Horas en la oficina, reportes del mes, hojas de cálculo, balance de gastos… sí, puede que te guste tu chamba, pero muchas veces puede ser tediosa o aburrida. Así es la vida de los godínez, sin contar las interminables juntas, las llamadas de atención de tu jefe, el teléfono que suena y suena con clientes furibundos. Esto es a lo que nos enfrentamos en la oficina.
Pero para eso existe el remedio que toda oficina godínez tiene a la mano para desestresarse y no aburrirse: las maldades y travesuras que también podrían llamarse bullying de oficina. No te hagas, seguramente lo has hecho o te lo han hecho; situaciones sumamente divertidas que hacen más llevadera la chamba. A ver si lo has hecho o te ha pasado:
Ese ratón apagado
Llegas corriendo a la oficina y necesitas enviar urgentemente un documento a imprimir. Prendes tu compu, metes tu clave y esperas que tu cafetera arranque lo más pronto posible. Ya que prendió mueves el mouse y la méndiga flechita nomás no se mueve. Extrañado, levantas el mouse y ves que el foquito rojo nomás no prende. Estás a punto de llamar a sistemas…
¡El horror! Tu jefe ya espera ese documento y te das cuenta que tus cuates te hicieron la maldad de desconectarte el &%$# ratón, pues están al fondo muertos de la risa viendo tu cara de Muppet mientras sufres.
El teléfono ‘de cabeza’
Pepe, el diseñador, llega a su lugar y le marcas desde una extensión que no es la tuya, pero que te da chance de ver cómo reacciona. Descuelga el teléfono y lo ves haciendo caras y hablando cada vez más fuerte: “bueno, bueno… no escucho”, atina a decir.
Y es que sin darse cuenta y previo a la llamada, fuiste hasta su lugar y lo único que hiciste fue voltear el auricular, por lo que la parte donde se debe hablar, le queda en la oreja y visceversa. Te carcajeas por lo babas que se ve al no escuchar y no se da cuenta que está al revés hasta que ve el cable de gusano en su oreja.
El juego de las sillas
No, no es como el que jugabas cuando eras chavito de ver quién gana la silla cuando se acaba la música. Éste es de cambiarle la silla a tu vecino de lugar y ponerle la que está más gastada o que no funciona igual. Apenas se sienta y ves cómo se va ‘haciendo chiquito’, porque la silla se baja al no servir bien.
Sólo escuchas el “¿#$%&, quién cambió mi silla? y no le queda de otra más que seguir con la silla inservible y escribiendo como gorila de circo en automóvil (con las rodillas casi pegadas al pecho y el teclado casi a la altura de la cara.
Muy gracioso… hasta que te lo hacen a ti.
El video gracioso… y terrorífico
Ésta es una bromilla muy vieja, pero siempre efectiva. Consiste en mandarle a tu cuate un mail con un video gracioso o cachondo (es lo de menos, seguramente lo verá porque el buen godínez siempre tiene tiempo para desestresarse).
Entonces abre el video de los gatitos tiernos, o la rubia despampanante que empieza a quitarse el vestido, cuando de repente… ¡Maadreeeeeesssssanta! La maldita cara de la niña del Exorcista acompañado de un grito espeluznante que hace que tu cuate brinque de la silla como gato acabado de caer en agua.
Divertido y peligroso, por aquello de un infarto.
La enamorada secreta
Ves a tu compañero cada día más arreglado (cosa rara, si es bien fachas), oliendo a perfume y bien peinado. Le preguntas el porqué y después de hacerse del rogar, te confiesa que se ha estado mandando mails con una chava que es de la oficina, pero que no le ha dicho quién es.
Ella le escribe que desde que lo vio le gustó mucho y que adora que tenga todos esos muñequitos de Star Wars en su lugar, porque también ella es muy fan. Tú sólo ves a tu cuate suspirar y comportarse como adolescente, deseando conocer a la admiradora secreta que le manda mail con otra cuenta que no es la del trabajo.
Lo único que él no sabe es que esa admiradora secreta no es más que tú y la otra bola de gañanes de tus compadres de la oficina que sólo se ríen a sus costillas viendo cómo pone ojos de borrego a medio morir cada que lee su ‘cartita de amor’.
Y aquí hay de dos: o le dicen la verdad porque ya lo ven que anda como loco viendo misteriosamente a todas las chavas de la oficina para ver si le atina, o nunca le revelan y dejan de escribir, dejándolo todo desconcertado. Tú eliges el nivel de tortura… y de diversión.
Los estados de Facebook
En algunas oficinas está bloqueada la página de Facebook, pero en las que no, hay que ser muy cuidadoso porque si lo dejas abierto en lo que vas por un tamal, al baño, o en lo que atiendes la llamada de tu esposa, verdeeeeee. No falta quién te cambie el estado y puede ser desde el “tengo una diarrea que no puedo con ella”, hasta el cambiarte tu orientación sexual con todo y foto de perfil. Nos han contado.