Hace 11 años enfrentamos la primera epidemia del siglo. Aunque —al igual que ahora— se suspendieron clases y eventos masivos mientras que el cubrebocas y gel antibacterial se convirtieron en nuestras principales armas, la situación entre el AH1N1 y COVID-19 es totalmente diferente.
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“Quédense en casa”. La frase que ahora nos repiten todos los días a todas horas no es nueva, la escuchamos anteriormente en 2009. Cuando al descubrirse una nueva cepa de influenza, el entonces presidente Felipe Calderón pidió a los mexicanos permanecer en sus hogares a fin de evitar contagios.
En aquella ocasión, la medida estuvo vigente apenas unos días y el aislamiento no fue, ni de cerca, tan drástico como ahora, que se prevé que el primer ciclo de la epidemia por COVID-19 concluya el próximo 25 de junio en la CDMX.
Si bien ambos virus (el de la influenza AH1N1 y COVID-19) se transmiten de la misma manera (por tener contacto con gotículas de personas enfermas, las cuales expulsan al toser o estornudar), e incluso los dos causan problemas respiratorios, son muuuy diferentes entre sí.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) detalló que este nuevo coronavirus es por lo menos 10 veces más mortal que la gripe AH1N1, además que es más contagioso. Se calcula que la tasa de mortalidad por COVID-19 es de entre 3 y 4%, de acuerdo con las estimaciones más recientes, mientras que en el caso de la gripe estacional la tasa suele ser menor a 0.1%.
Al ser de fácil propagación, y a diferencia de 2009, las autoridades sanitarias decidieron reforzar las medidas de aislamiento, a fin de evitar contagios masivos y que los sistemas de salud se saturen atendiendo casos graves, como ocurrió en España e Italia.
Mientras que en 2009 la población más afectada por el brote de influenza AH1N1 fue la más joven, ahora los adultos mayores y las personas con enfermedades crónico-degenerativas son los que tienen más riesgo de tener complicaciones derivadas del coronavirus.
Influenza AH1N1 y COVID-19: ¿más vale viejo por conocido?
“En todos los sentidos este (COVID-19) es un virus más grave. Además que con el AH1N1 ya existía un precedente”, explica el doctor Alfonso Vallejos, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, en entrevista con Chilango.
El especialista recordó que durante la crisis de 2009, a pesar de que era una cepa nueva, ya se tenía un antecedente del AH1N1. Es decir, al tratarse de una cepa de una enfermedad ya conocida y estudiada (influenza), se pudo darle otro tratamiento.
En aquel entonces ya existía una vacuna probada contra la influenza, lo que se hizo fue agregar la cepa del AH1N1 a ella. En noviembre de ese mismo año, la vacuna ya estaba lista.
De igual manera, al ya tener medicamentos contra la gripe, fue relativamente más sencillo (por lo menos más que ahora) encontrar qué medicamentos podrían hacerle frente.
“Para el AH1N1 sí teníamos un medicamento específico para tratarla, que también ayuda a que se propague menos dado a que disminuye la carga viral”, detalló el doctor.
Caso contrario, el coronavirus SARS-CoV-2 que ocasiona el COVID-19 es un virus nuevo del que todavía no existe ni tratamiento ni vacuna. Científicos de todo el mundo están trabajando a marchas forzadas para crear una vacuna contra esta pandemia. Hasta el momento hay 70 en desarrollo y tres que ya están en pruebas clínicas con humanos, de acuerdo con datos de la OMS; sin embargo, aún falta mucho tiempo para que se pueda popularizar su uso.
¿Qué pasó con el AH1N1? ¿Cuándo acabará esta pandemia?
En 2009, los primeros casos de influenza se registraron a finales de marzo y, en México, la emergencia sanitaria terminó oficialmente el 29 de junio de ese año; mientras que la OMS levantó la alerta poco después: en agosto. En aquella ocasión, el virus se extendió en por lo menos 120 países.
En aquel entonces se consideró una emergencia internacional y la OMS declaró a esta influenza como una pandemia.
Tras la emergencia, el virus no desapareció. De hecho sigue latente en México. Los casos suelen aumentar en la temporada de influenza estacional, la cual ocurre entre septiembre y mayo.
Tan solo entre 2018 y 2019 se registraron cuatro mil 886 personas enfermas, así como 738 defunciones por influenza AH1N1, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud.
El doctor Alfonso Vallejos considera que es probable que este nuevo coronavirus también pueda volverse estacional; sin embargo, aún es muy pronto para determinarlo, pues es un virus nuevo.
Mark Woolhouse, profesor de epidemiología de enfermedades infecciosas de la universidad de Edimburgo, explicó en entrevista con la cadena BBC que se deben buscar formas de salir de esta contingencia sanitaria.
En total existen, dice el especialista, tres opciones: la vaacuna, que ya está en proceso, pero podría tardar meses; un número suficiente de personas que desarrollen inmunidad después de que superaron la enfermedad o cambiar nuestro comportamiento como sociedad, ya que por motivos económicos el aislamiento prolongado, no es opción.
Por supuesto encontrar un medicamento que ataque al COVID-19 también sería muy efectivo, pues no solo se reducirían los casos graves, sino los de contagio, pero, por ahora, todo está en investigación.
La buena noticia es que los casos ya comenzaron a descender en Italia y España, mientras que en Wuhan, China, (donde ocurrió el brote), ya comenzaron a levantar el aislamiento. Lo que nos queda es atender las medidas de prevención y cuidarnos.