Por: Miriam Castillo*
La colonia Juárez es una de las primeras colonias que padeció gentrificación, según académicxs que consultamos. Cuando se fundó, en 1906, tenía una fuerte influencia de los arquitectos porfiristas que querían tener construcciones para propietarios adinerados cerca de la zona central de la ciudad, pero en lo que entonces eran “las afueras”.
A diferencia de la Roma, que se estableció más o menos en la misma época en terrenos que antes eran potreros, la Juárez ya era propiedad de una familia adinerada: la hacienda de la Teja.
Parte de este terreno ya se había tomado para construir Paseo de la Reforma, pero en 1875 se hizo una propuesta de trazo urbano por parte del regidor Carlos Martínez de la Torre, misma que casi se pierde en litigio con una empresa estadounidense.
La clase alta deja la Juárez
Aunque no hubo desplazamiento de población original, sí hubo mano de empresas extranjeras.
La colonia funcionó así durante un periodo largo hasta que colonias como Polanco y Lomas de Chapultepec fueron preferidas por las clases altas para vivir. Además, el terremoto de 1985, como en muchas otras partes de la ciudad, provocó que muchas viviendas quedaran vacías.
Después del sismo, una clase trabajadora logró instalarse en la colonia y la ocupó durante un buen tiempo hasta que comenzaron las inversiones del gobierno alrededor de 2005.
El impulso del gobierno federal y el de la ciudad hizo que la zona se revitalizara, pero dejó fuera a las personas de clases media baja y baja que podían vivir ahí.
Luis Alberto Salinas Arreortua, investigador del departamento de Geografía Social del Instituto de Geografía de la UNAM, documentó que empresas inmobiliarias desalojaron a vecinxs de edificios que fueron demolidos para hacer estacionamientos de construcciones nuevas.
Para las empresas era más redituable el estacionamiento de un edificio de 24 departamentos que recibir la renta de seis condóminos. Lxs habitantes quedaron en la calle con sus maletas, buscando dónde vivir.
**Miriam Castillo es periodista desde 2002. Ha editado y publicado textos para The New York Times y The Washington Post. Fue jefa de información del programa “¿Qué chilangos pasa?” en Radio Chilango y de Atando Cabos con Denise Maerker en Radio Fórmula. Es coautora de La Estafa Maestra, el reportaje y el libro que recibió el premio Ortega y Gasset. Síguela en @Micmoya.