La calle también es de las sonideras
Por: Melissa Amezcua
Los sonideros son parte de la cultura chilanga desde hace más de 50 años, son una manera de hacer más llevadera la convivencia en los barrios bravos de la Ciudad de México, pero es un mundo en el que también se lucha por la equidad de género.
Desde hace varios años surgió un movimiento de mujeres detrás de una cabina de audio que envían saludos mientras programan música popular en las calles para que la gente baile, son las Sonideras, un concepto con el que mucha gente no simpatiza. Esa idea de que una mujer controle la música les genera abucheos en público y rechazo por parte de algunos de sus colegas.
Una de las pioneras
Platicamos con Lupita La Cigarrita, conocida como La Reina de la Música Tropical, del barrio de Tepito, la capital del sonidero, y una de las primeras mujeres en dedicarse a este oficio.
“No te preocupes, mija, aquí arriba vive una comadre, ahorita nos echamos unas chelas ahí con ella”, dice en cuanto llega y ve que el café en el que, ingenuamente, la citamos ya está cerrado. Da la impresión de que ese mote de reina tiene un significado que va más allá de lo musical, a pesar de que ahora vive en Iztapalapa, conoce a todos en el centro. Para nuestra mala fortuna, la comadre ya estaba de fiesta en Coyoacán.
Guadalupe Tlacomulco Macías, su nombre real, asegura que no le causa ningún problema sentarse en la calle a contarnos su historia, pero es viernes y el bullicio de la zona y de los bares nos distrae.
“Me encanta que la gente se divierta”, cuenta mientras caminamos en busca de un lugar sin tanto ruido.
Entramos a la taquería La Cochinita, sobre la calle de Bolívar esquina con Mesones. Lupita aclara que no vamos a pedir comida porque venimos a trabajar. Su voz es imponente.
“Nunca tomé a los sonideros como un trabajo, lo hacía como hobbie, a la gente le gusta porque me aviento mis orgasmos tocando, les causa risa”.
Primeros saludos
Lupita entró al mundo de los sonideros porque su familia tenía un restaurante en la colonia Roma al que acudían algunos locutores de Radio Onda, una estación conocida por ser la pionera de la salsa en México. Fue un locutor de ahí quien le puso su apodo.
Cuando era adolescente llamaba a la estación para enviar saludos pero antes tenía que decir su nombre, su colonia y el sonidero al que apoyaba.
“Yo decía ‘Soy Lupita, de la 20 de Noviembre y ando con Sonido Marlboro’ y ahí me pusieron Lupita La Cigarrita”, era 1978 y así comenzó su fama en las calles.
El barrio bravo
A Tepito llegó en 1982 cuando se casó con un vendedor de discos del barrio, con quien tuvo dos hijos y emprendió una dinastía de sonideros.
“Empezamos juntos mi marido y yo con Sonido Campos, le dije que yo también quería ser sonidera y me dijo que sí, pero que primero él. Empecé a grabar su slogans, y nunca me dio la oportunidad, hasta que en 2002 me lancé sola”.
A esta mujer de 50 años se le ilumina la cara cuando habla de su primera presentación en solitario que fue en la colonia Ramos Millán, en Iztacalco.
“Fui al mercado, hice de comer y mis labores, luego mi cuñado me puso uñas postizas, me maquilló, me peinó ¡y me salí sola!”.
A su familia nunca le encantó la idea de que fuera parte de este mundo, cuando sus papás supieron que bailaba en la calle, iban por ella y se la traían de las greñas, y cuando formó una familia no le permitían llevar a sus hijos a los shows. Entonces, se divorció.
“A las sonideras no nos han aceptado como tal, hay muchos hombres y (piensan que) ¡cómo va a llegar una mujer a moverle!, pero yo les he demostrado que lo sé hacer, sé como se debe de escuchar el bajo, los agudos y los graves, sé de música, conmigo la gente no se queda sin bailar”.