Estamos en el Hotel Carlota y llego justo a tiempo para mi cita. Quisiera decir que “nos vimos tres o cuatro veces”, pero no tengo tanta suerte: es mi primera vez ante Ana Torroja y tengo entre mis manos el acordeón que me servirá como guía para hacerle algunas preguntas que desde niño me han taladrado la mente al escuchar sus canciones.
La miro responder a otras entrevistas previa a la mía y la siento ensayada (¿cansada, quizás?), acostumbrada a las mismas preguntas con respecto al disco y a su presentación. Tacho de un plumazo todas las que pudieran ser reiterativas: ¿Ana, va a regresar Mecano? No, no va a regresar. ¿Por qué Conexión? Es que al ser un álbum en directo me conecto con el público de forma especial…
Al fin paso con ella y la saludo con mano firme: me sorprende lo pequeña que es y mi mente la compara con un ruiseñor, una voz melodiosa y dulce contenida en un envase pequeñito. Le explico que puede relajarse cuanto quiera: más que una entrevista, quiero que se ponga cómoda y que por un momento deje la pose de artista. Ni tarda ni perezoza toma mi ofrecimiento y devora un pedazo de pan de plátano, del cual me ofrece. Se ha olvidado de las tensiones y es el momento perfecto para empezar.
-Bueno Ana, estás a punto de hacer conexión desde el Auditorio con el público chilango, ¿sabes lo que significa la palabra chilango?
-No, no, ¿qué es?
-Ah, pues somos los que vivimos en la Ciudad de México.
-¡Oh, eso lo he oído un montón veces y nunca he sabido lo que significa! ¿Pero nacidos aquí, o los que viven aquí?
-Híjole, hay todo un debate. Hay quienes dicen que son los que vinieron de fuera y ahora viven aquí, pero otros ya lo toman como cualquier habitante de la Ciudad. Es una discusión bizantina.
-¡Oh vaya!
-Una vez habiendo aclarado esto, dime: ¿qué es lo que te gusta y lo que no te gusta de la Ciudad de México?
-¡Uh! Me has tomado por sorpresa, pensé que hablaríamos del disco. Bueno, pues lo que no me gusta, es el tráfico y la polución. Es lo único. Pero todo lo demás me gusta. Me encantan los contrastes, me encanta que pasas por el hotel más moderno como éste y ahí afuera tienes a alguien que te vende el manguito en su carrito. Es una ciudad donde puede pasar de todo y puedes hacer de todo. Y me gustan los chilangos.
-¡Ya aplicaste los conocimientos, muy bien! ¿Alguna parte de la ciudad en especial que te guste?
-El Centro. Me parece maravilloso. Hay unas calles en las que te metes y te encuentras cosas que parecen imposibles de encontrar en ningún otro lado.
-Decía Salvador Dalí que no podría volver a México porque no soportaría estar en un país más surrealista que sus pinturas…
-Sí, total.
-Oye y dime, con respecto a ‘Mujer contra mujer’, ¿sientes que sea una responsabilidad cantar una canción que se ha convertido en casi un himno al amor entre mujeres?
-Sí es un himno. Lo fue cuando nació, por ejemplo en Francia fue un himno y no solo del amor entre mujeres, sino del amor homosexual en general. Cuando me preguntan que cuál de las canciones que sigo cantando es mi favorita les digo que tengo varias, pero a ti te confieso que ‘Mujer contra mujer’ es mi favorita. Tiene una magia muy especial. Y es importante seguirla cantando porque está vigente: a pesar de que se ha conseguido mucho, hay mucho por conseguir. Hay que tratar de normalizar el amor homosexual que en el fondo es amor.
-Ya sin etiquetas, ni homosexual ni heterosexual…
-El amor es amor. Qué más da.
-En este disco colaboras con algunos mexicanos. ¿Hay alguno con el que Ana Torroja sueñe todavía y no se le haya cumplido?
-Para este disco lo intentamos con Alejandro Fernández…
-¿Y qué pasó?
Pues no lo sé, jaja, no se dio. Pero no tiene por qué no darse después. No se tiene que traumar uno, jaja.
-¿Pero Alejandro Fernández es tu non plus ultra mexicano?
-¿Mi non plus ultra? Café Tacuba. Ellos me gustan muchísimo, siempre me han gustado mucho.
-Oye, hablando de otra vez de ciudades, ustedes en los 80 cantaban “quiero vivir en la ciudad” y ahora vives en un pueblecito alejado, Tarifa, si no me equivoco. ¿Qué pasó, ya no te seducen las ciudades?
-Nunca he sido muy de ciudad. Por alguna razón, siempre me ha gustado vivir en sitios pequeños. Ahora, cuando he vivido en ciudades, he vivido en CIUDADES: París, Londres, Nueva York, México. Ciudades con mayúsculas.
-¿Y hay marcha en Nueva York o no hay?
-¡Toda, jaja! Pero en México también, no se queda para nada atrás. Ahora que me haces pensarlo, es que no me gustan las cosas intermedias: o es el pueblito chiquito en el que vas andando a todas partes y todo el mundo te conoce o en una gran ciudad.
-Entonces lo tibio no está hecho para ti…
-No.
-A ver, vamos por una pregunta espinosa que he querido hacerte desde siempre. ¿Qué pasa con el ‘contestastes’ que antes cantabas pero en este disco ya no está…
-Qué horror, jaja. Está mal dicho, estoy consciente. Es que cuando yo grabo una canción normalmente tengo la letra delante y la leo muchas veces sin darme cuenta de que la estoy leyendo. Esa letra la escribió Nacho y él puso ‘contestastes’. Y así lo leí: ‘contestastes’. Pero recuerdo que después de haberlo grabado, la primera vez que lo escuché en una radio, ¡me sonó fatal! Y cada vez que lo escuchaba me decía a mí misma “¡No por Dios, no!”. Pero desde el primer minuto que la cantamos en directo, yo he cantado ‘contestaste’ y así se ha quedado.
-¿De verdad? Porque hay algunos que te defienden y hasta afirman que dices ‘contestasteis’…
-No, qué va. Pero yo nunca he dicho ‘contestastes’, que quede claro. No me suena bien y nunca lo he vuelto a repetir…
-¿Entonces la única vez que dijiste ‘contestastes’ fue cuando lo ‘grabastes’?
-¡Sí, jajaja!
–Bueno, misterio resuelto. Ya dejaré de torturarte con eso. Mejor te comento: aquí en México hay una canción que dice que ‘Amor de tres es una mala relación’. ¿Tú sufriste la relación con Mecano?
-No conozco la canción, me la tenéis que enseñar. Bueno, pues sí, es difícil estar en medio de dos personalidades tan fuertes, fue como un curso intensivo en diplomacia. A veces sí tenía que darle la razón a uno se la daba, pero vamos, por mi forma de ser, bastante conciliadora, fui una buena tercera parte, no una tercera en discordia.
-Oye, hay una broma que se hizo muy popular en Internet que dice “asaltan casa de Ana Torroja y se llevan un cuadro de bifrontismo”, ¿la conoces?
-¡Sí, jaja! Me pareció ingeniosa. Es que mira, hay expresiones y frases sobre todo en las canciones de José (María Cano) que siempre causan controversia porque nadie sabe qué significan. Pero a mí me gustó, me pareció una broma inteligente.
-Y es que además la nota decía que la obra estaba valuada en 15 mil encantos…
-¿Ah sí? ¡Jaja! ¡Había leído solamente el titular! Entonces me gusta más todavía…
-Y hablando de bifrontismos, ¿cuántos frentes tiene Ana Torroja?
-Uno. Soy bastante directa, bastante clara. A pesar de mi curso intensivo en diplomacia, he aprendido a no darle mil vueltas a las cosas si puedes ir por el camino recto.
-¿Entonces si Ana fuera una canción, qué canción sería?
-¡Qué difícil! ¿Cualquier canción o de Mecano?
-Es que me gusta ponerte en problemas, jaja. Cualquier canción.
-Yo creo que “Nada personal”. Te diré el título, aunque el desarrollo de la canción no corresponda tanto. En esta forma de ser tan honesta mía a veces puedo ser brusca, pero no tengo nada personal contra nadie. No tengo nada personal contra ti, aunque me hayas puesto tantas veces en problemas, jaja.
-No te preocupes, que esa fue nuestra última pregunta. Me encantó encontrarme con una Ana tan honesta y tan fresca y nos volvemos a ver, pero allá en el Auditorio.
-¡Venga, gracias a ti!
Nos tomamos la foto del recuerdo y abandono el Hotel Carlota. Aún tengo rebotándome entre las sienes la risa de Ana, su calidez y su gracia. Esta tarde tuve la fortuna de conocer cara a cara a una piedra angular del pop hispano; un pieza enorme de la música de nuestro idioma, contenida irónicamente, en un cuerpo brevísimo.