Lo bueno, lo malo y lo feo de la gentrificación en Ciudad de México 

Para comprender mejor el proceso de gentrificación es necesario verlo desde todos los ángulos. ¿Existen efectos positivos de este fenómeno? Hablamos con expertxs sobre el tema.

Lo bueno, lo malo y lo feo de la gentrificación en Ciudad de México 

Por Miriam Castillo*

Todas las historias tienen héroes y villanos. En general, nos gustan las historias donde tenemos claro dónde está lo bueno y dónde lo malo. Con los fenómenos sociales es muy complicado establecer parámetros morales así de bipolares, pero con ayuda de académicxs aquí haremos un esfuerzo para señalar los defectos y las virtudes de un fenómeno. 

Según lxs especialistas, y la definición que viene desde el Reino Unido en la década de 1970, la gentrificación es un proceso de cambio social que ocurre principalmente en las ciudades y tiene la característica de expulsar a las personas originarias de una zona, que normalmente pertenecen a un estrato social bajo, para sustituirla por un grupo con mayor poder adquisitivo.

En general, es un proceso al que lxs especialistas y académicxs le ven pocas virtudes. Las consecuencias del fenómeno debilitan la vida comunitaria en los barrios y les quita un sentido de pertenencia. La gentrificación va en contra de la vivienda como un derecho, la convierte en una mercancía, lo que prácticamente beneficia solo a las inmobiliarias y a las FIBRAs —que son esos fideicomisos que invierten y juegan en la bolsa de valores— quienes son las francas beneficiarias del fenómeno. 

Pero al parecer, la gentrificación no es la peor villana del cuento. Según expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) que estudian los fenómenos sociales en Ciudad de México y otras partes del mundo, no es un proceso social tan nocivo. A diferencia de la turistificación o la financiarización, que son procesos que también afectan a una colonia o barrio, la gentrificación abre la oportunidad de generar espacios para algunas comunidades y podría contribuir con la diversidad y promover la tolerancia.

A veces también abre la posibilidad de tener inversiones, promover la llegada de capital en una zona y mejorar algunos de los servicios, pero este beneficio solo llega a quienes pueden pagar por un espacio.

“El precio del progreso”, ilustración de Ángel Reyna. IG: @angeldan_17
“El precio del progreso”, ilustración de Ángel Reyna. IG: @angeldan_17

Lo bueno 

La gentrificación ayuda a generar espacios para algunas comunidades. La mezcla de personas en una zona puede ayudar a fomentar la diversidad y en ocasiones resulta en la construcción de espacios para ciertos grupos. 

Según Adrián Hernández Cordero, jefe del departamento de Sociología de la UAM Iztapalapa, hay una democratización de la colonia en espacios específicos como la Alameda en la colonia Santa María la Ribera.

En particular ha resultado un espacio seguro y diverso para la comunidad LGBTIQ+ y con un énfasis en particular con la comunidad queer

Esta no es una característica que se dé en todos los casos, pero “la Santa María se ha vuelto un caso paradigmático porque no solamente se está vinculado con el mercado rosa, sino que hay una dimensión política donde se proporciona refugio, y empiezan a existir centros culturales que de algún modo hacen reivindicación política de las contrasexualidades”, explicó Hernández Cordero. 

En la Santa María la Ribera, la apertura para la comunidad queer no es el cliché de la bandera del pride, “es una dimensión política más profunda que permite que ciertos colectivos puedan estar conviviendo y dando refugio a otros que llegan a espacios seguros”, explicó. 

No es que suceda en todas las colonias o espacios donde se ve la gentrificación. En el caso de la colonia Santa María la Ribera ayuda a que el desplazamiento de lxs habitantes no sea total, porque aún están varias viviendas de interés social y la población que ahí vive coexiste.

“Ciudad de México: El platillo más codiciado”, ilustración de Ilse Anzaldúa. IG: @ilse.lasanz
El platillo más codiciado”, ilustración de Ilse Anzaldúa. IG: @ilse.lasanz

Más allá de los espacios para la comunidad queer, Adrián asegura que hay una democratización de espacios públicos donde convergen las personas que llegan a vivir en los nuevos desarrollos y aquellas familias que tienen mucho más tiempo de ser vecinos de la zona. “La gente lleva a sus niños a pasear a la alameda en la tarde, me parece un espacio muy rico, porque es un espacio democrático donde se integran distintas clases sociales. Eso es algo que es fruto de la gentrificación. Y que el contacto hace que seas más tolerante”, explicó. 

Otro punto a favor que tiene la gentrificación es que los fenómenos sociales que pueden ocupar a una ciudad es uno de los menos nocivos. En este punto coincide también Luis Alberto Salinas Arreortua, investigador del Departamento de Geografía Social del Instituto de Geografía de la UNAM. Para él,  hay pocos beneficios de un proceso en el que no solo se da la expulsión de un sector de la población, sino que además se le niega el acceso a ciertos lugares porque no puede pagar por ellos. 

Sin embargo, la gentrificación tiene un proceso tan específico que es difícil que se repita en toda la ciudad o incluso en una alcaldía entera. Se trata de calles o colonias seleccionadas donde la infraestructura ayuda a que tengan un interés comercial y el valor del suelo. 

Lo malo

Para poder entender el daño que provoca a los barrios, Luis Alberto Salinas destaca la importancia de considerar que la gentrificación está completamente alimentada por el dinero. Quién más tiene, puede ocupar mejores espacios en zonas céntricas con servicios eficientes, áreas verdes, luz, seguridad. 

“El concepto evidencia una lucha de clases entre quienes tienen poder económico. Quien lo aprovecha, se apropia de espacios urbanos y desplaza a la población que no cuenta con recursos económicos y que no tiene el capital cultural necesario como para hacer frente a distintos incrementos en servicios, alquileres y en incremento de los precios en general”, explicó.

No es solo que las personas que no tienen dinero no puedan vivir en una zona, sino que cada vez es más difícil que puedan estar en un espacio si no consumen algo. Comprar un café para poder estar en una mesa en una plaza pública. Comer en un restaurante para poder tomar el sol en alguna banca en las calles de la colonia Roma. Todo tiene que ver con un intercambio comercial. 

“Las dos caras de la moneda”, ilustración de Mildreth Reyes. IG: @vilereyesyo
“Las dos caras de la moneda”, ilustración de Mildreth Reyes. IG: @vilereyesyo

“En un momento dado, las personas que vivían en una colonia ya no pueden tomarse un café junto a quienes eran sus vecinos, porque no tienen la capacidad económica para hacerlo”, dijo. 

Más allá de la capacidad de consumo, por la gentrificación un sector sustituye a otro en la vivienda. Es decir, ocupan las casas nuevas o remodeladas para hacer la colonia un barrio habitable y desarrollar actividades cotidianas. 

A diferencia de la turistificación, donde la dinámica de las ciudades se vuelca en las personas que solo están haciendo turismo, sigue habiendo una vida cotidiana y no se convierten en espacios completamente hechos para turistas sin la cohesión de una vida de barrio y el sentido de arraigo que se necesita para que una colonia pueda conservarse. 

Si bien algunos comercios cambian de giro y hay más tiendas de comida rápida o preparada que verdulerías o tortillerías, aún hay posibilidades de desarrollar actividades cotidianas y las y los pobladores no son expulsados a la periferia por falta de escuelas o locales de servicios básicos. 

Lo feo

En el problema de la gentrificación y sus efectos más notables podría haber una solución. El problema es que para contener la expansión y el efecto nocivo de la gentrificación se necesita la intervención del Estado y a veces es uno de los actores que propicia el fenómeno. 

Los expertos coinciden en que difícilmente el mercado se va a regular solo. Es decir, que los precios no irán a la baja, a menos que haya un evento crítico, como por ejemplo lo fue el terremoto de 1985 en las colonias Condesa y Roma. 

Por lo tanto, para frenar el incremento desmedido de los precios de renta o venta de la vivienda, se requiere que haya un control de parte del gobierno

"Desplazados", ilustración de Alan Varona. IG: @reylangosta
“Desplazados”, ilustración de Alan Varona. IG: @reylangosta

Sin embargo, muchas veces son acciones de gobierno las que ayudan a que haya un proceso de gentrificación. Lorena Umaña, doctora en ciencias políticas y sociales de la UNAM, consideró que en la mayor parte del proceso de gentrificación hay una intervención del gobierno. Y el gobierno o el estado debería ser un intermediario fundamental y las políticas urbanas deberían ser conciliatorias. 

“Para mí (la gentrificación) es un proceso inevitable, que puede tener consecuencias positivas y negativas. Saber qué la provoca y qué actores participan podría ayudar a que los efectos sean menos devastadores con las comunidades originarias”, dijo. 


*Miriam Castillo es periodista desde 2002. Ha editado y publicado textos para The New York Times y The Washington Post. Fue jefa de información del programa “¿Qué chilangos pasa?” en Radio Chilango y de Atando Cabos con Denise Maerker en Radio Fórmula. Es coautora de La Estafa Maestra, el reportaje y el libro que recibió el premio Ortega y Gasset. Síguela en @Micmoya.

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