En la Subsecretaría de Prevención del Delito, el agente Edwin García accede a un encuentro. Abre su laptop para mostrarme el catálogo de nuevas “cosas”: pasan ante mis ojos el estimulante “pastillas yaba” (efedrina con cafeína), el sedante GHB (gamahidroxibutirato) y “palitos mojados” (cigarros de marihuana con éter).
En su chaleco negro brilla la placa 834104: «Los narcos están ideando cómo crear nuevas drogas», asegura. García Carmona labora en el Programa de Drogas, Adicción y Toxicomanía de la SSP, que recorre con fines preventivos las escuelas públicas del DF. Los poppers, admite, por ser “afrodisíacos” no están contemplados: «No ha habido una iniciativa de ley para prohibirlos», reconoce el oficial de lentes oscuros y ojos dormilones.
Y es así. En México los poppers no aparecen en un solo documento oficial de las autoridades de justicia —Chilango solicitó información, sin éxito, a través de Infomex—, pese a que la Administración de Drogas y Narcóticos (DEA) de Estados Unidos los cataloga como el estupefaciente más usado de ese país, junto a la heroína y la coca. Por lo tanto, nuestro país carece de estadísticas de gobierno sobre su consumo. «No se ha podido discernir cuáles inhalantes son poppers», refiere Armando Patrón, titular de la Dirección Técnica del Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic).
No obstante, la Encuesta Nacional de Adicciones 2008 arrojó que los inhalantes en general, en particular el thinner, la acetona, el Resistol 5000 y los limpiadores para computadoras han sido consumidos al menos una vez por cerca de cuatro millones de mexicanos.