A todos nos ha pasado. De pronto, una ruptura nos sumerge en la tristeza. Se van las palabras, la fe y las ganas de hacer cualquier otra cosa que no sea regodearse en eso horrible que sentimos. Y la poca energía que aún nos mantiene en movimiento la ocupamos en hacer sonar esa playlist triste que armamos un día por si las dudas…
El gesto de musicalizar nuestros momentos tristes con canciones aún más tristes o el de autoinducirnos la tristeza –años después de aquel rompimiento– con ayuda de los tracks que sonorizaron nuestro llanto, podría parecer masoquista, pero es en realidad una intuitiva manera de darnos un levantón de ánimo. Así lo asegura un estudio publicado a principios de abril por Scientific Reports.
El estudio descubrió que llorar con canciones tristes produce una cantidad considerable de placer en el escucha. Lo hicieron a partir de medir diferentes reacciones ante música triste –la mitad de ella escogida por los propios voluntarios que participaron en el estudio–, y descubrir que las canciones tristes provocaban una de dos reacciones: escalofríos o llanto.
«Una canción que inducía escalofríos era percibida feliz y triste al mismo tiempo, mientras que una canción que inducía al llanto era percibida como triste, pero también como tranquila», escriben los autores del estudio.«Esos resultados muestran que las lágrimas son psicofisiológicamente calmantes».
Ya otras investigaciones habían sugerido que la música triste tiene el rol de regular las emociones. Evoca emociones que el escucha puede disfrutar, como la dicha o el temor –ese autoinfligido que sabemos bajo nuestro control–, y es más probable que consigamos alcanzar con música triste estímulos intensos.
Es cierto que hay grados de tristeza profundos que colindan con la depresión y que representan un problema para el que es necesario pedir ayuda profesional, pero está científicamente comprobado que la tristeza puede detonar una serie de reacciones que podríamos calificar de enriquecedoras, como la compasión, la empatía o el perdón, y ayudarnos a tomar perspectiva respecto a lo que es importante, a nuestras relaciones y a evaluar nuestro propósito en la vida…
Y si a todo eso agregamos que la escucha de música triste suele estimular la liberación de oxitocina y prolactina, hormonas vinculadas con los vínculos sociales y la crianza, podemos intuir que el ejercicio de recetarnos unas cuantas horas de canciones tristes nos ayudará a recuperar un estado de ánimo que nos permita, de nuevo, retomar nuestras actividades con actitud renovada.
Con todo ello en mente decidimos crear la siguiente playlist, una compilación con algunas canciones que te harán derramar alguna lagrimita y querrás poner en tu siguiente terapia de llanto autoinducido.