta bien entrado el Siglo XX. Ella, como infinidad de ancestros, solía navegar por el canal de la Viga, desde Xochimilco, Chalco, Iztapalapa, Tlalpan, Coyoacán o Milpa Alta, para llegar al centro de la Ciudad de México.

En aquel entonces, lo que ahora es el Mercado de Jamaica se encontraba en el extremo este de México-Tenochtitlan, orientada hacia el Lago de Xochimilco.

El Canal de La Viga: vía fluvial y comercial del México del ayer

El canal de la Viga, conocido en algunos de sus tramos como acequia Real o canal Nacional, formó parte del canal México-Chalco, el último resquicio de agua de las lagunas de Chalco y de Texcoco.

“Los mecapaleros o garrocheros navegaban en sus canoas, llenas de frutas, flores y verduras, para ofrecer sus productos en los mercados de la Ciudad de México; durante la época prehispánica, en el de Tlatelolco, y desde la colonia y bien entrado el siglo XX, en el de la Merced”.

Ese tráfico disminuyó después de la Conquista y durante el periodo colonial, cuando el lago y sus chinampas, donde se sembraban frutas, flores y verduras, se fueron secando lentamente.

Debido a ese desgaste, en el siglo XIX el enramado de canales que antes comunicaban la antigua México-Tenochtitlan y la actual Ciudad de México ahora sólo tenían la función de delimitar el tráfico fluvial.

El principal de ellos, el canal de la Viga, entraba por el sur del Áltépetl mexica en medio de los islotes primitivos de Tultenco y Mixhuca, pasando por la acequia de la Merced y hasta la posterior acequia Real, que llegaba hasta el Templo Mayor y cuyos vestigios arqueológicos podían verse en la calle Corregidora, en el Centro Histórico, hasta los años 90 del Siglo XX.

MERCADO DE JAMAICA

Sitio de solaz de les chilangues de los siglos XIX y principios del XX

Además de su función comercial, la emblemática belleza del canal de la Viga lo convirtió en un atractivo turístico natural durante el siglo XIX y principios del XX.

Allí acudían chilangues de todos los estratos sociales: de clase baja, que al enterarse de que podían comprar ahí sus frutas, flores y verduras, dejaron de desplazarse hasta la Merced;  de clase media, que caminaban por el paseo del lado occidental, a lo largo de residencias y puestos de mercancías variadas; de clase alta y los turistas, que montaban a caballo, algunos de ellos con su traje de charro de gala, lo recorrían en carruajes o lo navegaban en embarcaciones, como trajineras o barcos de vapor.

El primer barco de vapor se llamó La Esperanza y surcó el canal de la Viga gracias a un poderoso motor de veinte caballos de fuerza. Inauguró sus servicios en 1859; salía de la garita de la Viga y no era demasiado grande ni rápido. Tenía cupo para 20 personas y en cinco horas recorría más de 30 kilómetros desde Chalco, con música en vivo para deleite de sus ilustres pasajeros.

Esas verbenas populares alcanzaban su cenit los fines de semana, cuando la multidud lucía sus mejores galas. La clase alta, al mejor estilo de la Catrina de José Guadalupe Posada, con mujeres encorsetadas y hombres trajeados y ensombrerados.

Al caer la tarde, las personas que podían pagarlo entraban al salón de baile, donde, al son de los instrumentos de cuerda, las personas de la capital bailaban valses que alcanzaban a oír los que paseaban en embarcaciones o a pie.

El verano: la garita que determinó el surgimiento del Mercado de Jamaica

Antonia López Guerra, mejor conocida como Toñita, vende girasoles, rosas, gerberas y tulipanes en el local 205, muro 37, carril 2. Creció corriendo entre flores, verduras y fruta y lleva sus sesenta años de vida habitando Jamaica.

Cuenta que en 1858 el gobierno estableció la garita de la Viga, flanqueada por las famosas esculturas de los Indios Verdes. Esta garita cobraba un impuesto a los mecapaleros para pasar a la Merced.

El gravamen era tan alto que tuvieron que establecer pequeños puestos flotantes en las orillas del canal (a la altura de lo que en estos tiempos es Eje 3 Sur, Cuauhtémoc y Calzada de la Viga), antecedente del actual mercado de Jamaica.

Estos paisajes y costumbres fueron cotidianos en nuestra ciudad desde la colonia hasta 1921, cuando el gobierno entubó el canal de la Viga y comenzó las obras para el Gran Canal de Desagüe de la Ciudad de México.

¿Por qué nos privaron a las futuras generaciones de este entorno tan emblemático?, te preguntarás. La respuesta son las constantes inundaciones en la ciudad.

Los inicios del mercado en tierra firme

A pesar de que entubaron el canal, les comerciantes siguieron desplazándose desde sus pueblos para vender donde lo habían hecho por años, en los terrenos de lo que hoy es el Mercado de Jamaica.

Se colocaban a la intemperie, con sus mercancías sobre mantas y petates, y, alrededor de los años 40 del siglo pasado, en precarios puestos de madera y lámina. Así siguieron vendiendo, en condiciones incluso insalubres, hasta que el 16 de mayo de 1952 un incendio destruyó los puestos, altamente inflamables, y toda su mercancía.

Les locataries se manifestaron en el Zócalo para exigir la rehabilitación de su mercado. Al cabo de cinco años, aquellas peticiones dieron lugar al mercado actual, inaugurado el 23 de septiembre de 1957 por el presidente de la república, Adolfo Ruiz Cortines, y el regente capitalino, Ernesto P. Uruchurtu.

Cabe destacar que al mismo tiempo se inauguró el Mercado de Sonora, especializado en herbolaria. A partir de la funcionalidad de ambos se diseñaron los demás mercados de zona de la Ciudad de la Ciudad de México, que antes  no eran más que un conglomerado de puestos de lámina y cartón.

Jamaica y Sonora fueron, además, los primeros mercados con estacionamiento. Sus modernas instalaciones fueron proyectadas figuras renombradas de la arquitectura, Pedro Ramírez Vázquez y Félix Candela, cuyas obras más emblemáticas son el Estadio Azteca, el Museo Nacional de Antropología e Historia, el Palacio de los Deportes y la nueva Basílica de Guadalupe. 

A partir de su fundación, el Mercado de Jamaica ha sufrido pocos cambios en su fisonomía, aunque desde los años 90 sus paredes externas están adornadas con murales que hacen alusión a su pasado lacustre, a la mitología azteca y las tradiciones ancestrales que resisten en este lugar.

¿Por qué Jamaica?

“Cuenta la leyenda que cuando la Ciudad de México todavía estaba bajo el dominio de terratenientes, muchos tenían esclavizadas a personas de color. Una de esas personas, proveniente de la isla de Jamaica, salió adelante con mucho esfuerzo y le compró a su antiguo amo todo lo que actualmente conforma la colonia Jamaica”.

Dirección: Guillermo Prieto 45, Jamaica, 15800 CDMX

Horario: abierto las 24 horas los 365 días del año

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