Taylor Swift lleva más de quince años siendo uno de los exponentes más grandes de la música pop, pero apenas está comenzando a apropiarse de su arte. ¡Platiquemos sobre la importancia de los derechos de autora y la propiedad intelectual!
El 12 de noviembre marca la fecha en que Taylor Swift estrenará el segundo de sus álbumes regrabados, Red, el cual vio la luz originalmente en el año 2012. Con esto, la cantautora se volverá dueña de 5 de 9 de sus discos.
La controversia alrededor del poderío de Swift sobre sus discos ha generado una conversación mayor sobre la propiedad intelectual y qué tanto derecho tienen las autoras sobre su obra.
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En el recuento de los daños
La batalla legal entre Taylor Swift y su antigua casa productora, Big Machine Records empezó en el 2018, cuando terminó su contrato de 13 años con la compañía.
Después de haber grabado 6 álbumes con Big Machine entre el 2006 y 2017, “Taylor Swift (2006),” “Fearless (2008),” “Speak Now (2010),” “Red (2012),” “1989 (2014)” y “Reputation (2017)”, Swift decidió cambiar de disquera y firmar con Republic Records, con quienes Swift sería dueña de su arte.
A pesar de que Swift es autora de 100% de la música que publicó con Big Machines Records, los derechos a las grabaciones maestras permanecieron con su disquera anterior, quienes le ofrecían volverse dueña de ellas si seguía sacando álbumes con Big Machine.
Posteriormente a que Swift rechazara la oferta, la disquera vendió las piezas a Ithaca Holdings, una compañía dirigida por el empresario Scooter Braun, quien habría hostigado a Swift en repetidas ocasiones en el pasado.
En un intento por recuperar el control sobre su obra de vida, Swift anunció en Agosto de 2019 que planeaba regrabar todos sus álbumes anteriores en cuanto venciera la cláusula de su contrato con Big Machine que le prohibía hacerlo.
Con esto, la cantante lograría quitarle valor a las grabaciones maestras que no le pertenecen al mismo tiempo que crearía nuevas pistas que le devolverían la propiedad sobre su catálogo.
¿Qué son las grabaciones maestras y por qué son tan importantes?
Las grabaciones maestras o master recordings son las versiones finales de las canciones. Normalmente, son lo que asociamos cuando pensamos en una canción particular, ya que es la versión que encontramos en la radio o en un disco.
En el caso de Taylor Swift, a pesar de que tiene derecho de composición sobre las más de cien canciones que grabó con Big Machine, no tiene derecho sobre las pistas originales. Es así que la cantante no puede utilizar estas pistas para sus presentaciones en vivo sin el permiso de Shamrock Capital, la compañía a quien Scooter Braun vendió las grabaciones maestras de Swift con el propósito de no enfrentarse a la devaluación de las piezas en cuanto la cantante regrabara sus álbumes.
Las grabaciones maestras son valiosísimas y las disqueras que normalmente se adueñan de ellas pueden explotarlas como deseen; es por ello que tantos artistas en los últimos años han buscado reapropiarse de ellas.
Estas representan el trabajo de vida, compromiso y tiempo de lxs músicxs y el que no tengan poder sobre su propio arte tiene un efecto simbólico y financiero.
¿Cómo funcionan las regrabaciones?
Al regrabar sus seis primeros discos, Taylor Swift logrará que las grabaciones maestras se devalúen, ya que ahora sus fans podrán escuchar las nuevas versiones en apps de música como Spotify; así también, Swift podrá volver a tener derecho a cantar en vivo sus piezas sin tener que pedirle permiso a nadie más.
A pesar de esto, es importante señalar que esto se debe, en gran medida, al éxito que acompaña a la cantautora: al tener seguirdorxs tan leales, Swift cuenta con que muchxs dejarán de escuchar las pistas originales y comenzarán a escuchar su versión.
Esto, por lo tanto, sería mucho más difícil de lograr para unx músicx de menor estatus. Así también, habrá que poner atención a lo que esto signifique a la larga para artistas jóvenes.
¿Qué sugiere esto sobre los derechos de autoras y la propiedad intelectual?
Es bastante inusual que a lxs artistas se les ofrezca ser propietarixs de sus pistas maestras, por lo que muchxs de ellxs deben pelear por poder adquirirlas posteriormente. Un ejemplo claro de este tipo de batallas legales sucedió cuando Beyoncé pasó años tratando de adquirir el derecho a sus pistas, hasta lograrlo en el 2011.
La batalla legal entre Taylor Swift y Big Machine Records va mucho más allá del dinero, sino que evidencia una gran problemática dentro de la industria: muchxs artistas dedican su vida entera a su trabajo, pagan sus videos musicales con su propio dinero y comparten detalles de su vida personal en sus canciones.
A pesar de esto, no tienen derecho a ser dueñxs de su trabajo. Esta situación, lejos de sólo atravesar a Swift, también muestra la urgencia por que las disqueras sean más transparentes con sus clientes.