Por amor
Por: Colaborador
-¿Sabes algo de un profesor de tenis argentino que murió hace unos años? -le pregunté meses atrás a un socio del Club Toluca que conoce la vida de esa institución.
-Sí, cómo no. Pero no era tenista, era tenista de mesa, de ping-pong. Daba clases en el club y se metió con quien no debía.
-¿Con quién? -¿Con quién más...?
-No sé.
-Mejor no te metas en eso.
-¿Por qué mataron al tenista? -insistí.
-Por amor -me respondió y colgó.
Esa fue mi primera llamada para conocer qué había sucedido con un deportista asesinado en el sexenio de Arturo Montiel. En voz baja, se hablaba de ese hombre en la socialité del Estado de México y en algunos pasillos de la política nacional.
Como River Plate
Mario compró un boleto en la aerolínea más barata: Lloyd Aéreo Boliviano. La travesía incluyó aterrizajes en Uruguay, Bolivia y Panamá. Exhausto, el profesor de 32 años arribó a México. «Se retrasó un día el avión, que es como el "ñandú" (autobús) de Neuquén porque para en todas partes -escribió en una carta a su familia-. Para colmo, Toluca queda a 60 kms de DF. Los directores del Club Toluca me llevaron a las instalaciones, que son como River Plate, tiene: 14 canchas de tenis, 2 piletas cubiertas olímpicas, 4 restaurantes, 3 plallas (sic) de estacionamiento, 5 salones de reuniones y de Congresos, capilla, servicio médico, canchas de fútbol y muchas cosas más.»
En realidad, las canchas de tenis eran 11, y nada más había una alberca no olímpica, dos estacionamientos, un restaurante y una sala de eventos. Magnífico contador de historias, no sólo dio de un plumazo más grandeza a ese centro. El hombre que por una mejor vida había cambiado de hemisferio concluyó la carta con otro hecho imaginario: «Después hicieron una conferencia de prensa. Había 8 periodistas de radio, televisión y diarios e hicieron mi presentación oficial. Tengo una oficina y una secretaria, Pilar.»
-¿Que más les decía de México? -pregunto a Graciela, la menor de las hermanas de Mario.
-Nos decía: «Acá hay gente muy pobre, pero otra con helicópteros en sus casas.»