Chilango

Ventajas de no salir de vacaciones

Para estar así, mejor no salir...

Se dice por la cuadra que no hay mejor “vacación”, que Acapulco en la azotea durante estos días santos. Y el que diga lo contrario… ¡no es un auténtico chilango! ¿Quién no ha sacado la hielera al patio, a la terraza o azotehuela en fechas como éstas, para matar por puro gusto el tiempo? ¿Verdad que sí?

Sin embargo, no queda ahí la cosa; salir de vacaciones a playas o balnearios puede resultar un viacrucis: las albercas parecen pozoles humanos, las salidas de las carreteras son insuficientes, las entradas a los parques acuáticos más afamados son carísimas… En suma, a veces es mejor salir a la vuelta de la esquina, que ir a sufrir a no sé dónde.

De tal modo, si eres de los que pasarán las vacaciones aquí en la ciudad, esta nota es para ti. A continuación te presentamos las ventajas de no salir de Chilangolandia, así que no te agüites y echa ojo.

1. No hay casi tráfico en las principales avenidas; puedes transitar con más tranquilidad que otros días y gozar del Periférico o del Circuito Bicentenario a tus anchas. Nomás no rebases el límite de velocidad (¡chale!).

2. Los museos o parques nacionales (el Bosque de Aragón, el Museo de la CFE, el Cerrito del Tepeyac, entre otros) están medio vacíos para deleite absoluto de nosotros los chilangos.

3. Puedes disfrutar a gusto de las fuentes de la Plaza de la República; tan sólo agarra tu toalla del Cruz Azul, tus chanclas, tu chor, tu patito de hule y… ¡ya estás! ¡A remojarse como Dios manda!

4. No tienes que lidiar con los molestos “viene viene”, pues también ellos se van de vacaciones, cabe decir que a los destinos turísticos más exclusivos de México (su esfuerzo y dedicación bien lo merecen).

5. El metro va súper relax, sin la bola de godínez con sus tortafolios y sin los escuincles secundarianos con sus mochilas estorbosas. En una de ésas, chance y hasta asiento alcanzas.

6. Si eres muy católico, puedes llegarle a Iztapalapa y regodearte con la representación de las Tres Caídas en vivo y a todo calor, o bien, hacer la visita de las siete casas y caerle en su cantón a los parientes para gorrearles unas suculentas tortas de romeritos.

7. Quedarte en casa tampoco es una pésima opción; puedes hacer tu propio maratón de pelis con motivo de estas fechas: Semana Santa en Acapulco (Viacrucis nacional), con Lucha Villa y David Reynoso, o La risa en vacaciones 7, con Pedro, Pablo y Paco, los locos de la risa.

8. El cielo capitalino se limpia y, por lo menos por un rato, nos hace recordar que ésta fue alguna vez la región más transparente del orbe, tal y como lo hizo notar el bueno de Alexander von Humboldt.

9. El metrobús no se cuelga tanto y no va tan retacado como de costumbre; puedes ir parado o sentarte (ya es cuestión de gustos); de todos modos, vas tan cómodo que ni tú te la crees.

10. No tienes que andar batallando en búsqueda de un sitio para estacionarte, ni andar quitando las molestas e infames cubetas apartalugares, pues hay cancha de sobra para tu cazuela de perro, o sea, para tu nave.

11. Durante estos días, extrañamente, no hay ninguna manifestación que arruine el tránsito capitalino. ¿Será obra de Dios nuestro señor o puritita casualidad? No se sabe, el caso es que si tienes que desplazarte de un extremo a otro de la ciudad, ¡ya la hiciste!

12. Ya si de plano tu nostalgia por Tepetongo es mucha, siempre queda la posibilidad de inflar una alberquita o comprar una tina de aluminio grande, llenarla con agua y salir al patio a gozar con tu bikini de lunares amarillo, diminuto, justo, justo que todo deja mostrar.

En fin, por ésta y muchas cosas más, vive las vacaciones al cien y goza goza Zaragoza con las bondades que ofrece la capirucha durante la Semana Santa. Pero antes dinos: ¿qué otras ventajas agregarías a nuestra lista?

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