Definitivamente un momento importante: más allá de ser la "primera mujer Presidente" del país carioca, Dilma Rousseff se convierte en la cabeza de un liderazgo político, verdadero proyecto de nación, que ha llevado a Brasil a convertirse en la principal economía de América Latina y en su fuerza diplomática más trascendente en los últimos veinte años.
Sucesora de Luis Ignacio Lula da Silva, Rousseff había fungido como su secretaria de Gobernación (un equivalente, digamos) y había sufrido también encarcelamientos durante su juventud revoltosa. Goza de una de las reputaciones laborales más importantes en los oficios brasileiros y esperemos que cumpla con, al menos, las más visibles y banales de sus tareas: organizar unas buenas Olimpiadas (2016) y el mejor Mundial de futbol de la historia (2014).