La columna
Por: Colaborador
El reportero cree que está fácil…
Cualquiera tiene una opinión sobre algo. Buena o mala. Sustentada o esotérica. Profunda o frívola. Basta entonces con redactar esa opinión y ya tenemos a un columnista.
¿Cómo identifico que se trata de un bodrio?
1. Los textos empiezan con disgresiones líricas en primera persona del tipo: «Encontrábame cavilando sobre la importancia de las abuelitas en el desarrollo de una infancia feliz y los bellos valores que…»
2. Los textos empiezan con sentencias panfletarias del tipo: «Desde que FECAL intentó entregar el petróleo, que es de los mexicanos, en las rapaces manos de…»
3. Los textos terminan con una moraleja del tipo: «Es por eso que los chilangos debemos de tener cuidado en nuestros hábitos alimenticios para poder llevar una vida más sana y duradera.» Puaj.
¿Por qué le salió tan mal?
Porque tener una opinión no te hace columnista. También se necesita talento narrativo, buen gusto, sutileza en los razonamientos, humor, contudencia, pensamiento lógico, y un montón de horas previas dedicadas a la escritura.
¿Podría ser peor?
Sí: hay “columnistas” que cada dos o tres frases intercalan un “jajaja”… como si estuvieran chateando.