La relación entre Víctor y sus padres y hermanos es distante. Han pasado, incluso, años sin verse. En un podcast de Prodigy/Msn de 2007, su hermano “Trujo” habló de su hermano. «A mi carnal difícilmente le llamo para vernos o para felicitarlo por algo. Es una persona muuuy ocupada (…) muy influyente.»
Cuando Carolina estaba en el hospital, un hombre alto, de impecable traje azul y cabello cano se dirigió a varias personas reunidas afuera del cuarto de ella: «Díganle a Víctor que vino su padre.»
Le avisaron y Víctor se levantó: «Así que vino mi padre… casi 22 años sin verlo y aquí está», murmuró. Salió y se saludaron de mano, serios. No hubo reproches ni muestras de afecto. Caminaron 50 metros para hablar solos, y cinco minutos después el hombre de traje se retiró. Según varias fuentes, el distanciamiento entre el actor y su familia obedece a motivos económicos.
SWING IMAGINARIO
Su junta con los cuatro guionistas termina entre risas y palmadas, 15 minutos antes de que El Notifiero comience. Es viernes, único día en que viene al DF para grabar su programa. En la semana viaja por el país con la obra Los Lobos, dirigida por Héctor Bonilla, donde hace a un introvertido diputado involucrado en corrupción.
En su escritorio, Trujillo sostiene un espejo en una mano y en la otra un tarro de maquillaje negro. Sus cejas se vuelven espesas, sus mejillas ganan pecas y junto a sus comisuras surgen dos bigotitos ralos. El lugar de Víctor lo ocupa Estetoscopio Medina Chaires.
Entrega a su asistente su celular y un Nextel, avanza por los pasillos y entra al set. Víctor tiene prisa: mañana tiene función en el norte del país y hoy mismo volará.
-¿Dónde actúas? -le pregunta su jefe de información, Fernando Coca.
-Monterrey, Ciudad Victoria, luego Pachuco… ¡Pachuca! -corrige Víctor riendo.
-Y de ahí a Texfoco, Chupeztlán y Toloco -añade Ramiro.
-Deberíamos armar el “Atlas Pendejo de la República Mexicana” -bromea Víctor. El staff lo festeja, pero al instante se pone serio. Antes del “quiu” ejecuta el rito con el que se concentra ante la cámara: hace un swing con un palo de golf imaginario y respira profundo. Al abrir los ojos, ya es Estetoscopio.
CARCAJADAS
Trujillo llega al Teatro Libanés 90 minutos antes del estreno de Los Lobos, la crítica obra contra el sistema político mexicano que protagoniza junto a Pedro Armendáriz, Jesús Ochoa, Rafael Sánchez Navarro y Roberto DAmico. Ocupa su camerino antes que sus compañeros: se concentra y va entrando en su personaje, el diputado Eduardo Muñoz.
Al rato se da la tercera llamada.
De frac, zapatos de charol y pajarita, Muñoz camina en círculos, se agarra la cara, alza los brazos, levanta la voz.
-¿Me imaginas en la cárcel? -le pregunta a su amigo el senador Alfredo Torres.
-La cárcel puede ser la única salida honorable -le responde el legislador.
En la segunda fila del teatro está Raúl Salinas de Gortari. Ya absuelto por el delito de lavado de 160 millones de dólares, el hermano del ex presidente ríe frente a Víctor a carcajadas.