Una de las primeras escenas de Star Wars Episodio IV: A new hope: Luke Skywalker (ese cobarde) va por el desierto de Tatooine cuando de entre las dunas sale un monstruo escabroso con varias lenguas y hartos colmillos que casi se lo come. Al parecer, es un enorme gusano que se llama Sarlacc y que se traga todo lo que pase cerca de él. Claro: como Luke es el héroe, el monstruo aquel no se lo zampa; eso no evita que, al final, Luke se sienta aliviado por haber sobrevivido al tremendo monstruo que lo desaparece todo
bajo la tierra. Ese cobarde.
¿Por qué le decimos cobarde? Vaya, porque nosotros vivimos con eso todos los días: cada bache es un Salracc en potencia. Pero como sarlaccs cruzados con gremlins: cada que llueve, el sarlacc que habita cada bache sale a la superficie y se traga llantas, coches, asfalto, dinero del erario: todo. Así que ah, que Luke tan cobardón: no aguantarías ni diez minutos en Tacubaya.
Tampoco en la casa de la familia Gebara Farah, donde, al parecer, habita un sarlacc debajo de una cama. Nadie lo ha podido encontrar.