Por El Memo @guillermo_ga
¿Qué alberga en su interior un godínez? ¿qué tormentos y penurias ha aguantado su hígado graso? ¿qué estragos ha ocasionado en su cuerpo tanta garnacha y taco de suadero? No toda la belleza está en su interior, deben de saberlo: al desnudo son igual que todos, con defectos y virtudes, pero vienen acompañados de su inseparable celular que compraron a plazos, su temblorosa mano que sostiene cada mañana la taza de café aguado y el tóper de comida, tan personal como solo pueden serlo sus calzones largos.
El cuadro lo completa ese cinturón gastado de tantas veces que se aflojó en la cantina y el inseparable clip, compañero de mil batallas, que lo mismo sostiene los papeles del informe, que levanta la bastilla del pantalón.
¡Oh godínez! Su anatomía digna de un estudio de Charles Darwin, nos recuerda que ellos, como nosotros, también son personas. Los queremos por guardar en su cajón dos bolsas de chicharrones de harina y estiren su quincena para comprarle esa rica torta de chilaquiles a Lupita, la secretaria. Aquí los tienen en todo su esplendor.
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