¿De qué se trata?
Como su nombre lo dice, este se aplica más como favores en el ámbito laboral. A diferencia del paro Godínez en el que casi siempre se trata de pretextos inútiles para no hacer las cosas, aquí el paro es para que las cosas salgan mejor.
¿Cuándo lo aplicas?
Cuando Martita, la secretaria implacable del director no te da una cita con él para hablar de tu aumento. Aquí es cuando con toda la pose de Juan Querendón (sácale, de dónde me saqué ese ejemplo) le cierras el ojito y le hablas con tu voz grave. “Ándele Martita, hágame el paro. Usted sabe que yo siempre he sido (y seré) bueno con usted”. Dejas entrever que tal vez, y sólo tal vez ella puede necesitar algo de tí. Es un ‘quid pro quo’ completamente válido y común entre compañeros de trabajo.
Los riesgos
El “no” ya lo tienes, así que si necesitas este tipo de paros, más te vale que lo intentes. Así le hicieron alguna vez las personas que admiras para llegar a donde están.