10 de junio 2010
El siempre gran recurso de la diarrea
Por: Ale Nevarez
Acáno vas a ser tan impertinente como en el punto número uno, sino más bien un muy buen actor. Primero, procura ponerte un poco de maquillaje amarillento y unas ojeras para que sea muy convincente.
El chiste es llegar muy temprano a la oficina (digamos si el partido es a las nueve, túllega a las siete, antes de que llegue tu jefe) cargando tu botella de Gatorade. Luce muy miserable en tu lugar y procura levantarte a cada rato al baño. Quédate ahí largos periodos de tiempo. Vuelve a tu lugar, siéntate con dolor y luego párate rapidísimo y corre al baño.
A la quinta vez sólo acércate a tu jefe y dile las palabras mágicas: “tengo diarrea, ¿puedo irme?”. Tu jefe no tendrá de otra que dejarte ir, porque si hay alguna enfermedad universal ante la que uno no se puede controlar, ese es el finamente conocido chorrillo.
El chiste es llegar muy temprano a la oficina (digamos si el partido es a las nueve, túllega a las siete, antes de que llegue tu jefe) cargando tu botella de Gatorade. Luce muy miserable en tu lugar y procura levantarte a cada rato al baño. Quédate ahí largos periodos de tiempo. Vuelve a tu lugar, siéntate con dolor y luego párate rapidísimo y corre al baño.
A la quinta vez sólo acércate a tu jefe y dile las palabras mágicas: “tengo diarrea, ¿puedo irme?”. Tu jefe no tendrá de otra que dejarte ir, porque si hay alguna enfermedad universal ante la que uno no se puede controlar, ese es el finamente conocido chorrillo.