Según un empleado de la Biblioteca Nacional, hay más mujeres que hombres entrando a las bibliotecas: “No sabría decir el porcentaje, pero es evidente en nuestros registros, hay más señoritas lectoras”. Bueno, ese dato no nos ayudó mucho pero nos sembró la duda ¿cómo serán los hábitos chilangos en nuestras bibliotecas? ¿Será cierto que por culpa de Internet están a punto de desaparecer?
Para no quedarnos con la duda, entrevistamos a Elizabeth Plata, jefa de la Unidad de Servicios de Información en la UNAM, bibliotecóloga y bibliotecaria desde hace 27 años, y que lleva más libros y anaqueles en su haber de los que quisiera recordar.
A ver, Elizabeth: ¿hay menos gente viniendo a las bibliotecas?
Sí. Definitivamente sí. Pero cada vez hay más consultas.
¡OMG! ¿Cómo es eso?
¡Ja ja ja! Trataré de explicarlo: nosotros somos de una generación que sabía buscar en la biblioteca. Llegabas, buscabas tu registro en las fichas, ibas al anaquel y sacabas tu librote. Hoy los chicos ya no saben buscar: llegan con una vaga pista de lo que necesitan y nosotros les ayudamos.
Por otro lado hay una cosa que tienen las bibliotecas que no saben: tenemos más publicaciones y más recursos de los que tienes en tu Internet casero.
¡DOBLE OMG! ¿Cómo es eso?
Verán: las bibliotecas públicas o las de las universidades hacen convenios con bancos de información más grandes. Estamos hablando de libros electrónicos ¿no? llegas a la biblioteca, buscas en nuestras computadoras, encuentras un pdf, lo descargas y si lo vuelves a buscar en casa ya no te sale ¿por qué es esto? Porque hay redes entre bibliotecas y entre universidades. Lo que encuentras “gratis” no lo es tanto porque -digamos- la UNAM ya pagó por él previamente. Y solo los encuentras en las IP’s de la red.
¿De plano la gente quiere que les hagan su trabajo? ¿Les da flojera aprender?
Sí, a muchos chicos les da flojera hasta venir a buscar, es triste reconocerlo. Sobre todo los de secundaria y a veces hasta de prepa. Lo que sí es una vergüenza es que en universidad no sepas usar la biblioteca, aunque nos ha llegado a pasar que hasta con los alumnos de maestría tienes que sentarte dos horas con ellos explicándoles de qué se trata el asunto. Yo les digo: acérquense a la gente que sabe. Estamos para ayudarlos.
¿Y les piden libros por Facebook?
¡Siiiii! Los piden por redes sociales, por Facebook, nos mandan correos. Por eso vienen menos usuarios cada vez. Tenemos menos gente física en los anaqueles, pero nuestro trabajo ha aumentado muchísimo. También nosotros nos hemos especializado pues conseguimos libros desde Noruega o de alguna universidad en Aragón. Nunca sabes dónde lo vas a hallar. Yo digo que somos detectives de la información porque conseguimos lo que se necesite y -si no se puede- les damos opciones.
La neta, la neta ¿los chilangos se roban los libros?
No me gusta decir que se los roban. Más bien “se nos pierden”. Queremos pensar que se les olvida entregarlos (ríe) pero todas en todas las bibliotecas sabemos que siempre hay un porcentaje de libros perdidos. O mutilados, que es más común, aunque un libro mutilado ya no sirve, así que lo damos por perdido.
¿Tienes una buena anécdota de bibliotecas?
Hay una muy graciosa. En la Biblioteca Central de la Unam había un usuario que era excepcional: iba regularmente, sacaba sus libros, los entregaba a tiempo. Pero un día se dieron cuenta que algunos libros tenían páginas en blanco: fueron rastreando las pistas hasta que se dieron cuenta que ese chico cortaba con sumo cuidado las páginas que quería y luego las sustituía con hojas blancas del mismo tamaño y la misma calidad. Pasó mucho tiempo sin que los bibliotecarios se dieran cuenta.
¡Ja ja ja! Les hubiera sacado copias…
¡Sí! Todos lo ubican perfecto y ahora ya no le dan chance de entrar ¡cuiden los libros!
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¿Y tú eres de los pocos chilangos que aún visitan y saben usar las bibliotecas? ¡Comparte esta nota con tus amigos que, como tú, son orgullosos ratones de biblioteca!
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