La paciencia es infinita, el pulso perfecto y la vista casi como la de un águila. Así se trabajan los alebrijes, una artesanía chilanga que ha encontrado su propio camino en Oaxaca.
Según la historia, Don Pedro Linares, el padre de estas pequeñas obras de arte, veía en sus alucinaciones una especie de dragones, a los que les gritaba: “Aléjate brujo”. De ahí su nombre “alebrijes”.
En la Ciudad de México estos seres extraños siempre se han hecho de papel mache y alambre. Pero en San Martín Tilcajete (Oaxaca) todo es diferente.
Visitamos un taller-escuela en ese municipio. Sus dueños, Jacobo y María, son dos artesanos que perfeccionaron una técnica que nació en la Ciudad de México.
El proceso es completamente artesanal. Inicia cuando se corta la madera del copal, dependiendo de si es hembra o macho se le da forma para convertirlo después en un ser salido de lo más profundo de las leyendas zapotecas o de la imaginación de aquél que lo quiera convertir en parte de su decoración.
Convertir un pedazo de madera en un alebrije terminado no es tarea sencilla, además de las habilidades extraordinarias, se necesitan al menos un par de años.
Conocimos a Emmanuel, un joven que no pasa de los 20 años y ya es un maestro en el arte de dar vida a los alebrijes. Desde niño, como se acostumbra en ese pueblo, aprendió la técnica en su casa y la perfeccionó en este taller.
La destreza en las manos de los maestros artesanos pueden servir para decorar a capricho lo que los recursos puedan pagar. Como este casco de motociclista, en el que Daniel, otro de los artesanos de este taller, trabaja 10 horas al días desde hace algunas semanas para adornarlo con símbolos zapotecas. El precio del decorado final rondará los 60 mil pesos.
Un vídeo publicado por Chilango — Revista y Web (@chilangocom) el1 de Ago de 2016 a la(s) 4:55 PDT
Una vez que la pieza se talló, se le dan varios baños de gasolina blanca, se deja secar, se resana, se lija, se vuelve a resanar hasta que la pieza está lista para pasar al área de decorado. En esta área están los más experimentados, en su mayoría son jóvenes que viven en este poblado y que llegaron al taller para aprender o perfeccionar sus habilidades.
Animales del zodiaco zapoteca, fusiones de seres de fantasía, collares, sillas, cuadros, y lo todo lo que pueda ser usado como lienzo se vende finalmente en la tienda del taller. Cada pieza va acompañada de un certificado de autenticidad en el que se detalla las horas que se invirtieron para su elaboración.
El costo de las piezas que se hacen en este taller varía mucho dependiendo del tamaño y tiempo que llevó hacerla. Se pueden encontrar pequeñas piezas desde 90 pesos, hasta verdaderas obras de arte que superan los millones de pesos.
La próxima vez que visites Oaxaca, tómate el tiempo de descubrir lo que éste y los demás talleres de San Martín Tilcajate tienen para ti.