Se te pondrán los pelos de punta con estas leyendas de seres demoníacos de la Ciudad de México. Igual y les suena algo exagerado, pero la CDMX tiene una extraña obsesión por los seres sobrenaturales; y es que en serio, sin el menor trabajo los vemos por todas partes. A pesar de que la electricidad, las comodidades de la vida moderna y el pensamiento científico han hecho más difíciles los encuentros con ellos, siempre hallan la forma de aparecer. De alguna manera u otra, siempre saben cómo escabullirse entre la realidad y la fantasía para seguir vigentes en nuestra mente.

No es un secreto que los relatos que tienen que ver con el demonio son de los más contados entre chilangos. Principalmente en las calles del perímetro uno del Centro Histórico. Esto se debe a que es ese espacio el que era la ciudad de los conquistadores y que trajeron no sólo su poder político sino sus costumbres, creencias y tradiciones. En la metrópoli que fuera la capital del poderío tenochca, poco a poco comenzaron a surgir fantasmas, duendes, chaneques y encuentros con el maligno. Mismos que contaremos a continuación.

Seres demoníacos en la Ciudad de México

El demonio es polimorfo, es decir, que cambia de apariencia a placer y cuando quiere. Asimismo, puede pasar desapercibido, pero créanme que muy pocas veces no desea que noten su presencia. La forma que toma generalmente depende del pecado que lo invoca: bellas mujeres, liebres, cerdos o galanes. Y si de lujuria se trata: perros, cuervos, tecolotes o aves. Ahora, en el caso de la ira y la soberbia o sombras humanas: monos; y caballos al tratarse de pereza. Siempre adecúa al momento, de ahí que se le conozca como “el gran mentiroso” de la cultura Cristiana. Para ejemplificar mejor esta situación, contaremos tres de las historias más sonadas de seres demoníacos polimorfos en la Ciudad de México.

El perro negro en los caminos

El camino representa para los humanos la incertidumbre de ser víctima ya sea de un ladrón o de algún espanto nocturno; nos refiere de cierta forma el miedo primitivo de ser presa de depredadores que estén al acecho entre las sombras y de los cuales no podamos escapar. No es nada raro que el diablo se convierta en perro y aceche en las carreteras. Algunos choferes de trailer refieren por ejemplo que en el punto más oscuro de la madrugada, miran en el espejo retrovisor que un can negro, muy grande y de ojos rojos, corre al lado del camión. En todos los casos, alertan que cuando éste se aparece, es de vital importancia no dejar de mirar la carretera ya que en cualquier momento saltará al vidrio delantero del auto para hacerte chocar.

En otras ocasiones se presenta frente a ti en los caminos, lleva arrastrando cadenas, te gruñe e impide que sigas por la ruta que ibas; busca perderte o llevarte si eres un borracho de esos que andan a altas horas de la noche.

El nombre que le dan a este ser diabólico es el de “Cadejo”, y no es sólo de la ciudad de México, sino de prácticamente toda Latinoamérica. Aparentemente estos seres son ecos de las antiguas creencias de naguales, por lo que la religión Cristiana los relacionó con la brujería y lo demoníaco.

El cuervo de la calle de Colombia

Sí, actualmente ir a la calle de República de Colombia del Centro histórico ya cuando anochece es un verdadero acto de valientes. Ir después de las 10 de la noche durante la época colonial era exponerse a cualquier tipo de peligro sobrenatural que se les pueda ocurrir. Era un lugar vacío que se localizaba en los límites de la antigua ciudad, por lo que era el escenario perfecto para que algo extraño sucediera.

Por esos rumbos, justo atrás del Museo de la Luz y que en aquellos tiempos era el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, hubo un puente del que se dice que un esqueleto con un cuervo negro postrado en su hombro se aparecía a media noche. También algunos referían que ese fantasma era el del antiguo militar ibérico Rodrigo de Ballesteros, otros refieren que el nombre real fue el de Santiago Améndola. Pero en lo que todos están de acuerdo es que este personaje fue un hombre español que vivió en la esquina de dicha calle, era gran amante del juego, las trasnochadas y las maldiciones mientras se bebía en su casa hasta caer.

seres demoníacos CDMX
Unsplash.

Conoce aquí el escalofriante secreto del Museo de las Constituciones.

Una noche, terribles gritos se escucharon salir de su casa. Los jesuitas que habitaban el colegio vecino fueron a averiguar lo que había sucedido y no dieron crédito a lo que encontraron frente a ellos. En un cuarto escondido, se hallaba una figura de un cristo desnudo y flagelado, como si se tratara de la clásica imagen de Jesús cargando la cruz a cuestas, que se usa para la cuaresma, solo que aquí estaba amarrado de las manos de tal suerte que pareciese que fueran a castigado.

Extraños símbolos se encontraron en el lugar. Pero de lo que más se habló aquella noche fue del diablo, el cuervo que siempre acompañaba al militar español a todas partes. Los vecinos murmuraban que quizá y no era en sentido figurado que Améndola hablara con el maligno dado el amor que le tenía. A tal extremo que si hacía alguna travesura el ave negra, Santiago gritaba inmediatamente “Déjenlo, que si lo hizo el Diablo, está bien hecho”.

La mujer demonio de la Iglesia de la Santísima también es otro de los seres demoníacos registrados en la Ciudad de México

En la Iglesia de la Santísima, ubicada en la calle de Emiliano Zapata, ya en los límites del barrio de la Merced y San Sebastián, casi en el corazón del centro histórico chilango, se tiene registro legendario de un ser demoníaco que se le apareció a un borracho perdido. De esos que se dice de plano que no tienen remedio. Encaminaba sus pasos a casa, ya bien entrada la madrugada. De pronto, afuera de la iglesia, una dama vestida de blanco y con un velo se contoneaba y bailaba frente a una botella postrada en el suelo.

Entonces nuestro sujeto, ni raudo ni perezoso, se acercó para gozar tanto de la mujer como del vino. Pero ya al acercarse a ella, notó algo bajo la tela que le cubría la cara. Un cráneo de mula encendía dos llamas donde debían ir los ojos. Al mimso tiempo, el demonio se fue bailando mientras se burlaba del pobre borrachito que, a partir de ese día, no volvió a tomar gota alguna de alcohol.

A este ser le nombran de distintas formas: Cegua, Siguanaba, o Llorona. Y, curiosamente, su nombre deriva del náhuatl “cihua” o “mujer”, pero también tienen sus raíces las antiguas melusinas medievales, la diosa Hécate o la desterrada Lilith de las tradiciones hebreas. Ambas están relacionadas con provocar el pecado de la lujuria a los hombres así como de castigarlo. El tiempo demonizó a las viejas diosas y ahora forman parte del elenco sobrenatural chilango y de otras partes de México y América.

Te puede interesar: Leyendas de los pactos demoníacos más espeluznantes en CDMX.

Entonces… si el diablo castiga los que hacen el mal entonces ¿es bueno? No sabemos a ciencia cierta responder esta pregunta. Sin embargo, lo que sí podemos asegurar es que, al parecer, el demonio responde tanto a los temores más arcaicos como sería ser devorado o en algún accidente. Pero también a los miedos morales de la sociedad, que son castigados y señalados desde el cristianismo por medio de pecados. Es así que los antiguos dioses, sus ritos y antiguas acepciones zoomorfas, llenan el repertorio sobrenatural de nuestra amada ciudad fantástica.