Una noche en el Patrick Miller
Por: Colaborador
Estamos en el número 17 de la calle de Mérida, en la Roma Norte. Su fachada no es fancy. No hay letreros ostentosos, cadeneros ni todas esas cosas de hueva que caracterizan a los lugares fresas. Es más, por fuera, el Patrick ni parece antro. De no ser por el valet parking o por los ires y venires de los asistentes, parecería que estamos ante un bodegón industrial.
Si quieres entrar tienes que aguantar que te basculeen los elementos de seguridad, para asegurarse de que no estás introduciendo objetos peligrosos o drogas. Una vez que los vigilantes se cercioraron de que no eres un asesino o dealer, es hora de pasar a la taquilla, donde te espera el cobro de un cover más que simbólico: treinta pesitos, barato como carne de gato. No hay boleto que te sirva como souvenir: la chica de la taquilla te dará una ficha de póker rotulada con el logo del lugar que deberás entregar para entrar a este sitio extraviado en el tiempo.
La primera impresión
No hay error, no hay error, no hay error. El Patrick sí es un bodegón. Un pasillo teñido por colores fluorescentes te da la sensación de haberte adentrado a un hoyo funky. Hoy toca noche de italo disco, por lo que los sonidos de este género inundarán el lugar desde que se abre pista hasta el cierre. Se ven algunas bolas disco suspendidas y una pantalla de leds brilla al fondo donde se lee en letras enormes PATRICK MILLER.
Mis amigos y yo estamos parados como queriendo escanear el lugar con la vista, pero no nos da tiempo. Apenas estamos reaccionando ante el primer golpe de estridencia visual y auditiva cuando un cuate vestido de negro llega y nos dice: “¿nos dan chance por favor? Es que vamos a hacer una bolita”. No sabemos a qué se refieren con eso, pero nos abrimos para no estorbar, cuando eres nuevo en un lugar más vale no ser impertinente y dejarte llevar.
Y tal cual, como si de una boda o evento social similar se tratase, varias personas forman una rueda y al centro bailan dos personas, que muestran ante la concurrencia sus mejores pasos. El duelo se pone bueno. Las manos se agitan en el aire y el estilo por momentos recuerda al de los bailes sonideros de La Merced. Vueltas, brinquitos, evoluciones estilizadas, ambos contendientes dan lo mejor de sí. En este duelo nadie gana. O si queremos ser optimistas, todos, incluso los que sólo ven.
Desde las alturas
El Patrick Miller tiene planta baja con pista al centro, un segundo nivel para apreciar el bailongo de quienes se rifan en los duelos y un área para fumadores. La planta alta, más que para bailar es para admirar en todo su esplendor a quienes dan cátedra de baile high energy. Desde ahí se pueden ver bien todas las bolitas que se forman y puedes contemplar varias contiendas simultáneas.
En la taquilla del chupe se observan los precios de la chela y del agua que no están nada mal tampoco: una chela 30, dos por 60 (¿les cae?). La botella de agua te sale a 10 varos, casi lo mismo que en la tienda de la esquina. Ahí, al igual que en la entrada, te dan una ficha de póker si es que pediste chela. Si lo tuyo es el agua, te darán también una ficha, pero transparente. Aquí el plan no es venir a súper empedar: la cosa es divertirse con el baile, ya sea atreviéndote a echarte unos pasos en la bola o simplemente de mirón.
¿Somos hombres o payasos? ¡Hay que entrarle a la bola!
Si quieres participar en uno de los duelos, tienes que pedirle chance a quien organiza la bola. Si él te dice que vas, entonces le entras al desafío. Hoy yo vengo con toda la actitud, hasta me traje unos tenis de luces bien faroles para no pasar desapercibido. Me los chulean un par de veces y aprovecho que ya impacté para ir con el líder de la bolita para pedirle que me dé entrada.
-Oye brother, es mi primera vez aquí pero está bien buena la onda, ya me entraron una ganas bien cabronas de bailar, ¿se puede?
-Claro, nada más que termine este cuate y vas tú. Pero te tienes que mover chido, ¿eh
-Pues no soy el mejor pero me defiendo. En lo que me toca, ¿te puedo hacer unas preguntas?
Vas.
-¿Cuánto tiene el Patrick de existir?
-Ya tiene sus años. En la Roma está desde los noventas (sic), pero antes estábamos allá en la Calle de Filomeno Mata, donde está el Club de Periodistas.
-Sí conozco. En el Centro Histórico, ¿no?
-Ajá. Pero nos pidieron el lugar y ya no pudimos seguir haciendo la movida allá. Fíjate que ahí estaba un poco más grande, hasta estaba dividido por salas. Pero aquí también está chido. Está espacioso y a los que nos gusta el high energy lo hemos seguido y lo seguiremos aunque nos tengamos que mover.
-¿Y se hace algún evento especial?
-Pues cada viernes hay una noche de algo diferente. Hoy toca italo disco, tenemos noches de ochentas y noventas (sic y recontra sic), noches de new beat, y noches de disco setenteras.
-¿Celebran aniversario o alguna fiesta en grande?
-No, pero el 25 de diciembre es una fecha muy chida porque vienen los puros verdaderos fans del high energy y lo pasamos muy bien. Mientras todos están cuajados en sus casas por la Navidad, en el Patrick estamos los verdaderos seguidores de este movimiento. ¡Vas carnal, ya te toca!
Sin decir más, el cuate me avienta al ruedo. Me toca competir contra un wey que se mueve chido, por lo que le tengo que echar toda la carne al asador. Como llevo mis tenis mamones de lucecitas hasta arranco algunos gritos de sorpresa. Trato de acordarme de los pasos, es mi primera vez pero tuve tiempo de observar y memorizar. No bailo ni cinco minutos cuando ya empiezo a echar los hígados. Se ve fácil, pero la neta estos pasitos sí le piden mucho a mi treintona humanidad.
Voy con el organizador y le digo que ya estuvo, agarra la onda, me sonríe y me dice: “¡Lo hiciste chido!”. Me inflo como guajolote, para ser la primera vez no me fue mal ante los ojos expertos de un verdadero fan.
¿Para quién sí y para quién no?
Si lo tuyo son las experiencias diferentes, la música retro, la diversión sin poses, los lugares sin etiquetas ni discriminación, has encontrado un gran sitio. Los asistentes son una mezcla muy variopinta. La hipsteriza no puede faltar, finalmente estamos en la Roma, pero es banda alivianada y que viene más por decir “goei, fui al Patrick y está incre” que por andar en una pose mala onda. Si eres gay o hetero aquí no hay pedo. Es más: entre los asistentes había un chavo en silla de ruedas y se lo estaba pasando chido.
Un rotundo NO si estás buscando un lugar fresón o si es que eres muy picky para ciertas cosas, como las idas al baño (incluso los de los hombres tienen fila). El piso es rasposo, no hay ornamentación cool para echarte la fotito fresa antrera y de repente es un lugar donde se mira más de lo que se baila. No hay silloncitos para echar la botella ni esas mafufadas. Si buscas un lugar con sonido variado, también es un no. Toda la noche puede sonar un poco a lo mismo si no estás familiarizado con el género y sólo un oído experto puede distinguir una rola de otra.
Yo, como DJ y como amante del arrabal y del retro, le doy un sí, sí y mega sí.
Patrick Miller
Mérida 17, Roma
vie 21-4 h,5511 5406
$ promedio: 100 más $30 cover
tc: visa y mastercard