¿Esto qué es?
El Santo es en sí mismo un monumento nacional. Es un icono cultural, sus películas han ganado, inexplicablemente, premios de cinematografía surrealista, el personaje ha pasado a la historia. Y ahí debería quedarse. Pero no: El Santo tuvo un hijo, y bolas: el hijo decidió que sería una gran idea ponerle una estatua al papá en su terruño. Y ahí está El Santo, parado en medio de la carretera, la verdad, medio haciendo el ridículo.
¿Dónde está?
En la paradisíaca ciudad de Tulancingo, Hidalgo.
¿Se podría poner más feo?
Si al pie del monumento decidieran hacer un ciclo de películas del Santo.
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