Adam Stewart, editor de la revista Annals of Neurology, llegó a su oficina, en San Francisco, y revisó los artículos científicos que acababan de llegar, cuyos autores pretendían su publicación. Se detuvo en uno. «Era extraordinario recibir algo de México», me cuenta por email. La investigación la dirigía Sotelo, célebre neurólogo que publica en revistas como el New England Journal of Medicine Science. La introducción indicaba: «Estudios recientes en células mononucleares periféricas de la sangre han indicado que las exacerbaciones de la esclerosis múltiple podrían estar asociadas con la reactivación del (virus) varicela zoster latente». El estudio —que había recibido un apoyo de CONACYT por 2.3 millones de pesos— se basaba en el análisis de 53 pacientes.
Los dictaminadores de la revista concluyeron lo siguiente: «Too good to be true», sintetiza Stewart, que pidió a Sotelo hacer más pruebas y entregar otro artículo.
Los nuevos resultados mostraron una tendencia similar. Annals of Neurology publicó el artículo en marzo de 2008. En él, se establece que para encontrar el virus fueron vigilados tres grupos de enfermos a los que se les extrajo líquido cefalorraquídeo y sangre. El texto se acompaña de 16 imágenes tomadas del líquido de 15 pacientes con brotes de esclerosis múltiple: en todas aparece el virus de la varicela zoster.
El estudio clarificó un hecho importante: las concentraciones del virus en el líquido cefalorraquídeo son mucho mayores en los enfermos con brotes de esclerosis múltiple que en los que aún no los manifiestan o tienen otros males neurológicos.
No obstante, el experto Don Gilden, autor del editorial sobre el artículo de Sotelo, halló un hecho extraño: los niveles y el tipo de anticuerpos de los pacientes no eran los que se deberían esperar de gente infectada por el virus varicela zoster.
En conclusión: el hallazgo de Sotelo era un avance importante en el estudio de la esclerosis múltiple, pues presentaba indicios valiosos de que ese virus podría participar en el origen y el empeoramiento de la enfermedad. Sin embargo, no revelaba que esa fuera la causa.
Para reconstruir la investigación, Chilango solicitó a la unidad de enlace del IFAI en CONACYT copia de «los informes presentados por el grupo de investigación de Julio Sotelo sobre la relación del virus de varicela zoster y la esclerosis múltiple». La respuesta fue «inexistencia de la información solicitada», pese a que por la investigación ese consejo erogó cerca de 230 mil dólares.
Sotelo, capitalino nacido en 1950, es un hombre reconocido en la ciencia médica internacional. Su biografía es abrumadora: discípulo del Premio Nobel de Medicina Daniel Carleton Gajdusek, ha escrito 65 capítulos en libros y 263 artículos en revistas científicas indexadas. Hasta 2005, fue citado 3,730 veces en la literatura científica internacional, lo que lo convierte en el tercer autor de Latinoamérica más citado; ha dado conferencias en 77 universidades e instituciones médicas internacionales.
Hace unos años, desarrolló el albendazol, un medicamento que resultó ser la cura contra la cisticercosis.
Luego de tres meses de gestiones, Sotelo me recibe en su oficina de la Torre Zafiro, sobre el Periférico. Me lo pintaron autoritario, duro, pero me enfrento a un hombre de traje con un tono de voz tan bajo que, por momentos, me crea el temor de que la grabadora sea incapaz de registrar.
Blanco en canas, segrega solemnidad: aunque me lleva unos 30 años, siempre me habla de usted. La fuerza de su carácter, en todo caso, la percibo cuando me dice quién es su “gran héroe”: Hernán Cortés.
En un marco tiene un afiche con 16 fotos de los virus del líquido cefalorraquídeo de los 16 pacientes en que basó su estudio. Como si fuera un hijo, presenta orgulloso las imágenes difusas que me recuerdan a las medusas marinas.
Tras su escritorio hay un cuadro de Diego Rivera y, muy cerca, otra reproducción impactante: en su cama, un joven moribundo aguarda la hora de su muerte, asistido por una monja que carga un niño —al parecer el hijo del enfermo—. Un médico le mide el pulso en su brazo extendido.
—No imagina usted su autor —me dice.
—…
—Es un Picasso de su primera época, de cuando era alumno de los primeros impresionistas: se llama “Ciencia y Caridad”.
—¿Cómo fue volver a México tras estudiar en el extranjero? —digo ya en la entrevista.
—Venía de estudiar en los ‘80 las enfermedades virales en caníbales: algo fascinante que parecía de Julio Verne, pero irrrelevante para México. (Quería) desarrollar mi entusiasmo de investigación en un tema de gran interés social.
—Pero en México hay caníbales….
—Sí, pero ésos son políticos, ¿o a cuál se refiere usted de los muchos que hay?
En la amplia oficina de Sotelo hay sillones en tonos caoba, y un muy pequeño escritorio en el que trabaja. Atrás de él, una mesa llena de papeles y teléfonos. Sobre una pared hay fotos de sus hijos.
—Dijeron haber hallado la causa de la esclerosis múltiple ¿Qué pasó?
—Fue lo que es… Después de los estudios corroborativos es la causa de la esclerosis múltiple, no hay confusión ni…. Bueno, no hay nada. Una vez que se difunde en una revista científica un hallazgo…
De pronto, toma un ejemplar del New England Journal of Medicine. Prosigue:
—Los artículos relatan descubrimientos. Si el hallazgo no es real, si lo que aquí se dice está exagerado o son menos casos o lo que sea… Dentro de un año va a haber 20 publicaciones que digan esto ocurre de esta forma, esto tiene tales limitaciones.
—La noticia dice que hallaron la causa…
—Son dos lenguajes: el científico es uno… Los artículos de los que hallaron la causa del SIDA dicen, más o menos: «Presencia de retrovirus HLL 27 en leucocitos circulantes de pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida». Punto. No dice «Descubrimiento del virus VIH». Pues esos artículos señalan la causa del VIH, ¿me entiende?
—¿No fueron demasiado lejos?
—Si lo que nosotros decimos se corrobora, el virus de la varicela es la causa de la esclerosis múltiple.
—¿Tuvo problemas por cómo se manejó la noticia?
—Las noticias no me incomodan. Me importan las revistas científicas. Por eso no quisimos poner la noticia en muchos medios, para no desvirtuarla. Como dice Reforma, el hallazgo es inicial; falta un estudio corroborativo que lo replique y diga, ahora sí: la causa de la esclerosis múltiple es ésta.