Chilango

Miss Gaviota: la única luchadora trans chilanga

Archivo personal de Wendy Martínez

En la calle de República de Honduras en el Centro Histórico, entre Comonfort y Allende, una luchadora (en toda la extensión de la palabra) cambia las llaves por las tijeras para cortar pelo. Un movimiento aquí, otro allá, aplica la máquina diestra y sus clientes satisfechos —muchos de ellos, amigos de año—, se van con una sonrisa en el rostro. En este local ambulante cubierto con lona rosa, tiene todo para ser feliz. Aquí Wendy Martínez es una artista del cabello, aunque los fines de semana se transforma en Miss Gaviota, la primera y única estrella trans de la lucha libre mexicana.

 

Wendy nació en Torreón, Coahuila. En aquel entonces no se llamaba así: su nombre era Edwyn, pero desde que era muy pequeña supo que era diferente. Cuando viajó a la Ciudad de México a la edad de 13 para ganarse la vida, tuvo un golpe de suerte: le dieron trabajo en la tortería El Cuadrilátero, propiedad del luchador Súper Astro.  “Pongan a esa chamaquita a lavar la loza”, dijo él, y así comenzó su contacto con el mundo de la lucha libre.

 

“Yo no sabía por qué Súper Astro me decía ‘chamaquita’, si en ese entonces aunque yo ya sabía que era distinta, no pensé que me consideraran como una mujer”. En esa tortería, Edwyn pasó de lavaloza a ayudante de cocina y a parrillero. Pero sus labores no terminaban ahí. “Yo tenía que llevarle la maleta a Súper Astro y ahí en el gimnasio yo decía ‘qué hombres tan guapos, qué ricos están’. Al ver que no podía ocultar que los hombres me gustaban, me dijeron ‘no seas mensa, entrena, para que puedas ver a los chacales en los vestidores'”. Pero no se creía capaz y dijo que mejor no. Nunca pensó que su futuro ya estaba marcado y terminaría convertida en una diosa del ring.

 

La transición de Edwyn a Wendy

Las manos de Wendy (Pável M. Gaona)

Pasó el tiempo y a los 16 años reafirmó su naturaleza trans: Edwyn se transformó en Wendy. “Cuando buscaba mi nuevo nombre comencé a pensar cómo quería llamarme. Entonces me di cuenta de que Wendy tiene las mismas letras y así me puse.” A la par de su transformación comenzó a adentrarse también en el ambiente gay y decidió hacer carrera en el show travesti: “yo actuaba en el 14, en el viejo Marrakech, en el 42, en el Butterflies. Hacía a Paty Santos ‘La Tumbahombres’, a Ednita Nazario, a Rosa Gloria Chagoyán, a Ana Gabriel y muchas otras”.

Pero sabía que el show travesti no duraría para siempre y, animada por una expareja sentimental, estudió estilismo. “Yo siempre le voy a estar muy agradecida. Gracias a él fui a la escuela y además me compraba todos los materiales que necesitaba. Y así comenzó esta faceta que ves ahora” me dice, mientras me muestra su puesto y sus utensilios de trabajo.

 

Wendy, la incansable

 

Siempre supo que tenía una parte artística que necesitaba explorar, así que comenzó a incursionar en la actuación. “Participé primero en programas como ‘Hasta en las mejores familias’, en un episodio que se llama ‘palabra de hombre que soy más mujer que tú’. Ahí en el foro me decían ‘pero no te vayas a poner nerviosa, ¿eh?’. ¿Pero qué me iba a poner nerviosa yo? Ya tenía las tablas del show travesti. Actuar para el público gay no es fácil, siempre te están criticando que si está feo tu vestuario o que si no te pareces”.

 

Pero si su trabajo como estilista y actriz no fuera suficiente, el ring la volvió a llamar, como una fuerza magnética invisible. “Al ambiente de las luchas volví gracias a que Mario González ‘Pimpinela’, uno de Los Exóticos, me pidió que fuera su maquillista y así entraba a las arenas. Y me volvieron a insistir que entrenara para luchar, pero esta vez sí acepté”. En ese momento no lo sabía, pero años después ella sería parte de Los Exóticos, un equipo de luchadores gay que entre besos y lentejuelas, le ponen un sabor especial a la lucha libre.

 

“Esa primera vez me dieron una putiza, pero no de golpes, sino por todo lo que haces en el entrenamiento. De tantas vueltas, caídas y marometas me dio hasta calentura. Polvo de estrellas, otro de Los Exóticos, me dijo: ‘esto no es para putitos de falda. Si después de la madriza que te dimos hoy regresas, esto es lo tuyo, pero si no, significa que nunca fue para ti’. Y volví.”

 

De La Rumbera a Miss Gaviota

 

Por su afición a la música tropical que tanto le gustaba, el primer nombre que adoptó fue La Rumbera. En sus inicios luchó enmascarada. Una vez, mientras regresaba de una función que dio en Acambay, Abismo Negro le dijo: “no seas mensa, estás muy bonita para luchar con máscara. Además ese nombre está muy feo, deberías cambiártelo”.

Desde Acambay hasta la Ciudad de México, Abismo Negro fue pensando en el nombre ideal para ella. “¡Ya sé, te vas a llamar la Gaviota!”, le dijo. Y le agradó el cambio, pero la nueva identidad no la convencía del todo: “yo siempre me he considerado una diva, una reina, una Miss Universo. Entonces le puse Miss al nombre con el que me había bautizado Abismo Negro y ¡ZAS!, así fue como nació Miss Gaviota”.

 

El corazón de una luchadora

Wendy trabajando (Pável M. Gaona)

Cuando descubrió su nueva pasión, la lucha libre, no dudó en quitarse los senos que tenía para poder luchar como parte de Los Exóticos.  Siempre tuvo garra para enfrentar la vida: ella perteneció a una generación en la que por el hecho de vestirse en la calle como mujer, los remitían a las delegación y cumplían un delito de 36 horas por delitos como “alterar el orden público” o “faltas a la moral”.

 

Suave como Gaviota pero felina como leona, ha tenido parejas a las que ha amado intensamente, aunque ahora se encuentra soltera. “Ya no me convencen tan fácil.  Sé distinguir bien entre un amante de ocasión y un amor de verdad. Yo no pido belleza ni lujos. Prefiero que me regalen una flor de papel pero hecha por sus propias manos. Pido solo inteligencia y honestidad, alguien recto. No voy a pedir un príncipe azul cuando ni Madonna lo tiene”.

 

Wendy se define a sí misma como una mujer con los pies bien puestos sobre la tierra. En este puesto de La Lagunilla, justo frente al Deportivo Guelatao, se ha fundido ya con el entorno. Todos la aman y se deja querer. Acaba de grabar la telenovela ‘Amor de barrio’ pero eso no le dio ínfulas de nada. De lunes a sábado, de las 10:30 a las 18:30 —a menos que le salga una lucha o que tenga llamado en Televisa—mueve con destreza las tijeras, sonríe, coquetea, saluda a su gente. Wendy es una Gaviota que nació para ser libre de convencionalismos, aunque a veces haya tenido que moldear su destino a punta de madrazos.