Cantar mientras manejamos o nos damos un regaderazo está bien. De hecho, son montones de beneficios físicos, emocionales y sociales los que trae consigo. Algunos de ellos: ejercita tus pulmones, incrementa tu autoestima, estimula tu creatividad, mejora tu sueño, tonifica tus músculos faciales, favorece la empatía y puede generar un sentido de comunidad de ese que hace falta en época de redes, haters y “opinionismo”. Tal vez por tooodo eso el karaoke sea tan popular.
Pero el Vive Latino es un festival para el que pagamos –bueno,:D pagaste– mil 225 por día o dos mil 100 por todo el fin, más cargos, para escuchar algo más que la absoluta rendición en tono ensordecedor –y cero afinado– del dude o la morra de al lado de su canción favorita.
Pero eso va a pasar. Estarás tan pegado con otros emocionados por ver a su grupo o artista favorito, que te acabarán cantando al oído todo el repertorio y no solo cuando lo pidan León, Vicentico, Julieta, Dárgelos o Pau Donés. Genial sería que sólo hicieran ante la señal inequívoca (apuntan hacia nosotros el micrófono), pero sabemos que en esos momentos la única diferencia es aullar más fuerte.
Acá va nuestra playlist para ir calentando motores: