Acá entra la categoría de los descerebrados que creen que sus bebés van a ser bebés toda la vida y no se preocupan por pensar que, en el futuro, un futuro incierto en el que nadie repara, la gente tendrá que referirse a sus hijos como “don” y “doña”.
Ahí te va: ¿respetarías a una señora a la que tienes que decirle Doña Pamela? ¿Doña Estrella? ¿Doña Carolina? ¿Doña Clarita? ¿Don Pipo?