Hubo un tiempo, queridos chilangos, en los que los visitantes más molestos en los museos éramos nosotros mismos, cuando los maestros nos mandaban a hacer tarea y teníamos que copiar cada cédula —¿eso de qué servía?—.
Íbamos en manada con nuestro cuaderno a rayas, sosteniéndolo con una mano y con un lápiz de punta chata en la otra apuntando todos los textos que veíamos. Al final en clase todos los chamacos tenían los mismos apuntes y el maestro le ponía 10 a los que tuvieran mejor letra. Pero esos eran otros tiempos.
Pero la fauna molesta que visita los museos siempre ha existido y hay estudios museológicos sobre ellos —¡en serio!—. Estamos seguros que la gente que monta las exposiciones y, sobre todo, los guardias que vigilan las salas, deben de estar hartos de estos tipos de visitantes. ¿Te han tocado?.
LordManitas
Miles de dólares gastados en conseguir los permisos para traer una obra del siglo XVI desde Europa, embalarla, pagar el seguro, mandarla por avión, escoger la mejor manera de exponerla y colgarla en una sala especialmente dedicada a ella, para que un visitante piense: “¿Y si me llevo un recuerdito?”, metiéndole la uñita a un óleo antiquísimo. Lo hemos visto, lo juramos.
Fotógrafo obsesivo
Todos estamos de acuerdo en que lo importante es ir a ver una obra de arte y no tomarle foto ¿verdad? Nos hemos encontrado bandita que va de una pieza a otra, capturándolas con su cel, sin detenerse a ver lo que están viendo. Una vez nos tocó ver a alguno que solo le tomaba fotos a las cédulas y ni siquiera volteaba a ver el cuadro ¿estaría haciendo su tarea?
El intelectual sabelotodo
Cuenta la leyenda que cuando se abrió la primera galería de arte en el mundo, llegó una persona diciendo que todo estaba mal y contando la historia de las piezas que no había visto nunca en la vida: todos lo odiaron y lo echaron a la hoguera. Esta historia no es verdad, pero es bonita y es lo que todos queremos hacer con las personas que se la pasan hablando a bocajarro ¡cállenlos!
Visitante periscopeador
No en todos los museos se puede, pero en muchos no hay restricciones para hacer streaming. Y agárrate papá: montones de personas haciendo transmisión de la exposición, a la que no le están prestando atención por ver los comentarios de su smartphone, contestando las preguntas de su audiencia. Y los que de verdad van a ver la expo se tienen que hacer a un ladito y escuchar cómo el periscopeador dice tonterías. Sálvanos diosito.
Meme viviente
Estudios de una prestigiosa universidad definen al “Efecto de la Torre de Pisa” como el fenómeno que se caracteriza porque cada turista que visita dicho monumento tiene que tomarse una foto simulando sostenerla. Como aquí no tenemos Torre de Pisa, pero sí muchos memes y buen humor, la gente simula hacer chistosadas donde sea: hacen como que agarran los cuadros, imitan la pose del pensador de Rodin, ponen cara de troll. Y los pobres custodios van persiguiéndolos para que no pasen de la rayita de seguridad ¡alguien piense en ellos!
El fuera de lugar
Bueno, hay gente que nomás va a pasear a los museos. Eso está bien, mejor salir a un museo que andar cazando pokemones. Pero les pedimos de manera atenta que si son arrastrados a ver la expo de un artista conceptual, que si su novia quiso ver a Nefertiti y tú querías ver Netflixtiti, o están a disgusto, no lo expresen de manera abierta ni se pongan a despotricar a media sala diciendo “no le entiendo a esta pieza, está re chafa”. Esta cláusula no aplica en la Zona Maco, ahí ni nosotros le entendemos al arte ¡ja ja ja!
Pero bueno, no nos regañen por ser tan quejumbrosos. Pero si son visitantes asiduos a los museos estamos seguros que han gente que detestan ¿qué tal si nos comparten alguno en los comentarios?