#Chilango11: Cita privada en Bellas Artes con Octavio Paz
Por: Hugo Juárez
Una de las experiencias más especiales de nuestra celebración #Chilango11 incluía a uno de los iconos más queridos de la ciudad, el Palacio de Bellas Artes, que a su vez celebraba su exposición más importante de 2014:el homenaje nacional a Octavio Paz,“En esto, ver aquello”, parafraseando una expresión que el Nobel usaba para referirse a la apreciación del arte.
El plan fue el mejor: 11 lectores tuvieron acceso al Palacio, cuando éste permanecía cerrado al público, y además un guía especializado los acompañó a lo largo del recorrido para explicar cada una de las salas, siete en total, con alrededor de 220 obras expuestas, que incluían desde un boceto de Miguel Ángel Buonarroti, lienzos de Rothko, objetos escultóricos de Duchamps, Motherwell y Miró, por mencionar a algunos.
La de Paz fue una de las exposiciones mejor curadas de las que hemos sido testigos (a cargo de Héctor Tajonar). Fue sorprendente la atención que cada uno de los visitantes ponía en cada una de las explicaciones del guía, que de manera muy ligera nos transmitió el pensamiento de Paz en temas como el mestizaje, el arte mesoamericano, el surrealismo, la sexualidad, la conquista y su obra cumbre, El laberinto de la soledad, acerca de nuestra identidad.
Uno de los momentos más emocionantes fue en la última sala. El guía nos propuso ver con detenimiento un cuadro, se trataba de The fairy Feller’s Master-Strokes, El golpe maestro del leñador de hadas, de Richard Dadd, ¿la razón?, la historia detrás del cuadro…
Se trata de un lienzo pintado al óleo cuya realización tardó nueve años, de 1855 a 1864, fue pintado por Dadd mientras se encontraba recluído en el manicomio de Broadmoore, Inglaterra.
Condenados a esperar el golpe maestro del leñador, duendes ven un interminable claro del bosque hecho del cruce de sus miradas y en donde no ocurre nada (pero hay peligro latente). Dadd ha pintado la visión de la visión, la mirada que mira un espacio donde se ha anulado el objeto mirado. El hacha que, al caer, romperá el hechizo que los paraliza, no caerá jamás. Es un hecho que siempre está a punto de suceder y que nunca ocurrirá.
Menciono este lienzo en particular, porque, por unanimidad, fue el favorito de los chilangos que nos acompañaron ese día en que el Palacio y Paz fue para nosotros solos.