Es lunes y estamos hartos del inicio de semana. Lo único que nos motiva es que ya acabó el día
y podemos salir a volarnos la cabeza en lo que llega el martes. Entonces, llegamos a casa, nos bañamos, acicalamos y justo cuando tomamos las llaves, empieza un diluvio digno de La Biblia.
Justo cuando tomamos las llaves, empieza un diluvio digno de La Biblia.
Nos sentamos a esperar pacientemente a que pase el torrencial, pero entonces empiezan las llamadas: "Güey, ya no voy. Está lloviendo mucho". "Te fallo, creo que mejor me guardo
para otro día". "¿Quieres ir por un
helado?".
Al final atendemos el llamado de nuestra cama, que se ve más y más cómoda, y nos tumbamos a ver una película semi
buena en la tele.