Santiago Arau consiguió su primer drone de una forma extraña. Todo sucedió durante un viaje a Las Vegas, cuando un misterioso hombre los vendía de manera clandestina en el cuarto de un hotel. A partir de ahí su carrera como fotógrafo dio un vuelco de dirección, literal y metafóricamente, hacia el cielo.
Antes de eso, a los quince años, su abuelo le regaló su primera cámara réflex, una Pentax 35 mm, era análoga, la cual utilizó para un taller de fotografía en el Colegio Madrid. “Recuerdo ir a comprar el rollo en blanco y negro. Entré al cuarto oscuro, revelé y salió la magia. Fue amor a primera vista”.
Desde entonces su trabajo fotográfico incluye exposiciones, bienales, conferencias, la realización del documental 19S, y recientemente, el libro Territorios editado por Sexto Piso en colaboración con la Fundación BBVA, que reúne 300 fotografías captadas durante siete años de trabajo. “Subí montañas, nadé en mares y ríos, atravesé selvas y desiertos ¡Exploré un glaciar milenario que estaba a sesenta kilómetros de mi casa! Me asomé a la caldera de un volcán activo!”, mencionó Arau.
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Hablar de este trabajo es hablar de la fortuna de salir bien librado de varios momentos que a cualquiera le pondrían los pelos de punta. “Tuve varias experiencias con grupos del crimen organizado. Una de ellas fue en la carretera de Nuevo Laredo y Reinosa. Me preguntaron qué andaba haciendo, les dije que era fotógrafo y les enseñé mi Instagram. Nos dejaron ir sin broncas. En Sonora, nos siguieron por un buen rato unas camionetas con cristales polarizados”.
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Territorios “es el producto de decenas de miles de kilómetros recorridos, trasegados por el mero impulso de hacerlo”, menciona Diego Rabasa, escritor y fundador de la editorial Sexto Piso. También, es resultado de un ojo creativo e incansable que distinguió un territorio poco explorado, “yo sabía que en la fotografía aérea había un espacio de oportunidad que nadie aprovechaba”, indicó Santiago.
Juan José Kochen comenta sobre el libro de Santiago Arau. “Se trata de una integración estética y visual que transita entre aerofotografía, el foto reportaje y la expedición. Reúne las virtudes de artistas, muralistas, paisajistas y cronistas”. Pero para llegar a ello, Santiago interviene mecánicamente las posibilidades de sus drones trabajando con ingenieros y buscando siempre la tecnología que le permita llegar más alto, tener más alcance remoto y la mejor calidad posible en la imagen.
Es evidente que la perspectiva de México desde un drone cambia completamente, sin embargo, las historias que se generan a ras de tierra son las que permiten dimensionar el valor de la interacción social. “Me sorprendieron mucho las personas que me ofrecían ayuda. Me invitaban a comer a sus casas, me decían a qué lugares podría ir. Toda esa interacción es muy interesante y una de las conclusiones que saqué es que muchas veces pensamos que México es intransitable, que no podemos andar por ciertos lugares porque son peligrosos, pero no, siempre hay gente buena”, comentó.
Pero el libro de Santiago Arau también habla de protección al medio ambiente. “Con su inmensa creatividad e imaginación, se convierte en un aliado defensor del territorio – comenta Julia Carabias -. A través de sus ojos, sentimientos y mente nos permite recorrer las múltiples dimensiones del territorio, admirar la belleza de paisajes naturales y la alerta de su destrucción”.
El libro de Santiago Arau, el cual da cuenta de la evolución técnica que han tenido los objetivos de estos aparatos fotográficos voladores, visibiliza en toda su amplitud los paraísos que existen en México más allá de la violencia que prolifera día a día.
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“Cuando una persona de otro país habla de México sin haber estado en México, se imaginan que esto es como esas películas de narcos o como lo que pasan en las noticias; decapitados, colgados, asesinados. Sí, es una realidad que existe, el problema es que no es lo único que pasa”. De ahí que su libro sea una restitución del imaginario social sobre México, tanto para extranjeros como para los mexicanos mismos.
“Durante el viaje nunca me pasó nada, sí observé ciertas cosas. Me puse nervioso y tuve miedo por la información que recibo, pero, me sorprendió que México no es el país de las noticias, del narco o los estereotipos negativos. México es mucho más”, concluyó.